El mundo del fútbol llora la partida del Loco Houseman

Era una época bisagra, en la cual todavía los amantes del fútbol llevaban a sus hijos, nietos, sobrinos, a ver equipos que jugaran bien aunque no fueran hinchas de esos equipos. Por eso hubo muchos que pudieron ver en la cancha a un verdadero crack como René Orlando Houseman, fallecido ayer tras pelear con una dura enfermedad.

Fue en 1973, cuando Huracán era un concierto de toques y audacia, que un público ávido de buen fútbol pagaba entradas en cualquier cancha para ver a ese prodigio que derrochaba ingenio y talento rodeado de futbolistas que marcaron una época: la de recitar de memorias equipos y delanteras.

Así, Houseman pasó de las canchas ralas y sin pasto de la Primera C en 1972 –en donde se cansó de dibujar gambetas para ayudar a que Defensores de Belgrano regresara a la B como campeón– a la Primera División sin paradas intermedias.

Y desde la 1ª fecha de un campeonato Metropolitano inolvidable para el Globo, se formó la delantera que se dirá por siempre de memoria: Houseman, Brindisi, Avallay, Babington y Larrosa.

Esa aparición fulgurante, ese rayo que llegaba del Bajo Belgrano, iba a recibir en pleno rostro los efectos cegadores de “las luces malas del centro”, como rezaba aquella milonga rea. Y los desbordes en su vida personal comenzaron a ir paralelos a los desbordes en la cancha. Esas sombras siempre lo acompañaron.

Pero en la cancha era otra cosa. Era, al decir de su técnico-padre en Huracán y en la Selección, César Luis Menotti, parte del ADN del potrero argentino. A pura gambeta y lujos, fue parte de un equipo que ganó y goleó de local y de visitante.

En el Mundial de Alemania 1974, clavó un golazo contra Italia que aún causa emoción, en especial cuando el público de esa cabecera se levanta asombrado por la maravilla que acababa de ver. Y cuatro años después, levantaría la Copa del Mundo con el seleccionado, en una versión más reconcentrada y tal vez con menos diversión y picardía, sin esos chiches que antes le sobraban.

En 1980 se terminó su romance más largo con Huracán, ocho años seguidos con idas y vueltas en el final. River, de nuevo Huracán, Colo Colo, un equipo de Sudáfrica, Independiente en un fugaz 1984, y su amado Excursionistas para la despedida en 1985.

Se fue el Loco y con él parte del lema que supo forjar: la pelota bien jugada será siempre una expresión de belleza.

“Siempre estará presente en un potrero o en una gambeta. Elegía lo mejor para todos, tanto para él como para el equipo”.

César Luis Menotti fue para René como su segundo padre.

“Falleció René. Con lágrimas en mis ojos… Hasta siempre, cuántos momentos juntos. Extraordinario jugador. Único”.

Osvaldo Ardiles, compañero del Loco en Huracán y en la selección.

Datos

“Siempre estará presente en un potrero o en una gambeta. Elegía lo mejor para todos, tanto para él como para el equipo”.
“Falleció René. Con lágrimas en mis ojos… Hasta siempre, cuántos momentos juntos. Extraordinario jugador. Único”.

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