Dime cómo escribes y te diré quién eres

Un trazo, una palabra, una carta o una firma pueden dejarnos al desnudo. Mientras los peritos calígrafos saben ver mucho más allá de lo que está escrito, los expertos grafólogos pueden leer hasta el último secreto de nuestra personalidad.

Así como no hay en el mundo dos huellas digitales idénticas, tampoco hay dos caligrafías iguales. Nuestra forma de escribir es tan única como nuestro ADN y, sabiendo eso, grafólogos y calígrafos son capaces de descubrir hasta nuestros secretos más íntimos a través de un puñado de palabras escritas de nuestro puño y letra, sin que podamos hacer ningún tipo de trampa para evitarlo.

Los primeros podrán saber si somos tímidos, felices o mentirosos; incluso podrán detectar si estamos enfermos. Los segundos podrán esclarecer si un trazo es o no producto de nuestra pluma y, con ello, develar muchas verdades.

Peritos calígrafos y grafólogos no son lo mismo -de hecho, están muy lejos de serlo- pero tienen algo en común: la capacidad de leer más allá de la palabra manuscrita y descifrar cosas que probablemente ni el propio escribiente sabe.

Miles de causas judiciales se han resuelto por un análisis caligráfico y otras miles de personalidades se han develado con la ciencia de los grafólogos.

El perito calígrafo Patricio Roldán, único calígrafo oficial del Poder Judicial de Río Negro desde 1989, asegura que hasta el mejor falsificador puede copiar el trazo o la firma de una persona, pero jamás podría igualarlo. “Lo que se conoce como el “gesto gráfico” en la escritura de una persona es un automatismo, es algo que se hace inconscientemente y que personaliza y define la escritura propia. Se puede imitar pero nunca igualar porque ese automatismo es único, inconsciente e involuntario a la hora de escribir”, explica el experto. Y eso rige invariablemente, tanto para quien intenta copiar la firma de otro como para quien pretende ocultar su identidad escribiendo “distinto” a como lo hace habitualmente.

Por su parte el grafólogo Octavio Tenembaum, especializado en grafoterapia, asegura que a través del análisis de una carta manuscrita en condiciones ideales (el escribiente sentado cómodamente, usando bolígrafo y sobre una hoja blanca tamaño A4) se pueden interpretar todos los aspectos del carácter y el ánimo de esa persona. Afirma que la escritura “se relaciona con lo más profundo del ser humano, lo toma en su totalidad: mental, emocional y físicamente, todo intrincadamente relacionado”. (ver entrevista).

Pedro José Foglia, otro grafólogo y autor de varios libros, asegura que mediante la escritura “podemos llegar a conocer los sentimientos que se encuentran en las profundidades del alma humana” y que esos signos gráficos son el reflejo de “las funciones intelectuales, fisiológicas y psicológicas del individuo”. Por eso en su libro sobre grafopatología “Signos de enfermedad en la escritura” (Ediciones La Rocca – 2008) asegura que existen maneras de escribir que revelan el buen o mal estado de salud de quien traza sus palabras en una hoja, e incluso que las particularidades de esa escritura pueden develar qué tipo de enfermedad es la que padece la persona.

¿Pero cómo puede un perito calígrafo, analizando apenas una carta, un testamento, un pagaré o hasta un grafiti, emitir un dictamen con el que la justicia luego definirá el destino de una persona? Roldán lo responde con claridad: “Nuestra labor judicial tiene por objeto determinar la falsedad o autenticidad de todo tipo de documentos, incluso impresos o dactilografiados, aunque con hincapié en las firmas y manuscritos, ya que la forma de escribir o firmar de una persona es como su huella digital y se mantiene en cualquier circunstancia, no importa si está nerviosa, alcoholizada, si intenta cambiar su letra o si usa cursiva o imprenta. Y aunque trabajamos con distintos equipos, la experiencia y el ojo entrenado son fundamentales. Esa pericia se presenta al juez y, aunque no es vinculante para su fallo, es muy importante”.

El profesional, que es calígrafo público nacional, egresado de la Universidad de El Salvador y autor de tres libros sobre la materia, a diario analiza cheques, cupones de tarjetas de crédito o débito, recibos de sueldo, billetes, cartas y escritos anónimos, aunque en su larga carrera también ha tenido que peritar grafitis con amenazas escritos con aerosol en paredes, y hasta frases que un homicida escribió en el cuerpo de su víctima luego de un asesinato por celos.

Y así como el “gesto gráfico” es inigualable, también lo es la “historia gráfica” de una persona. Según explica Roldán, es la “involución” que afecta a la forma de escribir a lo largo de los años, hasta la vejez, y que se puede analizar retroactivamente para peritar, por ejemplo, firmas hechas hace muchos años. “Si se pone en duda un pagaré de hace 10 o 20 años alegando que la firma es distinta a la firma actual del deudor, se puede analizar la variación de su gesto gráfico para determinar si, pese a las diferencias, el documento lo firmó la misma persona”, ejemplifica el experto. (ver gráfico)

De un escrito hecho con bolígrafo se puede peritar no sólo el trazo, sino también el papel y los borrados. También se puede confirmar si se usó para todos los trazos la misma lapicera, marcador o tinta, ya que cada uno -pese a que se producen en serie- deja una marca diferente. “Se pueden analizar las estrías que quedan en el trazo, el grosor y la tinta. Aunque sean dos bolígrafos nuevos, sacados de la misma caja, la pericia puede detectar diferencias”, detalla Roldán.

También pueden peritarse fotos, fotocopias o faxes que contienen un manuscrito o firma para descubrir su autenticidad, aunque en estos casos los expertos dejan a salvo sus “expresas reservas” por desconocer los documentos originales.

Los documentos impresos son otro universo para los peritos, que mediante el análisis pueden detectar si hubo agregados o supresiones posteriores a su firma en contratos, documentos de identidad o registros de cualquier tipo. Y también pueden analizar la impresora, máquina de escribir o copiador con el cual fueron emitidos esos documentos, ya que cada uno de esos aparatos deja una suerte de ADN gráfico sólo perceptible por expertos.

El perito calígrafo Patricio Roldán en su laboratorio.

Marcela Marín

marcelamarin@rionegro.com.ar


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