Dilema paterno en la modernidad: Espiar o no a los hijos

En el siglo XXI en Estados Unidos, la paternidad y la paranoia a menudo andan juntas.

Para algunos, el hermoso acontecimiento del nacimiento de un bebé es seguido por vigilancia de alta tecnología con un sistema de monitoreo que sigue los ritmos respiratorios del infante y envía imágenes infrarrojas desde su cuarto. El paso siguiente podría ser una cámara oculta para vigilar a la niñera. Los niños en edad escolar pueden ser equipados con GPS para ofrecer a los padres sus ubicaciones en caso de problemas.

Para lidiar con las incertidumbres de la adolescencia algunos padres adquieren spyware para monitorear a sus hijos en la internet y en sus celulares. Otros realizan análisis de drogas en casa.

Todo eso junto representa una industria multimillonaria que trata de capitalizar los temores de los padres, agravados por la publicidad de algunos secuestros y los peligros que acechan en la internet.

“Existe una nueva serie de retos para los padres, y toda una serie de herramientas nuevas para ayudarles en su tarea’’, dijo David Walsh, un psicólogo de niños en Minneapolis. “Por otra parte, tenemos industrias muy poderosas que crean esos productos y desean vender todo lo posible, así que tratan de convencer a los padres de que los necesitan’’.

A algunos padres es fácil convencerlos.

En la ciudad de Nueva York, un ex policía y político grabó un video este año en el que ofrece consejos a padres sobre cómo revisar los dormitorios y posesiones de sus hijos en busca de drogas y armas. En el video, el senador estatal Eric Adams, que tiene un hijo adolescente, insiste en que los menores no tienen derecho constitucional a privacidad en sus casas y muestra cómo pueden ocultar drogas en sus mochilas, cajas de joyas e incluso debajo de los vestidos de muñecas.

“Uno tiene la obligación y el deber de proteger a los miembros de su hogar’’, dice.

Otra que promueve a la vigilancia activa es Mary Kozakiewicz, de Pittsburgh, cuya hija Alicia fue secuestrada en el 2002 a la edad de 13 años por un hombre al que había conocido en la internet. El hombre la encadenó, la golpeó y la violó, antes de que fuese rescatada cuatro días más tarde.

En años recientes, madre e hija han hecho campaña para llamar la atención sobre los peligros en la internet.

Mary Kozakiewicz llama a los padres a monitorear el uso de computadoras y celulares de sus hijos, y dice que aquellos padres que no lo hacen por respeto a la privacidad están siendo ingenuos.

“No se trata de privacidad, se trata de mantenerles a salvo’’, dijo.

Al otro lado del espectro están padres como Lenore Skenazy, madre de dos adolescentes en la ciudad de Nueva York, que escribió un libro titulado: “Free Range Kids: How To Raise Safe, Self-Reliant Children (Without Going Nuts with Worry)’’ sobre cómo criar hijos independientes y prudentes.

Skenazy, que dejó que uno de sus hijos viajase solo en el metro cuando tenía 9 años, dice que muchas compañías explotan los temores arraigados de los padres sobre la seguridad de sus hijos.

“La idea que promueven es que la única forma de ser un buen padre o buena madre es vigilar a tu hijo todo el día’’, dijo. “Te hace sentir que nada debe ser más importante que monitorear a tu hijo a casa segundo … desde que nace hasta que se va a la universidad’’.

Joe Kelly, de Minnesota, tiene dos hijas mellizas, ahora adultas, y fundó un grupo llamado Dads and Daughters (Padres e Hijas). Al igual que Skenazy, Kelly lamenta la explotación comercial de las ansiedades de padres y madres.

“Los mercados azuzan el temor de que algo terrible le va a suceder a tus hijos, pese a que las probabilidades son minúsculas’’, dice. “Podría suceder, pero es mucho más grave hacer que toda la niñez gire en torno a esa posibilidad remota’’.

Psicólogos que trabajan con adolescentes problemáticos dicen que los padres a menudo preguntan si deben espiar más a sus hijos.

“En términos ideales, los padres establecen una buena comunicación y confianza con sus hijos, y no tienen que hacer esas cosas’’, dijo Neil Bernstein, un psicólogo que trabaja en Washington. “Pero si el hijo está haciendo algo que genera sospechas, no se puede esperar que los padres den la espalda y no monitoreen’’.

Bernstein, autor del libro “How to Keep Your Teenager Out of Trouble and What to do if You Can’t’’, dice que el mejor enfoque es mantener un equilibrio: no ser paranoico y ultravigilante, pero tampoco ser desentendido y negligente.

Una mirada a las tácticas y productos de monitoreo disponibles para padres:

Monitores de bebés:

Esos aparatos, algunos limitados a audio y otros con video, tienen una reputación mixta. Pueden proveer a los padres tranquilidad mental, pero a veces acentúan las ansiedades.

Aparatos de rastreo:

Van desde alarmas pequeñas adjuntadas al cuerpo a localizadores con GPS que pueden ser colocados en una mochila o dentro de una muñeca, y algunos empleando señales de satélite para ubicar a los hijos por medio de sus celulares.

Spyware:

Algunas compañías proveen programas para monitorear desde mensajes de texto hasta correos electrónicos y andanzas en la internet.

Análisis de drogas:

Comparado con software y aparatos de rastreo, los equipos caseros de análisis de drogas son relativamente simples y baratos. Pero crean dilemas para los padres, que se debaten entre la posibilidad de alienar a sus hijos y vivir con dudas.


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