Diego hizo vibrar a los cordobeses

El ídolo se sumó a la jornada inolvidable con el partido de homenaje a Daniel Valencia.

CORDOBA (DyN, enviado especial) – En una tarde nostálgica, con grandes glorias del fútbol argentino presentes, la «Rana» Valencia tuvo su merecido homenaje y nada menos que con la presencia de su compadre, Diego Maradona.

Un fútbol bien jugado de parte de los dos equipos -el combinado de ex jugadores de Talleres le ganó 3 a 2 al de ex seleccionados argentinos-, fue la característica, como era lógico suponer sin marcas, dándole paso al espectáculo, y Maradona, en su vuelta a las canchas argentinas, demostró que a pesar de los años y de los achaques la magia se mantiene intacta y su romance con la gente no ha perdido vigencia.

En el primer tiempo, si se apunta meramente a lo futbolístico, Talleres ese mostró algo más compacto merced al trabajo del «Negro» Chazarreta en el medio campo y algunos chispazos de Pablo Comelles más la solidez que le aportó Carlos Bustos en el fondo. En el medio, Diego, que por ese entonces tenía todo el aire, junto a Valencia deleitó a las casi quince mil personas que se dieron cita en el estadio «Olímpico». Al finalizar la etapa el público, todo de pie, tributó a los futbolistas un cerrado aplauso.

En el segundo tiempo hubo cambio de roles, ya que Maradona y Valencia pasaron a la selección. Con menos aire que antes pero con ese amor propio que siempre lo distinguió, Diego trató de llevar a todo su equipo adelante. Algunas de sus intervenciones fueron espectaculares. La mejor, a los 25 minutos, mereció también la mayor de las ovaciones: paró la pelota en la mitad de la cancha, hizo una rara pirueta de esas que sabe él, pasándola de atrás hacia adelante con un cruce de piernas, la levantó y, de zurda, antes de que cayera, la puso en el pecho de Bravo, que entraba por el otro sector.

Esa y otras jugadas más el trajinar de un Jorge Burruchaga para el que pareció que no hubieran pasado los años, la selección intentó llegar al empate, que estuvo muy cerca en varias ocasiones, aunque «Chocolate» Baley se encargó de negarlo.

No faltó, de todos modos, el gol de Maradona, a los 8 minutos. Fue una acción en que la llevó Diego y alargó para Burruchaga; éste hizo la pausa y, cuando lo atoraron, y la tocó otra vez para Maradona, quien le pegó por encima de Baley -estaba a dos metros de él- haciéndola caer dentro del arco. Lo que se dice, una definición maradoniana.

Sobre el final llegaron los festejos y hasta las lágrimas. Primero fue Diego, que dejó la cinta de capitán a Valencia después de un prolongado abrazo. Unos minutos después se fue el jujeño, llorando y bañado por los cálidos aplausos.

«Estoy feliz, gracias», dijo. Era suficiente. El objetivo, juntar dinero para las escuelitas que patrocina el «Rana» en Oruro (Bolivia) se cumplió con creces.

Fervor: Sin dudas en Córdoba se viven momentos de inusitada efervescencia, impulsada por el excelente presente de Talleres en el Apertura, también por el implacable paso de Instituto en la B Nacional, aunque la presencia del estelar Maradona fue la frutilla del postre.

Diego arribó a ayer por la mañana cuando la prolongada vigilia periodística había cesado, acaso por creer que el «Diez» ya no vendría al homenaje de su compadre y amigo José Valencia, tal como había prometido.

A Cuba: Maradona anticipó que permanecerá «tres o cuatro días más» con su familia y luego regresará «a Cuba» para continuar el tratamiento por su adicción a las drogas.

«Voy a estar tres o cuatro días más con mi familia y regreso a Cuba», informó Maradona, instantes antes de salir a la cancha, agregando que concurrió para estar con su «compadre y gran amigo porque Valencia le dio muchas alegrías al fútbol argentino y al fútbol de Córdoba».

En cuestión de segundos un Maradona de buen humor, espléndidamente predispuesto, aceptó sacarse fotos y repartió besos entre sus pequeños admiradores. «Con Valencia integré uno de los mejores equipos. Me acuerdo gratamente aquellos partidos que jugamos en Inglaterra e Irlanda», recordó. (DyN).


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