Derechos humanos, la píldora del día después y la globalización, Por Eva Giberti 29-12-03
Las discusiones acerca de los derechos humanos se abrie-ron hace tiempo. La comunidad internacional ha debatido acerca de ellos en diversos niveles. Entre nosotros, el tema adquirió eficacia durante el terrorismo de Estado en relación con los secuestros, torturas y desapariciones de personas, y aun en la actualidad es preciso recalar en estos niveles de análisis. Progresivamente se reconoció que tales derechos, que no se limitan a los políticos sino remiten a los económicos, sociales, culturales y a los derechos de las generaciones venideras -para quienes es necesario preservar el medio ambiente- abarcan otros campos.
Para avanzar en ellos se depende del desarrollo social que hayan alcanzado las comunidades que intervienen en el debate. Lo cual introduce matices capaces de complejizar dichos intercambios: por ejemplo, aún se discute qué debemos entender por desarrollo y en particular por desarrollo social. Parecería que de tal definición dependiera la discusión o la postergación de la misma acerca de temas que podrían resultar intocables.
Sucedió de este modo con los derechos reproductivos que en distintos países de Oriente y Medio Oriente no pudieron ser abordados con la misma transparencia y claridad con que se discutieron en otras áreas. Inclusive en nuestro país, dadas las diferencias culturales entre áreas con características disímiles, fue imprescindible generar discusiones capaces de fundamentar la validez de tales derechos puesto que los planteos decimonónicos, o bien retrógrados y reaccionarios, intentaron impedir la sanción de la legislación pertinente.
No obstante, el intento y la práctica de las discusiones que pretenden avanzar hacia la construcción de una sociedad equitativa o por lo menos más justa resultan prometedores, a pesar de los permanentes obstáculos que se imponen desde diversas ideologías. Pero la globalización de los medios de comunicación y del mercado (con sus consecuencias indeseables) contribuye a la información que la población recibe acerca de aquello que le corresponde y por lo que vale la pena luchar. Punto en el cual se produce la inflexión, luchar respetando las diversidades de cada población, sin quedar subsumidas por derechos universalizados ajenos a las prácticas de esas comunidades. Encontrar valores comunes es la tarea, articulados con las modalidades regionales, lo cual puede reconocerse, por ejemplo, en las prácticas médicas, cuando los derechos humanos aconsejan tener en cuenta las tradiciones de determinados pueblos respecto de las diversas formas de curar y cuidar enfermos; en lugar de atropellar a las comunidades que históricamente convivieron con sus tradiciones. Quienes violentan las tradiciones de otros suelen ser los fundamentalistas, que solamente son capaces de reconocer las bondades de aquello que «para ellos es bueno» sin admitir las diferencias fundantes de las identidades populares.
Las técnicas destinadas a la difusión y reconocimiento de los derechos humanos responden a la información, es decir, a las técnicas de información; al respecto convendrá ser cuidadosos porque en ocasiones la información se está gestando y para establecer diálogos necesitamos informaciones precisas ya sea para incorporar conocimientos como para desactivar prejuicios. Uno de los ejemplos posibles es el que remite al uso de la denominada píldora del día después, que interviene previamente a la fertilización humana e inhibe la ovulación al mismo tiempo que interfiere el camino del espermatozoide en el tracto genital de las mujeres. Cuando se dieron a conocer sus efectos, que podían incorporarse en el ámbito de los derechos de las mujeres, automáticamente la falta de información (y la nada ingenua intención de deformarla) comenzó a descalificarla como abortiva. En realidad los últimos estudios aportaron con claridad cuáles son sus funciones. Al haberse conocido la existencia de dicho instrumento de regulación del embarazo, se cometieron errores de interpretación que apuntaban a cercenar este aspecto de los derechos reproductivos de las mujeres. Fue un típico ejemplo de información insuficiente que se dio a conocer antes de que los organismos responsables en materia salud dieran a conocer los efectos de la píldora.
Este ejemplo es uno de los que pueden producirse cuando las informaciones acerca de los derechos humanos o bien ingresan en comunidades a las que es preciso preparar para que puedan dar cuenta de la aceptación del derecho que les compete, o bien cuando es preciso constatar la eficacia de los mismos a partir de verificaciones concretas. Sucesos que acaecen, casi siempre, debido a los fenómenos de globalización que difunden datos distribuidos internacionalmente, aprovechados por quie-nes están dispuestos a oponérseles.
Esta advertencia en realidad forma parte de la creación y reconocimiento de los nuevos derechos humanos que, junto con sus contenidos innovadores, reclaman técnicas de difusión no mercantilizadas y sí humanizadas en el cuidado que las comunidades merecen.
Las discusiones acerca de los derechos humanos se abrie-ron hace tiempo. La comunidad internacional ha debatido acerca de ellos en diversos niveles. Entre nosotros, el tema adquirió eficacia durante el terrorismo de Estado en relación con los secuestros, torturas y desapariciones de personas, y aun en la actualidad es preciso recalar en estos niveles de análisis. Progresivamente se reconoció que tales derechos, que no se limitan a los políticos sino remiten a los económicos, sociales, culturales y a los derechos de las generaciones venideras -para quienes es necesario preservar el medio ambiente- abarcan otros campos.
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