Deportivo Viedma apostó por un cambio

Tras un inicio de año pésimo, el desafío en su quinta temporada fue de muchos cambios con la idea de recuperar identidad.

BALANCE 2015

Alianza Viedma tuvo un final poco feliz en la pasada temporada 2014/15 del Torneo Nacional de Ascenso de básquet. Incluso se puso en duda su continuidad en el certamen, pero apareció el apoyo económico para encarar su quinta edición consecutiva, cambió de nombre y tuvo un cierre de año a puro festejo.

Hace cinco temporadas desembarcó en la categoría bajo el nombre original de Alianza Viedma. La Fusión tuvo una primera temporada excelente donde logró llegar a semifinales (2011/12) de su conferencia sin perder un partido como local.

Pero las alegrías se quedaron ahí y el equipo fue de mayor a menor. En abril cerró su cuarta temporada, la peor de todas donde tuvo un pésimo inicio y en el medio hizo tres recambios de jugadores.

Hubo algunos picos pero nunca pudo corregir la irregularidad, que lo persiguió hasta la eliminación ante Banda Norte por el repechaje. También defraudó el nivel de los jugadores y el jugador que más desentonó fue Maxi Ríos que llegaba como una de las figuras.

El público había perdido interés, sobre todo porque la gran mayoría eran jugadores de afuera y con falta de actitud en momentos claves.

Los dirigentes leyeron esa situación y pensaron en armar un equipo “local”. Había que cambiarle la cara para maquillar los últimos años de resultados negativos.

En un momento se dudó de la participación y apareció el dinero, menos que en la temporada pasada, pero suficiente para dar el sí en su quinto certamen consecutivo.

Otra preocupación de la dirigencia era que tenía que meter un cambio fuerte para volver a contagiar al público y generar identidad con el equipo. El primer paso fue el cambio de nombre que mutó a Deportivo Viedma.

Renovó nuevamente con el técnico Leandro Hiriart, quien quería revancha tras su pésima temporada pasada, rechazando ofertas jugosas con la misión de cambiar su imagen en la Comarca.

El otro paso fue armar un plantel casi local y los únicos sobrevivientes de la pésima temporada fueron los viedmenses Franco Bazani y Matías Eidintas.

Después llegó el maragato Pedro Franco, el viedmense Alexis Knecht, Lucas Palacio, el roquense Javier Ledesma y el extranjero Scott Cutley quien había dejado un buen recuerdo en la capital en la mejor campaña de la Fusión.

Además se sumó Ricardo Centeno y Agustín Ambrosino, y a último momento Júniors Peralta por la lesión de Eidintas que lo alejó de las canchas.

A diferencia de la temporada pasada, la dirigencia optó por bajar la vara del objetivo y la misión fue construir una fuerte localía con la misión de volver a contagiar al público.

Hubo buena respuesta del público durante esta parte de la temporada, a pesar de una primera fase regular donde finalizó con seis victorias y seis derrotas.

El inicio de la segunda fase dejó más conforme al técnico Leandro Hiriart, ganó cuatro de los siete que disputó y la última victoria fue de visitante frente a Platense por la televisión para despedir el año con una sonrisa.

Es cierto que el equipo sigue sufriendo de bajones largos que terminan complicando partidos accesibles, pero que se puede corregir.

El grupo en esta parte del torneo demostró reacción y actitud, algo que no se vio en la pasada temporada por eso la ilusión de llegar lejos sigue latente.

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