Diálogo y consensos, ¿dónde están?

A diario -desde los titulares y columnas de los medios de comunicación- encontramos referencias a llamados al diálogo para lograr consensos ante los conflictos que se dan a nivel internacional, nacional y local; organizaciones, partidos políticos, etcétera.

El «diálogo» parece estar en boca de todos, especialmente quienes ocupan cargos políticos. Pero muchas veces se ve una triste «parodia» del mismo ya que estos espacios de «diálogo» sólo son utilizados como un escenario público donde demostrar «nuestras buenas intenciones» y la «mala intención de los otros».

Estos aparentes «fracasos» llevan a descreer en el diálogo, el consenso, la negociación y la mediación como herramientas para superar las diferencias. Éste es el mensaje que como adultos muchas veces transmitimos a nuestros jóvenes y se refleja también en las aulas diariamente.

Con gran preocupación un alumno de 16 años planteaba: «¿Para qué sirve hablar? Hablar no sirve para nada».

Esto debe llevarnos a reflexionar sobre la pérdida del valor de la palabra.

La palabra como forma de relación con el otro, de reclamar y de buscar soluciones, está devaluada. Parece que un acto violento puede más que mil palabras.

Todos hablamos de diálogo pero en la práctica muchas «mesas de diálogo» -o como se las quiera llamar- son espacios para verdaderos monólogos donde el mismo tiene sentido siempre y cuando el otro diga y piense como yo lo hago.

«Vamos a sentarnos a conversar» -dicen algunos especialistas- es la mejor forma de arreglar el asado o la salida del fin de semana, pero cuando hay cuestiones serias y conflictos a abordar se deben desarrollar estrategias que favorezcan el diálogo.

Existen estudios serios acerca de las condiciones que deben darse para favorecer el diálogo, debiendo comenzar por la aceptación y abordaje temprano del conflicto, la consideración del otro, la escucha, el espacio físico y la efectiva participación en la construcción de las soluciones.

Muchas veces se piensa que dialogar es «perder el tiempo», que «no tengo nada que negociar porque yo tengo el poder». Aun las mejores soluciones, cuando no cuentan con la participación real del otro, tienen algún grado de posibilidad de ser boicoteadas y muchas veces «negociando» (abriendo el diálogo) podemos obtener mejores soluciones que «imponiendo», aun cuando se tenga el «poder» para hacerlo. «Negociando» no se pierde el poder sino que, a mediano plazo, éste se fortalece.

Da la impresión de que quienes tienen la responsabilidad de encauzar los conflictos públicos ignoran completamente los estudios de los especialistas o buscan conscientemente escalarlos hasta consecuencias insospechadas, lo que sería una gravísima irresponsabilidad.

Si se aplicaran las herramientas para la construcción del diálogo y el consenso, muchos conflictos podrían solucionarse o, por lo menos, disminuirían sus consecuencias negativas.

Los procedimientos de resolución alternativa de disputas, en especial la negociación y la mediación, pueden aportar herramientas útiles para esta construcción tan necesaria en todos los ámbitos.

En la mediación y negociación se busca «poner en palabras» el conflicto y hablar sobre él ya que poder ponerlo en palabras, definirlo, nombrarlo, es el primer paso para comenzar a transitar un camino para alcanzar aquello que las partes dicen necesitar.

Queda establecer los mecanismos y las políticas para que no se piense en la negociación y la mediación como «últimas instancias» a las que acudimos cuando ya no sabemos qué hacer con los conflictos sino como parte de los procesos normales de su gestión para el abordaje temprano de los mismos.

Para ello será necesario que desde los diferentes ámbitos pensemos en nuestra responsabilidad y comencemos a dar ejemplos de revalorizar la palabra. Quizá así logremos iniciar un camino para encauzar los conflictos que hoy nos preocupan como sociedad y nos encaminan a peligrosas divisiones sin retorno.

El manejo que vemos a diario de conflictos internacionales, nacionales o locales con sus consecuencias negativas y las posibilidades que podrían abrirse de aplicarse estrategias que facilitaran realmente el diálogo y el consenso nos llevan a preguntamos: diálogo y consenso… ¿dónde están?

 

DANIEL MARTÍNEZ ZAMPA

(*) Abogado y mediador. Magíster en Administración y Resolución de Conflictos. Coordinador web: www.mediacioneducativa.com.ar


A diario -desde los titulares y columnas de los medios de comunicación- encontramos referencias a llamados al diálogo para lograr consensos ante los conflictos que se dan a nivel internacional, nacional y local; organizaciones, partidos políticos, etcétera.

Registrate gratis

Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento

Suscribite por $1500 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora
Certificado según norma CWA 17493
Journalism Trust Initiative
Nuestras directrices editoriales
<span>Certificado según norma CWA 17493 <br><strong>Journalism Trust Initiative</strong></span>

Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios