Demasiadas buenas intenciones

"Strong Medicine", una serie que aborda temas fuertes aunque no demasiados novedosos.

Los temas que tiempo atrás fueron tabú poco a poco van desapareciendo y distintos programas de tevé los tratan, de mejor o peor manera. Para que lleguen a mayor cantidad de público, en general, la series son las encargadas de abordarlos.

Una de las producciones que apunta a desacralizar miedos y prejuicios es «Strong Medicine», que se emite de lunes a jueves a las 23 por A&E Mundo y que actualmente repite su primer temporada, y que tiene un buen nivel de audiencia en el «prime time» en los Estados Unidos.

Todo tiene cabida en sus guiones: el sida, la homosexualidad, el transplante de órganos, la violación, las drogas, enfermedades extrañas, el uso de tratamientos experimentales, etc. Todo lo que pueda pasar por una sala de guardia o una clínica está allí. En eso no es novedosa, ya lo ha hecho durante años «E.R.».

La serie se desarrolla en una clínica familiar y un hospital de Filadelfia y allí médicos y personal auxiliar tratan con todos los dramas imaginables, o no.

Su personajes son fuertes, pero tan esquemáticos que al poco tiempo pierden atractivo y su interacción es excesivamente previsible.

Que la superación es posible es la premisa que se planea desde su protagonista. La doctora Lu Delgado (Rosa Blasi) es una mujer de origen latino que derrumbó todas las barreras para ser médica. Dejó a atrás los prejuicios, es madre soltera de un preadolescente y al provenir de una familia humilde hizo de todo para conseguir su título.

Así su lucha es que las mujeres pobres tengan tanto atención mé

dica adecuada como educación contra el abuso y en cuestiones de salud.

Para que su altruismo resalte se enfrenta hasta la tercer temporada con la doctora Stowe (Janine Turner) una graduada de Harvard, de familia acomodada, dedicada a la investigación sobre la fertilidad y el cáncer hasta que abandona todo para dedicarse a cuidar a sus dos hijas adoptivas. Con ella tiene poca afinidad por diferencias de origen social.

En la cuarta temporada su lugar lo toma la coronel Andy Campbell (Patricia Richardson), una estructu

rada cirujana militar con la que entra en conflicto por tener problemas con la autoridad.

Claro que como la producción es de tinte feminista -y los desagradables sin justificación casi siempre son los hombres-, sus dos antagonistas femeninas esconden detrás de la fachada un corazón de oro. Los que se salvan son un médico de emergencias bastante indeciso y enamoradizo y un agradable enfermero new age.

Otro de los personajes que va por más en su vida es la recepcionista Lana Hawkings (Jenifer Lewis), una ex prostituta cerca de los cuarenta que da un giro de 180 grados al unirse al staff de clínica y además de trabajar obtiene su título de secundario y hasta llega a ser admitida en una fraternidad cuando decide estudiar en la universidad.

A este programa que produce Whoopi Goldberg no se lo puede acusar de falta de audacia, aunque sí de un exceso de buenas intenciones que lo tornan aburrido.

Su fin es evidentemente educativo y cada capítulo plantea temas que conmueven al televidente y apuntan a la reflexión, pero muchos de ellos quedan sólo esbozados, no se toman en profundidad y la mayoría de las veces queda como viable sólo la visión rígida de los guionistas y productores, dejando fuera otras alternativas.

 

Silvina Fernández

sfernandez@rionegro.com.ar


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