Día de la no Violencia contra la Mujer: el rol de los medios
Periodistas de distintos lugares del país analizan cómo es la cobertura del tema y reflexionan si es posible ayudar a prevenirla desde los medios de comunicación.
La violencia de género es una violación a los derechos humanos, que en el primer semestre del año les costó la vida a 126 mujeres en nuestro país, según la pesquisa que realiza la Casa del Encuentro a partir de las noticias publicadas en los medios de comunicación. Ante la ausencia de estadísticas oficiales, esta es la única estadística confiable con la que se cuenta en nuestro país. La misma organización contabilizó y analizó 231 femicidios en 2009.
Por eso, su adecuado tratamiento periodístico, la visibilidad que alcance el tema y la ausencia de prejuicios a la hora de informar son parte de la responsabilidad social de los medios de comunicación ante un problema que sigue creciendo.
Este jueves 25 se recuerda en todo el mundo el Día de la No Violencia contra la Mujer, una buena oportunidad para reflexionar sobre el abordaje del tema en los medios de comunicación. Por ello, Periodismo Social consultó a periodistas que no se especializan en género, de medios nacionales, y de Entre Ríos, Mar del Plata, La Rioja, Mendoza, San Luis, Chaco y Salta para que respondan, entre otras cosas, si el periodismo puede colaborar en prevenir la violencia contra las mujeres o si pueden terminar justificando las agresiones cuando las coberturas no son inclusivas. Además, ¿cuáles son las complicaciones que encuentran los periodistas al realizar notas sobre la temática? ¿Importa a los profesionales de la comunicación capacitarse para mejorar sus notas?
Los atenuantes para la violencia
En 2005, Periodismo Social realizó un primer informe con herramientas para la cobertura periodística de la violencia contra las mujeres, destinado a responsables de medios y periodistas. En los últimos cinco años, gracias a acciones de incidencia y capacitación de organizaciones sociales, organismos internacionales, y de Periodistas de Argentina en Red por una comunicación no sexista (Red PAR), las noticias sobre la temática se muestran más inclusivas, pero el cambio es lento y todavía no se logra desterrar de las redacciones el “crimen pasional”, término insignia para ocultar un delito que nada tiene de pasional, porque las agresiones y asesinatos de mujeres son una violación de derechos, y deben ser incluidas dentro de la agenda de inseguridad que tanto espacio mediático ocupa.
“El periodismo colabora muy poco para evitar la violencia contra las mujeres. Es difícil desterrar de la profesión muchos preconceptos que a veces colaboran en convalidar la violencia. Aparecen atenuantes para el golpeador, abusador o asesino…El periodismo se torna insensible en muchos casos”, analiza Luis Gregorio, profesor de Comunicación de la Universidad Nacional de Cuyo.
Mar del Plata es un lugar de referencia cuando se analiza la mirada periodística de la violencia de género, ya que en esa ciudad, el campeón de boxeo Carlos Monzón, asesinó a su compañera Alicia Muñiz. Fue en 1988, y marca un hito, ya que aparecen por primera vez en los medios nuevas fuentes: especialistas y organizaciones que venían trabajando sobre la temática tienen su espacio en la escena mediática.
Daniel Della Torre y Oscar Lardizábal, del diario La Capital de esa ciudad, recuerdan ese episodio “como el momento en que el tema se instala en los medio. También en Mar del Plata fueron asesinadas varias mujeres en los ’90, en un caso que la prensa denominó ‘el loco de la ruta’. Asesinatos que nunca fueron esclarecidos “pese a que la ONU lo consideró la segunda epidemia de homicidios de mujeres del mundo”, dicen los periodistas. Reconocen que “se debe mejorar la cobertura en la sección Policiales. Debemos tomar conciencia del uso incorrecto de términos que nos vienen de la jerga policial, como crimen pasional”.
El Centro de Apoyo a la Mujer Maltratada y las comisarías de la Mujer, son fuentes que destacan a la hora de elaborar sus notas.
En tanto Susana Scandalli, también periodista de La Capital, suma su experiencia docente. “Trabajo la violencia de género con mis alumnos en ETER (Escuela de radio). Estoy muy satisfecha y orgullosa por el compromiso de mis alumnos con la temática”, dice.
La capacitación desde los espacios de formación periodística, es uno de los caminos a considerar para instalar en la currícula la perspectiva de género, indispensable para lograr abordajes periodísticos inclusivos de la violencia. La Red PAR lo ha hecho en la escuela TEA por dos años, en la Universidad de La Plata, y hay docentes comprometidos que buscan transversalizar en los programas de estudio la visión de género.
La capacitación, la responsabilidad social del medio
Las y los periodistas que ofrecen su testimonio en esta nota, coinciden en la necesidad de capacitarse. La mayoría lo ha hecho por decisión propia en instancias dictadas por organismos y ongs. No hay una decisión de responsables de medios de incorporar pautas internas, como ocurre por ejemplo, en varios medios de España que entienden que realizar un adecuado tratamiento mediático de la violencia de género, es parte de la responsabilidad social del diario.
Cuando se publican notas sobre violencia contra las mujeres “hay mucho de voluntad por parte del periodista”, confiesa Néstor Llido de Diario Popular. Quien ha realizado algunas capacitaciones, y entiende de la importancia de sumar a una noticia de violencia “estadísticas, historias de vida y listado de dependencias y teléfonos que puedan brindar asistencia”. El profesional cree que “muchas veces se recurre al morbo y se investiga a la víctima. A eso se suma la utilización de términos peyorativos. Personalmente, intento romper algunas pautas establecidas, pero no siempre lo logro”. Destaca el trabajo de algunos organismos públicos y ongs que aportan estadísticas “que tanto ayudan para imponer el tema en los medios, sumado a la multiplicidad de fuentes que fortalece el sumario a presentar ante el editor, que exige datos nuevos para publicar la noticia”.
Verónica Gómez de radio ‘De la Plaza’, de Paraná, Entre Ríos, nota que, a partir del compromiso asumido por el plantel que realiza el programa ‘A quien corresponda’, para abordar la temática “las ONGs y profesionales que trabajan en esto, nos envíen información de las acciones que llevan adelante. Con cada una de las notas se busca sensibilizar a nuestros oyentes, y difundir los casos de violencia que sufren las mujeres en Entre Ríos. No obstante en la agenda mediática, la violencia contra las mujeres no gana mucho espacio; no son muchos los medios que incorporan estos temas como prioritarios. Como siempre aparecen primero en las páginas de policiales”.
Desde Chaco, Darío Díaz considera que los medios de su provincia “contribuyen muy poco en la prevención de la violencia”, y recuerda que en 2003, en la localidad de El Espinillo, tres jóvenes violaron a una adolescente aborigen en una plaza. “En el juicio –plagado de irregularidades y prejuicios- se absolvió a los imputados. No hubo un seguimiento de los medios locales”, aunque el caso, conocido como LNP para resguardar la identidad de la jóven, fue denunciado ante el Comité de Derechos Humanos de la ONU, que obligó al Estado nacional y provincial, a una reparación para la víctima y su familia. “Muy pocos medios sumaron reflexiones ante este hecho aberrante”, aporta Díaz.
En concordancia con otros colegas, verifica que la sección Policiales es la elegida para ubicar las notas sobre violencia de género “siempre vinculadas a cuestiones pasionales, sin cifras o datos que permitan deducir al lector que hay una constante en estos casos: la violencia del hombre hacia la mujer”. Y suma un dato que se repite: “Yo hago notas hablando de femicidios, pero el mismo medio sigue hablando de crimen pasional”.
Coincide Verónica Gómez, que considera que los medios “son nichos en los que se siguen escondiendo los violentos, ganando titulares que los favorecen. Los periodistas, por falta de capacitación en temas de género, siguen justificándolos. La palabra femenicidio ha ganado un buen lugar en nuestros medios desplazando así de los titulares a los crímenes pasionales, pero si analizamos los textos periodísticos continúa existiendo mucha tensión entre ese titular y lo que cuentan más abajo. No aparecen en las crónicas ningún recorrido que dé cuenta del sufrimiento que padeció esa mujer violentada, no buscan antecedentes, no se publican las denuncias, no se buscan otras voces. En radio a veces es mucho más complicado por la urgencia y el poco tiempo que hay desde que conocemos los hechos y el momento para difundirlo”.
La naturalización de la violencia en los medios
“En los diarios del interior del país, el machismo y la victimización de los victimarios, es figura corriente en el tratamiento informativo” asegura Alejandra Cebrelli, docente de Comunicación de la Universidad Nacional de Salta, que está convencida de que los medios “colaboran para naturalizar, tanto la violencia contra las mujeres, como las representaciones estigmatizantes, sobre todo en Policiales”.
La profesional aporta un dato interesante: ha indagado entre los vendedores de diarios de su ciudad, quienes le confirmaron que, cuando se publican noticias sobre femicidios, los diarios se agotan a las 10 de la mañana. “Que el tratamiento sexista de la violencia de género se haya convertido en un valor de noticiabilidad nunca confesado, pero siempre considerado en los diarios locales y en algunos nacionales, es realmente lamentable y deja entrever el machismo y la falta de ética de editores y jefes de redacción”, reflexiona Cebrelli.
Desde la misma provincia, Jimena Granados de El Tribuno, acuerda con su sus colegan en que en el periodismo “aún hay casos en que se justifica la violencia contra las mujeres. Se leen títulos como “La mató porque lo engañaba”, como si el engaño explicara y justificara el asesinato. Se exponen cuestiones de la vida privada de las víctimas, que a veces parece que pretendieran mostrar “su parte de la culpa. En algunos casos se informan detalles que revictimizan, y no aportan al tratamiento responsable del tema (cómo la violó, en qué circunstancias, etc.)”.
Y plantea otra dificultad: “cuando se quiere comparar la situación actual con la de unos seis o siete años atrás, se hace complejo medir el crecimiento en la cantidad de casos de violencia y los cambios en sus características, por la ausencia de datos pasados. En el interior, otro inconveniente es que el universo de especialistas para consultar es acotado si se quiere hablar de la realidad local”.
En tanto Cebrelli insiste en la capacitación, pero habla de la necesidad de “hacerle llegar a los editores y directores de medios algún tipo de sanción simbólica (escraches, denuncias, notas de repudio, etc.) para que esta práctica desaparezca de las redacciones”.
Precisamente, la flamante ley de Protección Integral a las Mujeres, habla en el artículo 6, inciso f de violencia mediática, definida como “aquella publicación o difusión de mensajes e imágenes estereotipados a través de cualquier medio masivo de comunicación, que de manera directa o indirecta promueva la explotación de mujeres o sus imágenes, injurie, difame, discrimine, deshonre, humille o atente contra la dignidad de las mujeres, como así también la utilización de mujeres, adolescentes y niñas en mensajes e imágenes pornográficas, legitimando la desigualdad de trato o construya patrones socioculturales reproductores de la desigualdad o generadores de violencia contra las mujeres”.
En su reglamentación dictada en julio de este año, la Ley 26.485 faculta al Consejo Nacional de las Mujeres, a que disponga “coordinadamente con las áreas del ámbito nacional y de las jurisdicciones locales que correspondan, las acciones necesarias para prevenir, sancionar y erradicar la difusión de mensajes o imágenes que:
1) Inciten a la violencia, el odio o la discriminación contra las mujeres.
2) Tiendan a perpetuar patrones sexistas de dominación masculina o alienten la exhibición de hechos aberrantes como la intimidación, el acoso y la violación.
3) Estimulen o fomenten la explotación sexual de las mujeres.
4) Contengan prácticas injuriosas, difamatorias, discriminatorias o humillantes a través de expresiones, juegos, competencias o avisos publicitarios.
A los efectos de la presente reglamentación se entiende por medios masivos de comunicación todos aquellos medios de difusión, gráficos y audiovisuales, de acceso y alcance público”.
La legislación existe. Es amplia, y debe incorporarse en las prácticas cotidianas. “Es prioritario que desde el periodismo colaboremos en prevenir y denunciar la violencia” afirma Cynthia García, columnista del programa radial ‘La Mañana’ que conduce Victor Hugo Morales en Continental y colaboradora del semanario ‘Miradas al Sur’, quien trata la temática en su medio “gracias a un esfuerzo mancomunado, porque no es fácil salir de la casuística policial y abordar directamente las desigualdades de género y la violencia contra las mujeres”.
García percibe que “hay una mayor responsabilidad en algunos medios y periodistas, para no caer en justificaciones hacia la violencia, que a esta altura de la democracia, son inadmisibles”, pero reconoce que “todavía falta mucha conciencia y conocimiento”. Un problema a enfrentar es que la violencia se considera “un tema de mujeres, un tema menor”. Sin embargo, la violencia hacia las mujeres, es un tema de mujeres, pero también, y sobre todo, de varones.
La periodista considera que es importante enfocar la temática desde una perspectiva regional, y empezar “a nombrar en femenino, darle entidad a todo un territorio que aún no parece tener nombre. Este mundo sigue siendo poderosamente masculino aunque sea ‘el siglo de las mujeres’; hay que enfrentar ese peso hasta que la balanza, algún día, se iguale”.
Lo términos, lo que se dice, cómo se dice, la carga cultural de las palabras son ejes a analizar cuando hablamos de violencia en periodismo. Como también las imágenes y la música que se utilizan para presentar las noticias. La periodista Mariel Fitz Patrick comparte sus dudas cuando tuvo que publicar la foto de una mujer golpeada “con lesiones visibles…pero definitivamente creo que, si bien puede ser de alto impacto, ayuda a que esta problemática sea más ‘real’, y no sólo una estadística que no deja de asombrarnos”. Porque las estadísticas son personas. Por eso, si bien los datos cuantitativos son importantes –sobre todo en periodismo- también lo son la lectura cualitativa. “Hay que humanizar –señala-, para que los casos no se conozcan cuando las mujeres ya fueron asesinadas”.
Para Fitz Patrick es necesario “sensibilizar a editores y jefes”, y suma otra duda: los reportajes a mujeres en situación de violencia o sobrevivientes “porque es difícil el abordaje, respetar su intimidad, el miedo a que el agresor se enoje aún más si el caso se hace público, y no revictimizarla al tener que contar su historia”. En este sentido, el periodista de Nueva Rioja, Julio Morales habla de que “las mujeres y su entorno son reacios a tomar contacto con el periodismo”.
Morales también ve como carencia que, en organismos oficiales, y sobre todo en la policía “es necesaria más capacitación y manejar otros valores para enfrentar el problema”.
Mariano Armagnague, director del diario Nueva Rioja reconoce que en su provincia “convivimos con conceptos sociales muy machistas y arcaicos, que en buena medida sirven para justificar conductas violentas. Aquí son muy pocos los casos que salen a la luz”. Pone como ejemplo “un pequeño escándalo que tuvimos, por la situación de un concejal cuya esposa lo acusó por haberla tratado violentamente. Este hecho, aunque polémico porque ambos serían aparentemente violentos, contribuyó a instalar el tema y exponer voces en contra”.
En San Luis “no hay información, no hay apoyo para las mujeres. Es urgente crear alguna organización”, suma el periodista Fabián Ferrarelli de El Punteño.
Para Mariel Fitz Patrick hay que incentivar la capacitación “para que el tema no lo cubran sólo periodistas que hacen género o son feministas”.
FUENTE: Periodismo Social
Archivo Adjunto
Archivo Adjunto
La violencia de género es una violación a los derechos humanos, que en el primer semestre del año les costó la vida a 126 mujeres en nuestro país, según la pesquisa que realiza la Casa del Encuentro a partir de las noticias publicadas en los medios de comunicación. Ante la ausencia de estadísticas oficiales, esta es la única estadística confiable con la que se cuenta en nuestro país. La misma organización contabilizó y analizó 231 femicidios en 2009.
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