Desalojo tenso y sin violencia de la 22 en Puente 83

Hubo fuerte despliegue policial para disuadir.

CIPOLLETTI (AC).- La Policía Rionegrina despejó ayer la ruta 22 en el Puente 83, donde desde el lunes centros de desocupados de la Corriente Clasista y Combativa de la región mantenían un piquete. La fuerza triplicó el número de manifestantes, quienes ante la cantidad de uniformados, decidieron replegarse tras una bandera argentina y cantando el himno nacional.

«¿Cuál es el delito que estamos cometiendo, tener hambre y no tener trabajo?», decían los desocupados cuando el puente se invadía de efectivos del grupo Bora y de comisarías de Cipolletti, Fernández Oro y Allen.

Unos 150 policías se apostaron a un lado y otro del puente. Entre ellos, había tres grupos de choque del Bora provistos con cascos, gases y todos los elementos necesarios para reprimir. Pero no fueron necesarios.

Aunque los desocupados resolvieron quedarse sobre la ruta con una bandera argentina, ante el avance de los uniformados empezaron a retroceder hasta ubicarse en una calle que permite el acceso al barrio cipoleño Puente 83.

Los integrantes de la Corriente Clasista y Combativa se instalaron el lunes al mediodía en la ruta nacional 22, en reclamo de 500 puestos de planes Trabajar, 500 bolsones de alimentos, 200 becas para estudiantes, 200 PROVI (ayuda en materiales para viviendas) y un subsidio para el pago de los servicios de luz y gas. Además, cada centro de desocupados expresó sus reclamos puntuales, por localidad.

Desde que se apostaron en la ruta, sólo el martes por la tarde tuvieron un contacto con el subsecretario de Promoción Social de la provincia, Adrián Torres. «No hizo ninguna propuesta», reclamaron los piqueteros. A pesar de que les dijo que «en una hora regresaba» no lo hizo.

Nadie más apareció en el lugar de la protesta hasta ayer a las 13,10, cuando el jefe de zona de la Regional II, Víctor Cufré, fue escoltado por otros policías para anunciarles la decisión de la justicia federal.

En la resolución judicial que leyeron, les advirtieron que debían despejar la ruta, porque de lo contrario se haría por la fuerza pública. En vano fue el pedido que hicieron de que necesitaban hablar con la jueza y de que esperaban una respuesta del gobierno provincial. El reloj comenzó a marcar desde entonces, dándoles una hora para retirarse. Eran las 13,20.

Los desocupados fueron hasta el campamento para realizar una asamblea y decidir qué hacer. Algunos hablaban de «dar palo si daban palo», pero la mayoría se mostró partidario de mantener la calma y ser pacíficos.

La decisión no estaba tomada todavía, y el ambiente era tenso. Más aún cuando una mujer del barrio se acercó a la prensa y comenzó a quejarse por la protesta. «Yo soy del barrio y trabajo. Acá la mayoría son de otros lados, no de Puente 83. ¿Por qué no se van?», dijo, despertando la ira de varias mujeres piqueteras.

Primero fueron insultos, pero después llegó un primer empujón y con él, los golpes de puño.

Cuando la calma regresó, ya el plazo se había vencido. La policía empezó a avanzar hacia la zona del puente, donde los desocupados resolvieron quedarse tomados de las manos, detrás de una bandera argentina.

Un grupo de mujeres fue al encuentro de los uniformados y presentó a Cufré una nota que improvisaron en una hoja de cuaderno y escrita con birome, diciéndole a la jueza que pedían trabajo y asistencia alimentaria. «Por qué no le da la nota primero», le insistieron las mujeres.

Pero la policía no flexibilizó la postura. A las 14,40 comenzó a avanzar cubriendo toda la ruta 22. Encabezaban los hombres del Bora y seguían los policías de las demás unidades.

A pesar del gran despliegue, no hubo roces, ni insultos, ni enfrentamiento. Los manifestantes sólo cantaron el Himno Nacional en reiteradas ocasiones y luego clamaron a coro «trabajo».

Cuando salieron de la calzada, la policía comenzó a sacar los gruesos troncos que interrumpían el tránsito y los bomberos lavaron la ruta por sacar los restos de cubiertas quemadas. Para esto, los desocupados ya estaban instalados en su campamento, que después desarmaron, comiendo el guiso que habían preparado en la «olla popular».

Después de las 15, el tránsito se normalizó, pero quedó una fuerte custodia policial.

Se fueron, pero seguirán con el reclamo

CIPOLLETTI (AC).- Pasadas las 20 de anoche, los manifestantes que permanecían al costado de la ruta 22 tras el desalojo, decidieron levantar el campamento y volver cada uno a su casa. Sin embargo, aseguraron que la protesta no terminó y convocaron para hoy a una reunión en Allen para resolver de qué manera lo harán.

«Vamos a deliberar para seguir con un plan de lucha que consideramos justo, de trabajo, vivienda para familias que tienen casas precarias, bono escolar, y un subsidio para el gas y la luz», aseguró Raúl Rajneri, coordinador de la Corriente Clasista y Combativa.

El dirigente comentó que en un contacto telefónico, el subsecretario de Promoción Social de la provincia, Adrián Torres, les dijo ayer al mediodía que les garantizaba puestos de trabajo.

«Nosotros solicitamos precisiones, pero él nos dijo que no podía. Para nosotros no es nada. Eso puede ser dos puestos de trabajo, nada más. No tiene seriedad», enfatizó.

Rajneri se quejó por la cantidad de uniformados que se concentraron ayer en el Puente 83 para sacarlos de la ruta. «Eran muchos más que nosotros y estaban armados. De nuestro lado, había mujeres y niños», describió.

Feroz pelea de «pobres contra pobres» en medio de la protesta

CIPOLLETTI (AC).- «Los que no pertenecen a Tres Luces, que se vayan. La gente de Huergo, Cervantes y Roca, que se vayan. ¿Cuántas familias del 83 hay acá? A los demás los están usando. Abran los ojos. Eso es lo que más me duele, porque yo soy pobre pero a mi no me avanzan», dijo Elizabeth González, una integrante de la Junta Vecinal del barrio Tres Luces.

Las palabras de González enardecieron a las «piqueteras» que ya habían sido notificadas del inicio de la causa judicial y que esperaban de un momento a otro el desalojo.

Primero le respondieron con dureza a González, pero después le dieron un empujón que casi la hace caer de la motocicleta en la que se movilizaba. Fue suficiente para dar pie a la agresión.

La pelea fue feroz. En un momento no se sabía quién era el que pegaba y quién el que trataba de frenar la situación.

«Basta, eso es lo que quieren: la pelea de pobres contra pobres», gritó una mujer.

La mayoría cuestionó a González, a quien conocen «como puntera del intendente Arriaga en el barrio», dijeron. Los piqueteros explicaron que también otros personas ajenas al grupo estuvieron con piedras en las inmediaciones.

Caída de un álamo

Los desocupados enfatizaron que ellos siempre actuaron en forma «pacífica». Por eso negaron haber sido los responsables de la tala de un álamo en la calle ciega, que cayó sobre cables de luz y causó un corte de energía en la zona. Por este hecho, todos tuvieron que recurrir a las velas y en una vivienda en la que se encontraba una mujer con sus tres hijos, hubo un principio de incendio. No hubo heridos, pero uno de los nenes de 4 años quedó «mal por lo que pasó», dijo la mamá.


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