“Dios no hace falta” y otras profecías geniales

En los últimos tiempos el famoso físico británico, Stephen Hawking, ha conmovido a la opinión pública con aseveraciones que nacen en la ciencia pero atraviesan otros territorios vinculados con la fe y el saber popular.

Claudio Andrade

candrade@rionegro.com

Para espanto de unos y regocijo de otros, el genio está hablando. Y el que habla, este verdadero “Talking Head”, es Stephen Hawking, el hombre vivo más brillante del mundo y uno de los científicos más lúcidos de la historia de la humanidad. ¿Comparado con quién? Pues, compárelo si gusta, con Einstein, da Vinci o Freud.

Entre otros logros intelectuales, en los 70, Hawking se sirvió de las matemáticas para señalar las propiedades de los llamados (y por entonces más sujetos a borrosas especulaciones que hoy en día) “agujeros negros”. En la misma década aplicó la Teoría de la Relatividad General a los principios de la mecánica cuántica. Demostró que los agujeros negros, a pesar de su irresistible consistencia, podrían dejar escapar radiación e incluso explotar y esfumarse de la faz del Universo.

Hasta hace unos años, Hawking todavía figuraba en el firmamento de los supercerebros como un científico dedicado a complejas labores que probablemente generaciones enteras nunca llegarían a comprender aun si sus trabajos implicaban el progreso de la sociedad global. Sin embargo, este hombre esclavo de su propio cuerpo debido a una enfermedad degenerativa, fue acercándose más y más al territorio de la divulgación científica y por lo tanto de los simples hombres.

En 1988 Hawking publicó “Historia del tiempo: del big bang a los agujeros negros”, un libro que se transformó en best seller alcanzando los 10 millones de ejemplares vendidos. No es un libro fácil. Pero el esfuerzo del científico por relatarle de un modo llano al ciudadano común los secretos del Universo tuvo su respuesta en la masividad. Consciente de que el libro no era precisamente un policial escrito a la medianoche, Hawking publicó en el 2005 “Brevísima historia del tiempo”.

Entonces algunas cosas extrañas comenzaron a ocurrir. El conocimiento de Hawking ha empezado a colisionar con la fe religiosa, ciertos saberes populares y con otras deducciones científicas que se daban por sentadas. Y así, tal como se encontraban, nos dejaban conformes a todos.

“La ciencia no es tan buena como el sexo pero dura más.”, le dijo días atrás a una audiencia que rugió ante su aseveración, vertida desde su corteza cerebral a un emisor de voz electrónico que lo reviste de un aura de personaje de “Viaje a las estrellas”. Esta máxima erótica es de lo más cálido que ha asegurado últimamente.

Dios es igual a nada

Hubo un tiempo en que Hawking fue amado por el Vaticano. En 1988 afirmaba en “Una breve historia del tiempo”: “Si descubrimos una teoría completa, sería el último triunfo de la razón, porque entonces conoceríamos la mente de Dios”.

¿Pero estaba Stephen Hawking diciendo lo que estaba diciendo o su afirmación era una metáfora de base científica que en el fondo del fondo no hacía otra cosa que, justamente, descartar la figura de Dios de la ecuación que teóricamente dio inicio al Universo? ¿Dios es igual a nada?

En septiembre del 2010, Stephen Hawking publicó su libro “El gran diseño”, en el cual asegura: “No hace falta un Dios para la creación del Universo”.

En una entrevista con “The New York Times” realizada hace unos días, el autor explicó que las pequeñas fluctuaciones cuánticas en el principio del Universo se convirtieron en la semilla de la cual surgieron las galaxias, las estrellas y en última instancia, la vida humana. “La ciencia predice que muchos tipos diferentes del Universo se crearon espontáneamente de la nada. Es una cuestión de azar el hecho de encontramos aquí”, dijo. El físico indica que el Big Bang fue una consecuencia inevitable de las leyes de la física y que las nuevas teorías científicas hacen redundante el papel de un creador.

“Dado que existe una ley como la de la Gravedad, el Universo pudo crearse a sí mismo –y de hecho lo hizo– de la nada. La creación espontánea es la razón de que exista algo, de que exista el Universo, de que nosotros existamos”, indicó.

Hawking anticipó que con los nuevos instrumentos dedicados a escrutar el espacio, tales como los que utiliza la misión de la Agencia Espacial Europea Planck, se podrían detectar las huellas dactilares de la antigua luz, aquella que emergió en los primeros momentos del Universo y así determinar cómo llegamos a ocupar un lugar en el espacio. Pero Hawking no está diciendo, de ningún modo, que se trate de la huella dactilar de Dios.

El Paraíso, un cuento de hadas

Como si esto fuera poco, días atrás en una conversación con “The Guardian”, Hawking remarcó su posición despojada de la idea de divinidad. “Yo considero al cerebro como un computador que dejará de funcionar cuando fallen sus componentes. No hay paraíso o vida después de la muerte para los computadores que dejan de funcionar, ése es un cuento de hadas de gente que le tiene miedo a la oscuridad”, señaló.

A la manera de aquel poeta de D.H. Lawrence, Hawking no mostró en la conversación con el matutino inglés lástima por sí mismo o su enfermedad: “He vivido con la perspectiva de una muerte prematura durante los últimos 49 años. No tengo miedo de morir, pero no tengo prisa por morirme”, dijo.

La filosofía ha muerto

En su libro “El gran diseño”, Hawking tampoco se guardó de criticar duramente el papel actual de la filosofía. En el primer capítulo “El misterio del ser” dispara: “Viviendo en este vasto mundo, que a veces es amable y a veces cruel, y contemplando la inmensidad del firmamento encima de nosotros, nos hemos hecho siempre una multitud de preguntas. ¿Cómo podemos comprender el mundo en el que nos hallamos? ¿Cómo se comporta el Universo? ¿Cuál es la naturaleza de la realidad? ¿De dónde viene todo lo que nos rodea? ¿Necesitó el Universo un creador? La mayoría de nosotros no pasa la mayor parte de su tiempo preocupándose por esas cuestiones, pero casi todos nos preocupamos por ellas en algún instante.

Tradicionalmente, ésas son cuestiones para la filosofía, pero la filosofía ha muerto. La filosofía no se ha mantenido al corriente de los desarrollos modernos de la ciencia, en particular de la física. Los científicos se han convertido en los portadores de la antorcha del descubrimiento en nuestra búsqueda de conocimientos”.

Este párrafo recibió una dura contestación del mismísimo Umberto Eco, quien calificó la argumentación de muy tonta.

¡Abandonen el planeta!

A mediados del 2010 Hawking también indicó al sitio “Big Think”, de un modo un tanto alarmante, que los humanos “deberían colonizar el espacio en los próximos dos siglos para evitar la extinción de la especie”. Una de las razones que esgrimió es el crecimiento de la población versus los recursos naturales “finitos”. “Será difícil evitar un desastre en los próximos 100 años, y muchísimo más en los próximos miles de millones de años. Nuestra única chance de supervivencia a largo plazo será abandonar el planeta Tierra y colonizar el espacio”.

Ya en abril del 2010, el físico había afirmado en un documental del Discovery Channel para espanto y consternación de los ufólogos que es “perfectamente racional” asumir que existe vida inteligente fuera de la Tierra. Pero, y aquí es donde vienen el espanto y la consternación, advirtió que los extraterrestres podrían invadir la Tierra para abastecerse. “Si los aliens nos visitan, las consecuencias serán similares a cuando Cristóbal Colón desembarcó en América, algo que no terminó bien para los nativos”.

El científico sostuvo que en lugar de intentar contactar a los extraterrestres, los humanos deberían evitarlos.


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