Día decisivo: ¿Sigue Villepin el camino de Thatcher?

Siete semanas después de las primeras demostraciones masivas, los sindicatos franceses y los estudiantes pretenden dar el golpe de gracia a la controvertida reforma del mercado laboral.

El conflicto ha llegado entretanto también a los suburbios de inmigrantes, donde la mecha social no se llegó a apagar nunca tras los disturbios del otoño europeo del 2005.

El primer ministro, Dominique de Villepin, se encuentra cada vez más aislado en el gobierno y lucha por su supervivencia política. Los sindicatos ven un ataque fundamental a sus derechos y pretenden mantenerse firmes. «Todos los ingredientes para un escenario catastrófico están ahí», opina el periódico «France Soir». En vista del ambiente caldeado, casi nadie duda del éxito del día de huelga. Lo decisivo es lo que venga después. «Tenemos que aguantar sólo dos semanas, hasta las vacaciones», explicó un colaborador de Villepin.

Pero Francia está viviendo las mayores protestas estudiantiles desde las de mayo de 1968, y los sindicatos están unidos y decididos

como nunca antes. «Dominique de Villepin juega a ser Margaret Thatcher, pero no en el momento adecuado ni en el tema apropiado», se queja François Fillon, quien hace un año se sentaba en el gabinete de Villepin como ministro de Trabajo y Educación.

Villepin, admirador de Napoleón, parece atrapado en su enérgica intransigencia. Si cede, pierde la cara según la interpretación parisina, y la oportunidad de suceder a Jacques Chirac como presidente en el 2007. Pero le falta tiempo para aguantar a los sindicatos como lo hizo la «Dama de hierro» británica hasta que los doblegó. Dos tercios de los franceses rechaza su rumbo hacia el enfrentamiento y en en su propio campo acechan los magnicidas. El ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, quien durante un tiempo estuvo considerado un clon de Thatcher, está desestabilizando a Villepin con llamadas al compromiso. Y la ministra de Defensa, Michèle Alliot-Marie, dice muy inocentemente que ella abordaría la reforma de manera muy diferente: con diálogo social y pruebas en la práctica. (DPA)


Siete semanas después de las primeras demostraciones masivas, los sindicatos franceses y los estudiantes pretenden dar el golpe de gracia a la controvertida reforma del mercado laboral.

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