Boca, las dos caras de un líder especial

Comenzó el torneo arrasando a sus rivales, pero las lesiones y la falta de confianza transformó a Boca en un equipo gastado y depresivo. La consolidación de Cristian Pavón le dio sobrevida al Xeneize que mañana puede ser bicampeón si no pierde con Gimnasia.

El sube y baja anímico no tiene principio ni fin para un club como Boca. Tampoco tiempo, ni siquiera en un mismo partido, como sucedió este domingo ante Unión en La Bombonera.

El Xeneize convive con la euforia y la tragedia, los mellizos complementarios e irreconciliables de un equipo que vive y siente la intensidad de la pasión como pocos, y que es exitista. Como todos al fin y al cabo, pero en Boca siempre hay un plus a ese frenesí futbolero lo que lleva a la gloria o Devoto.

La genética propensa al entusiasmo y al arrebato emocional tan característica en el hincha, tiene su apoyatura en todos los estados de ánimo que ha pasado este Boca a lo largo de la temporada 2017/18, tanto en el plano local como en el internacional. Ha oscilado entre ser una formación prácticamente invencible a ser un equipo depresivo, sin respuestas y al que le cuesta doblarle el brazo a la adversidad.

El pasado domingo ante Unión, dio una muestra cabal de que todo puede pasar en 90 minutos en el Mundo Boca. El 0-0 parcial fue la continuidad de esa imagen resquebrajada y sin respuestas en esta versión del equipo de Guillermo Barros Schelotto, que lo ha llevado a peligrar la clasificación a los octavos del final de la actual edición de la Copa Libertadores. La última vez que Boca fue eliminado en la fase de grupos fue en 1994.

En una imagen poco usual pero que en definitiva fue parte de la llave maestra para abrir la puerta a la victoria, Guillermo, cuestionado ciertas veces por no dar a tiempo el golpe de timón para enderezar la nave, esta vez sí se animó. Sacó al ídolo Carlitos Tevez y mandó a la cancha al postergado Gonzalo Maroni.

Junto a la frescura del pibe, Cristian Pavón volvió a demostrar su valía, se puso el equipo al hombro y a la vez activó el despertador del goleador. El alimento de Wanchope Ábila fue el desborde, las asistencias y la enjundia de Pavón, un jugador que encarna perfectamente en ese bamboleo afectivo del hincha.

Cuando comenzó la Superliga, con un Darío Benedetto implacable y la conducción de galera y bastón, gentileza de Fernando Gago, Boca ganó de manera consecutiva las ocho primeras fechas del torneo, incluido el superclásico ante River (2-1), con 21 goles a favor y apenas tres en contra, con una media de 2,62 goles por partido. Números insuperables para un campeón que comenzó la defensa del título avisando que revalidarlo, sería sólo un trámite. En este lapso del campeonato, Pavón era mirado de reojo por los simpatizantes xeneizes, que no imaginaban que pocos meses después despedirían al este ‘7’ bravo recargado con una ovación de La Bombonera.

Benedetto y Gago se lesionaron, se quiso simular la pérdida de los dos referentes con el regreso de Tevez luego de su año sabático en China y de ser un equipo que se llevaba el mundo por delante, de a poco pasó a ser una formación emocionalmente endeble. La fragilidad ante la adversidad se fue haciendo carne y el remate lo tuvo en la final de la Supercopa Argentina que perdió ante River.

Se sabe, este tipo de partidos deja heridas para quien lo pierde. Lo importante es tener a mano el cicatrizante adecuado que cierre la afrenta lo más rápido posible. Boca disimuló hasta dónde pudo su malestar, sacó partidos complicados a flote como ante Talleres (2-1), pero el andar oscilante en la Libertadores desnudó su mal y lo dejó casi de cama.

Se llegó incluso a despreciar la Superliga, “porque lo importante es la Copa”. Ante la posibilidad de que el pan y torta se lo coma otro, quien al comienzo era resistido, terminó siendo una especie de salvador futbolístico y que quizás después del Mundial de Rusia, también lo sea para la tesorería del club.

Pavón se ajusta perfectamente al jugador emblema que ha sabido sobrevivir al medidor emocional de este Boca que se comía los pibes crudos, a esta versión más light como es la actual. El delantero cordobés tuvo a mano el antídoto y para el bien de su equipo es uno de los responsables de que Boca haya recuperado el hambre de ganar.

Mañana ante Gimnasia en La Plata, el Xeneize podría estar dando el primer paso hacia una sanación que le llega justo a tiempo. La falta de frescura le marchitó las ideas pero con jugadores como Pavón, Boca (y cualquier equipo) siempre estará a salvo del naufragio.

Números que

lo explican todo

Los once probables
ante el Lobo

para mañana 19:15

Datos

9
los goles de Darío Benedetto, que se lesionó el 19/11/17. Recién este fin de semana Wanchope Ábila lo igualó.
8
partidos en serie ganó Boca en el arranque de la Superliga con 21 goles a favor y 3 en contra.

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