Diez alimentos «prohibidos», ahora reivindicados
A los fines de obtener los nutrientes necesarios para una buena alimentación, no hay una «lista negra» de alimentos; o al menos no debiera haberla, porque lo cierto es que la banana, el café, la cerveza o los fideos han tenido tradicionalmente muy mala prensa a los ojos de quienes quieren controlar su peso.
Son la capacidad de combinar y de moderarse con las cantidades las que, unidas a los nuevos conocimientos que se tienen de las propiedades de los alimentos en esta época , las que permiten respetarse eso de comer por placer; siempre y cuando se sepa exactamente cuándo hacerlo, cómo preparar las comidas, con qué frecuencia, en qué cantidad hacerlo y, eventualmente, si se están teniendo en cuenta todos los factores de riesgo. Saber qué comer resulta inseparable de cómo hacerlo.
Por lo pronto, se cuenta con evidencia suficiente como para reivindicar diez almentos que hasta hace poco tiempo no faltaban en ninguna lista de «prohibidos» cuando una persona decidía bajar de peso.
Chocolate. Por su alto contenido de flavonoides, tiene un efecto anticoagulante muy positivo para el funcionamiento cardiovascular. También es antidepresivo, dado que al ingerirlo el organismo produce triptófano, una sustancia que en el cerebro se transforma en serotonina, que brinda sensación de tranquilidad y placer. Una barrita (25 gramos) por día es suficiente para obtener los beneficios. Más, es vicio.
Café. Contiene antioxidantes como los tocoferoles y quinina, y minerales como el magnesio. Un estudio de la Universidad de Vanderbilt (Estados Unidos) señala que su consumo moderado (hasta tres tazas por día) ayuda a reducir el riesgo de diabetes tipo II, enfermedad de Parkinson, cáncer de colon y cálculos biliares
Licuado de banana. Prohibido en todas las dietas, un vaso tiene sin embargo casi igual número de calorías que un yogur entero. La ventaja es que su índice glucémico es más bajo. Es decir, el organismo tarda más en procesarlo y secretar insulina luego de ser ingerido. Esto le da un gran poder de saciedad, además de contar con las vitaminas del grupo B, el potasio de la banana y el calcio de la leche.
Huevos. Se les echaba la culpa de subir el colesterol LDL, y ahora se los recomienda para el desayuno, por ser fuente de proteínas altamente asimilables, y con gran poder de saciedad. Un huevo al día (duro, pasado por agua o poché) aporta sólo 75 calorías (igual que una fruta mediana) y 9 aminoácidos esenciales (por eso es una proteína tan completa), vitaminas B1, B2, B6 y B12, E y D, y minerales como el hierro, selenio, yodo, folato y zinc.
Pan. A igual peso, tiene mayor poder de saciedad y menor contenido graso que las galletitas «de agua». Es una fuente de proteínas, almidones y vitaminas (sobre todo cuando es integral). Se pueden consumir una o dos rebanadas en el desayuno y la merienda, y tratar de evitarlo en el resto de las comidas, si se quiere adelgazar.
Cerveza. Existen cada vez más datos sobre los compuestos fenólicos de la cebada y el lúpulo, las catequinas y flavonoides, que tienen efectos antioxidantes. En tanto, sus fitoestrógenos (estrógenos vegetales) protegen contra el cáncer. Según un estudio del Laboratorio Widdowson, del Centro de Nutrición Humana de la universidad británica de Cambridge, el silicio de la cerveza tendría un efecto positivo sobre la osteoporosis. Y según la Universidad de Graz (Austria), «aquellos que beben dos vasos de cerveza regularmente, tienen una agilidad mental superior a la de los abstemios». Salud.
Helado. Con moderación, está absolutamente permitido aún para quienes siguen planes de adelgazamiento. Una bocha de helado de agua tiene unas 50 calorías, y una de crema, 100, mientras que una porción de ensalada de frutas tiene aproximadamente 180. A esto se llama derribar mitos…
Fideos. La culpa de que hayan sido desterrados de las dietas no es de ellos, sino de las salsas. Se pueden incluir en el menú una o dos veces por semana, con algún aliño liviano (de tomates, o crema). Los que quieren adelgazar deben preferir los «moñitos» o «tirabuzones» a los spaghettis largos, ya que tienen un índice glucémico más bajo y por eso mismo causan mayor saciedad.
Aceites. Son buenos todos los de origen vegetal (girasol, maíz, soja, uva, canola, oliva y chía). Los aceites crudos proveen de ácidos grasos esenciales (el organismo no los fabrica y los incorpora sólo mediante alimentos) para la formación de las hormonas y las membranas de las células. También participan en la absorción y transporte de vitaminas liposolubles y son fuente de energía (aportan 9 calorías por gramo).
Carne de cerdo. Durante mucho tiempo se la relegó porque se la consideraba muy grasosa. Pero con la actual alimentación en criaderos, algunos de sus cortes, como el carré, son realmente magros. Además, es una buena fuente de hierro, potasio, magnesio, fósforo y vitamina B.
MARIA NARANJO
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