Desarrollan un medidor óptico de la glucosa en diabéticos
Paul Cézanne (1839-1906) fue un pintor francés, uno de los máximos exponentes del movimiento artístico conocido como Impresionismo. Recibió muy malas críticas en su juventud, perfeccionó su arte prácticamente en soledad y logró ser reconocido como artista recién cerca de su muerte, a causa de la diabetes.
El caso es que recientemente Cézanne ha vuelto a ser noticia, pero no por un suceso relacionado con el arte o la cultura, sino en el ámbito de la salud, ya que es el nombre que le han dado a un nuevo dispositivo para medir la glucosa en la sangre, que por estos días está siendo desarrollado y probado intensivamente por investigadores de quince instituciones en varios países de Europa.
De resultar exitoso el trabajo de estos especialistas, el sistema «Paul Cézanne» sería capaz de mejorar notablemente la calidad de vida de las personas diabéticas, especialmente los insulinodependientes. Mediante un sensor colocado debajo de la piel del paciente, el dispositivo podrá tomar muestras para aportar datos sobre la concentración de la glucosa cada diez minutos.
El sistema, aseguraron en España expertos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que están trabajando en el proyecto, no sólo avisa al paciente sobre su estado, sino que también puede cursar el aviso al centro médico o, incluso, suministrar insulina al diabético de forma automática.
Para optimizar el diseño del sistema, los autores están recogiendo la opinión de pacientes diabéticos a través de una encuesta. Según revelaba el diario El País de Madrid (España), el proyecto «Paul Cézanne» demandará unos cuatro años y cuenta con un presupuesto de 14 millones de euros, que en parte aportaron los propios gobiernos de la Unión Europea.
Lo verdaderamente novedoso de este sistema es el sensor subcutáneo, ya que existen sistemas de inyección automática de glucosa, mediante una aguja inserta en forma permanente bajo la piel. Incluso en la Argentina hay unas 200 personas que están usando este tipo de bombas de insulina, sólo que van inyectándola en base a un informe previo, que ha sido elaborada para cada paciente en base a un monitoreo permanente de la variación de sus niveles de glucosa a lo largo del día.
El coordinador del proyecto en España e investigador del CSIC, Carlos Domínguez, explicó que el sensor óptico, cuya versión final aún no está completamente desarrollada, contaría con un dispositivo inalámbrico que le permitiría comunicarse con dispositivos externos; es decir: no salen cables del paciente.
El sensor, que tendrá una superficie más pequeña que la de una estampilla y un espesor de uso 5 milímetros, utiliza una proteína de origen bacteriano, con sensibilidad a la insulina. Mediante técnicas de ingeniería genética se la combina con moléculas fluorescentes, cuya reacción será la que finalmente servirá como marcador del nivel de glucosa. La magnitud de esta reacción fluorescente sería captada por el sensor óptico, que la transformará en pequeños impulsos eléctricos, y luego éstos serán digitalizados por un microprocesador incorporado al sensor y se transformarían así en información: cada período de 10 minutos, un informe.
El método utilizado por las personas diabéticas para medir su nivel de glucosa en el día es el del pinchazo en el dedo, que permite obtener el valor en ese momento determinado, mientras que un sistema como el que se está desarrollando permitirá un control permanente.
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