Después del “mini-Davos”
Apuntes para la semana
La organización demandó varios meses de trabajo, pero finalmente el gobierno de Mauricio Macri obtuvo su recompensa. Entre los casi 1.900 empresarios que se dieron cita en el primer Foro de Inversión y Negocios de la Argentina, unos 40 CEO de compañías globales, locales y extranjeras expresaron públicamente su interés en invertir en el país. Música para los oídos del gobierno que busca convertir a la inversión privada en el principal motor para el crecimiento de la economía, pero debió recurrir en estos meses a la clásica receta de impulsar la inversión pública para lograr una urgente reactivación, antes de las elecciones legislativas del 2017.
Este megaencuentro en Buenos Aires, bautizado “mini-Davos” por su estructura semejante al que tiene lugar todos los años en esa ciudad suiza, donde se ponen en contacto directo líderes políticos y hombres de negocios de todo el mundo, fue celebrado como un éxito por todo el gabinete nacional. También por la Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional (AAICI), encargada de organizarlo y convocar no sólo a empresarios y funcionarios, argentinos y extranjeros, sino también a una decena de economistas locales con un inusual criterio pluralista. Salvo alguna excepción, todos apoyaron el rumbo de la actual política económica, aunque expresaron sus dudas sobre los riesgos que implican la alta inflación, el deterioro cambiario y los costos en dólares, combinados con una elevada presión tributaria. Incluso, no faltó quien consideró que la realización del Foro demostraba que en la Argentina aún no hay un clima de inversión para motorizar la economía.
Al cabo de las tres jornadas completas, quedó claro que el interés inversor a mediano y largo plazo de las compañías multinacionales está focalizado tanto en los sectores donde la Argentina tiene superávits de recursos naturales o humanos como en los que acumula déficits de infraestructura u oferta.
En el primer lote sobresalen la agroindustria, energías renovables (eólica y solar), minería (extractiva y de industrialización de litio), empresas de base tecnológica (nuclear, aeroespacial), biotecnología, software (comercio electrónico globalizado), servicios exportables e industrias culturales. En el segundo, la infraestructura vial (autopistas, viaductos, pasos fronterizos), ferroviaria (vías, señalización, locomotoras y material rodante para cargas), portuaria, aeroportuaria y aerocomercial (turismo); telecomunicaciones (4 G), redes de electricidad, gas, agua potable y saneamiento. Y, entre ambos, la generación eléctrica y los hidrocarburos (convencionales y no convencionales).
Una prueba fueron algunos de los anuncios escuchados por Macri en el marco del Foro. La alemana Siemens lanzó un plan por 5.000 millones de euros hasta el 2020, para proyectos de energía (renovable y no renovable) y transporte ferroviario (trenes urbanos eléctricos). La minera canadiense Pan American Silver, una inversión de u$s 1.000 millones en el yacimiento Navidad de Chubut, donde está prohibida la minería a cielo abierto. Otro grupo canadiense, Enirgi, la instalación de una megaplanta procesadora de litio y de fabricación de baterías en Rincón del Salar (Salta), con una inversión de u$s 720 millones. Y también se formalizó el acuerdo entre YPF Energía Eléctrica SA y la estadounidense GE Power, para la construcción de una segunda planta termoeléctrica llave en mano en Loma Campana, Neuquén, que aportará 110 MW con una inversión de u$s 100 millones. Ambas empresas ya tienen en ejecución otros dos proyectos termoeléctricos, en Neuquén y Tucumán.
Por cierto que, en varios casos, se trata de programas plurianuales en los que el ritmo de ejecución depende de las condiciones económicas y políticas del país. Pero un dato que no debe pasarse por alto es que las compañías de mayor envergadura cuentan con el respaldo de organismos de financiación de exportaciones, como el Eximbank de los EE. UU. y el Banco Europeo de Inversiones, que también anticiparon la reanudación de operaciones con la Argentina, suspendidas hace años.
Más cautela, pero con discursos proinversión, exhibieron con matices los CEO de grandes industrias locales. Luis Pagani, de Arcor, sostuvo que “Nuevamente el mundo le está dando una oportunidad a la Argentina”, al referirse al gran número de empresas globales presentes en el Foro. Paolo Rocca, de Techint, planteó el razonamiento inverso, al señalar: “En este momento, la Argentina ofrece oportunidades que son inigualables en otras partes del mundo”. Luego indicó que las compañías miran el retorno de su inversión, la estabilidad macroeconómica y la estabilidad política, en ese orden.
Quizás este orden de prioridades sirva para explicar por qué todavía no se produjo la “lluvia de inversiones” que la Casa Rosada esperaba en el arranque de su gestión, cuando levantó el cepo cambiario, el default y la prohibición para girar utilidades, se empeñó en reinsertar al país en el mundo y desmanteló el arsenal intervencionista de la era K con su artillería de controles de precios, cupos, trabas, permisos previos o prohibiciones para exportar o importar.
A diferencia de las compañías que invierten en sectores con altas tasas de retorno, hay otras que esperan ver cómo y cuánto bajará la inflación, qué ocurrirá con el tipo de cambio real y con el déficit fiscal, financiado con endeudamiento externo. También la crisis brasileña frenó varios proyectos. Y además están las que aguardan el resultado de las elecciones legislativas del 2017 para comprobar si el gobierno de Macri, hoy con minoría en el Congreso, podrá avanzar en varias reformas pendientes. No sin preocuparse por algunas iniciativas de la oposición como la prohibición de despidos o de importaciones, aunque no hayan prosperado.
Mientras tanto, no está claro aún qué ocurrirá con los costos energéticos, logísticos, laborales e impositivos que nublan el horizonte de inversión productiva. El sendero ascendente de precios en dólares fijado ahora para el gas natural en boca de pozo podría ser seguido por otro descendente para el petróleo (“barril criollo”) que gradualmente se traslade a los precios de naftas y gas oil. Está pendiente una reforma de la ley de accidentes de trabajo para frenar los juicios que, a través del aumento de las primas de seguro de la ART, encarecen los costos laborales. Y la frutilla del postre es la reforma tributaria integral para suprimir o bajar impuestos, que no estará disponible hasta el 2018.
Este megaencuentro, bautizado “mini-Davos” por su estructura semejante al de esa ciudad suiza, fue celebrado como un éxito por todo el gabinete nacional.
Hay compañías que esperan ver cómo y cuánto bajará la inflación, qué ocurrirá con el tipo de cambio real y con el déficit fiscal, financiado con endeudamiento externo.
Datos
- Este megaencuentro, bautizado “mini-Davos” por su estructura semejante al de esa ciudad suiza, fue celebrado como un éxito por todo el gabinete nacional.
- Hay compañías que esperan ver cómo y cuánto bajará la inflación, qué ocurrirá con el tipo de cambio real y con el déficit fiscal, financiado con endeudamiento externo.
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