Denunciaron “aprietes” e irregularidades por parte de uniformados

VILLA REGINA (AVR Y AR).- René Miranda Cancino no sólo complicó la situación de varios de los procesados. También mencionó “aprietes” por parte de algunos policías, que en las próximas audiencias tratarán de ser corroborados por el Tribunal.

El testigo mencionó que una oportunidad lo fueron a buscar dos policías de apellido Colimán y López. “Me dijeron que íbamos a ir a la comisaría. Sin embargo, tomaron por un camino de chacra y llegamos al lugar donde habían asesinado a la taxista. Era de noche. López se abrazó al volante del Peugeot 504 rojo en el que viajábamos. No entendía nada, hasta que en un momento, Colimán sacó su arma y me apuntó en la cabeza”.

Miranda Cancino asegura que el uniformado le dijo “vas a decir toda la verdad acá, o te voy a matar”. En ese momento, se encendió la luz de un auto, por lo que nuevamente se pusieron en marcha. “En vez de llevarme a la comisaría me dejaron en mi casa. En el camino, Colimán me dijo que no comente nada porque me iba a encerrar y la iba a pasar muy mal”.

A Colimán también lo acusó de tratar de convencerlo para que se haga cargo del crimen. En una de las declaraciones que hizo en la comisaría -ayer dijo que fueron cerca de dieciséis-, un uniformado le acercó la birome y le dijo “firmá acá”. Sin embargo, “no me dejaban leer lo que estaba en el papel. No firmé y me levanté. Colimán me dijo que me llevaba a mi casa. En un momento me dijo que me aguante dos años en la cárcel que después me sacaba”.

Plantación de pruebas

El testigo aseguró que en el resto del trayecto el policía le recalcaba que él (por el testigo) sabía algo. “Le decía que no, pero me dijo que iba a conseguir pruebas y que me iban a ‘secar’”.

Miranda Cancino aseguró que al salir de la comisaría, cuando se negó a firmar la declaración que no le pertenecía, sintió mucho miedo. “Estaba como desorientado. Por esos días fue cuando decidí alejarme del desarmadero”, señaló.

En otra oportunidad, Pacher fue a su casa. Allí tenía un aparato con un número de serie. Pacher sacó la chapa y se llevó todo.

Sin embargo, cuando en un momento fue a declarar a la comisaría, un policía sacó un sobre con unos papeles, y allí también estaba la chapa con el número de serie. “Era la misma que había sacado Pacher”, reconoció.

Para la policía, fue por la venta de drogas

VILLA REGINA (AVR y AR).- A través del testimonio de la oficial principal Elba Fuentes que actuó desde mayo de 1998 en la investigación de caso, la defensa de los procesados buscó invalidar el testimonio de René Miranda Cancino.

En este sentido el abogado Eves Tejeda sostuvo que si Cancino, como dijo, tenía conocimiento de los hechos desde el día previo al crimen y según él había aportado datos a la Policía, por qué no fue presentado cuando en 1996 detuvieron a los hermanos Rubén y Mario Suárez, y a Javier Inostroza.

Por otra parte fue preguntada sobre los contactos que mantuvieron en Bahía Blanca con la mujer de Rubén Suárez, y si puntualmente se le había ofrecido dinero para que declare en contra de éste.

La oficial principal señaló que no hubo ofrecimiento de dinero, pero sí se le brindaron garantías para que declare lo que sabía en relación al crimen de la taxista Mariela Rodríguez.

Asimismo los integrantes de la Cámara Segunda del Crimen consultaron sobre la hipótesis en la que se trabajó en la investigación. Fuentes apuntó que la pesquisa se dirigió a una posible venganza relacionada al tráfico de estupefacientes.

“Mariela estaba esperando el llamado”

VILLA REGINA (AVR y AR).- René Miranda Cancino dio algunos datos reveladores durante la declaración de ayer.

Aseguró que el operador de la empresa de taxis Comahue, de apellido Gambino, le dijo que Mariela Rodríguez estaba esperando un llamado durante la madrugada del crimen.

“Me dijo que no pidieron un taxi con cambio de 50 pesos”, dijo.

“Preguntaron directamente por Mariela Rodríguez”, señaló ayer ante los integrantes de la Cámara Segunda del Crimen.

Además, dijo que por medio del operador se enteró que en ese momento, Mariela estaba “tercera en la fila de taxis”, por lo que teóricamente no le tocaba a ella tomar un pasaje común, a no ser que pidan por ella.

“Avisaron por teléfono que la esperaban en la calle Juan B. Justo. Mariela ya se iba a su casa, por lo que el operador asomó su cabeza por una ventana pequeña y le avisó”, dijo.

Luego de tomar pasaje, Miranda Cancino aseguró que la joven se comunicó con la base, “le pidió que baje de canal, aunque inmediatamente le dijo ‘después te digo’”.

Miranda Cancino reiteró que Pacher le dijo que en la calle Juan B. Justo levantó a Inostroza y a Suárez (sin especificarle a cuál de los dos hermanos), luego se dirigieron hasta la calle Padre Gambino, donde subió González Pino, y que finalmente fue este último el que le dio muerte a la taxista.

Miranda Cancino salió bien parado frente a los abogados

VILLA REGINA (AVR y AR).- Los abogados Eves y Gerardo Tejeda, y Jorge Crespo, sabían de la importancia del testimonio de Miranda Cancino. Y habían preparado una batería de preguntas para tratar de desmoronar la acusación contra sus defendidos.

Sin embargo, el testigo aguantó bien los embates, y sólo en algunas oportunidades no supo responder con precisión o justificar algunas actitudes.

Llegó un momento que la declaración se había extendido tanto, que uno de los camaristas le pidió disculpas si en algún momento hacían una pregunta ya realizada.

El testigo mencionó que en su primera declaración ante el juez Pablo Iribarren, no contó toda la verdad, por la desconfianza que le había generado su experiencia con la Policía.

Otro punto que atacaron los defensores, fue que el asado que finalmente no se comió en el desarmadero, fue el primero al que invitaban a Miranda Cancino, según lo dicho por el propio testigo. “¿Cómo puede ser que lo inviten por primera vez a un asado, y justo cuando se va a planificar un asesinato”, manifestó Eves Tejeda.

Los vio de perfil

Con respecto a los dos jóvenes que llegaron al desarmadero durante la noche anterior al crimen, Miranda Cancino había dicho que llegaron dos jóvenes a los que vio sólo de perfil, no de frente y desde unos cinco o seis metros. Luego los identificó como los hermanos Rubén y Mario Suárez en una rueda de presos. Crespo pidió que realice un croquis de la cada de Pacher, que indique donde estaba sentado y donde los muchachos. Los abogados llegaron a la conclusión que desde ese lugar, y de noche, era imposible distinguir a alguien.


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