Disciplinar desde arriba
Con el primer cumpleaños a la vista, el gobierno evalúa que está haciendo bien los deberes económicos, a pesar de que no desconoce que habrá que seguir transitando por terrenos pantanosos. En materia energética, por ejemplo. Con las valijas listas para viajar otra vez a los Estados Unidos, el presidente Néstor Kirchner apuesta al factor sorpresa y a la esperanza que abrió en gran parte de los argentinos, aunque admite errores propios y que los políticos, colegas suyos al fin y al cabo, siguen «en deuda con la gente».
Ya nadie se atreve a refutar la existencia de impunidad y actos aberrantes que involucran a funcionarios públicos. El destierro de tales prácticas tuvo un empuje a partir de un hecho trágico, el secuestro y muerte del joven Axel Blumberg, cuyo padre Juan Carlos tomó la posta de la sentida exigencia de mayor seguridad, de la que no se hacían eco -al menos con la contundencia necesaria- legisladores, jueces, intendentes y policías.
En los últimos tiempos comenzó a blanquearse el funcionamiento de bandas delictivas que, con la complicidad del Estado, se apropiaban de cuantiosos botines, mientras se tomaba conocimiento de que, menos sangrientos, «servidores» públicos cobraban suculentos «sobresueldos en negro» de hasta 50 mil pesos, amparados por leyes secretas.
Si es esta una oportunidad histórica o no para transformar viejas y repetidas recetas, es algo que se verá. Es, con una cultura hipócrita tan arraigada, razonable dudar: ¿Hasta dónde es genuino el clamor para reconciliar las instituciones con la sociedad? Es cierto, como dice el Presidente, que los que cumplen con las normas parecen ser los tontos de la película y que cada intento por motorizar una reforma en los partidos, sucumbe frente a los que ocultan las fuentes de financiamiento o se esconden detrás de las listas sábanas para acceder a los cargos.
En voz alta, Kirchner llegó a soñar con un acto multitudinario «refundacional» frente a la Casa Rosada, el próximo 25 de mayo. Eso fue antes de la inconveniente sobreactuación en la tuerta ceremonia de recuperación de la ex ESMA para constituir allí un monumento al horror que se vivió durante la dictadura de Videla, Massera y Agosti. Y previo a las descomunales marchas, sin «aparatos» -esto es militantes pagos que se desplazan en colectivos alquilados-, convocadas espontáneamente por el ingeniero Blumberg.
Con un ancla en los malhadados años 70, el patagónico empezó a recapacitar sobre su manera de construir poder. No estuvo del todo desacertado, ya que ascendió con un 22 por ciento de los votos y hoy todas las encuestas le dan alrededor del 70 por ciento de aceptación. Está empeñado en seguir el rumbo, tratando de disciplinar al conjunto desde arriba hacia abajo. No renuncia a abrirse a los sectores transversales, pero al parecer no descuidará tampoco a partir de ahora a los compañeros del Partido Justicialista, por más que a muchos les haya hecho la cruz por considerarlos «irrecuperables». Administrador estricto, a K se le escuchó decir: «El PJ no se lo regalo a nadie».
El titular de Interior Aníbal Fernández hace malabares para que no se corten los puentes entre K y el PJ, pese a que al mismo tiempo el jefe de gabinete Alberto Fernández maniobra el picaporte para que entren al despacho presidencial Carlos «Chacho» Alvarez, Hermes Binner -el socialista rosarino que estaría por reemplazar a Ginés González García en el Ministerio de Salud-, Luis Juez y Aníbal Ibarra.
Alberto Fernández no es ingenuo. Aspira a dominar el distrito capitalino y es consciente de la buena sintonía establecida entre Kirchner y la clase media porteña. Es el mentor para que, al margen de los anuncios presidenciales con los que se espera sacudir a la opinión pública durante mayo (es seguro que habrá aumentos para estatales sin alterar el equilibrio fiscal ni incurrir en gastos superfluos, y mal que le pese al ministro Roberto Lavagna) , los políticos decentes recuperen terreno.
Se quiere limitar al máximo las comparaciones odiosas con las movilizaciones que está encarando Blumberg. No se descarta, empero, un festival patriótico, en el que los imanes sean artistas populares… y K.
Si bien el santacruceño no es amante de los cambios de elencos, está evaluando algunos retoques, mientras mantiene a buen recaudo a la oposición: el centro derecha todavía brilla por su ausencia, por más que se vayan en amagues Ricardo López Murphy, Mauricio Macri y Jorge Sobisch. El neuquino no descuida la búsqueda de una pata peronista. El centro izquierda, con «Lilita» Carrió a la cabeza, empezará a hacer campaña para 2005, machacando con que Kirchner no tiene un plan de largo aliento y es un prisionero del «mafioso» Eduardo Duhalde. «El peronismo sigue siendo en esencia menemista y lo único que busca es el queso», afirma la dirigente del ARI.
Duhalde no resigna espacio territorial en la provincia de Buenos Aires y no deja de coquetear con Macri, un adversario ideológico del Presidente que no tiene inconvenientes, tampoco, en dialogar con el vicepresidente Daniel Scioli. El «cabezón» está analizando dar una parcela de puestos -no más de un cuarto- a kirchneristas que renieguen de la transversalidad que encarnan el canciller Rafael Bielsa o los diputados Miguel Bonasso y Claudio Lozano. Se prepara, además, para candidatearse a senador nacional el año entrante.
Las próximas semanas, por otro lado, serán decisivas para encarar la crisis energética, reformular la imprevistamente deteriorada relación con Chile por las restricciones a las exportaciones de gas y avanzar en la propuesta a los acreedores externos. En el círculo de Kirchner dicen que el presidente se siente «defraudado» con el chileno Ricardo Lagos. «Confió en que éste jugaría con él para poner en caja a las empresas, y en lugar de eso lo encontró haciendo lobby para las multinacionales». La señal que dará el 11 de mayo, creando una firma nacional testigo asociada a Brasil y Venezuela, será estratégica. «Chile, en realidad, desde hace mucho que dejó de mirar a Latinoamérica, siempre se inclinó por vincularse con Estados Unidos y México y ahora grita porque no se le envía el gas argentino». Los kirchneristas aseguran que por nada del mundo el Presidente descuidará al mercado interno, para favorecer a los consumidores chilenos y a las compañías extranjeras.
Kirchner, quien en Estados Unidos sería sometido a un examen médico, aceleró el lanzamiento de la empresa nacional de energía para recuperar el manejo de un recurso estratégico, guardándose para sí «una acción de oro».
Hiperkinético e impulsivo, al presidente le gustaría un vínculo distinto con los medios de difusión. Es sabido que se está redactando una nueva ley de radiodifusión (la actual fue elaborada durante un gobierno militar), en procura de efectivizar una real democracia informativa. Julio Bárbaro, Osvaldo Nemirovsci y Miguel Núñez sostienen que no hay que mostrarse intransigentes y mantener las posiciones de mercado. Más duro, el presidente Kirchner y su jefe de gabinete Fernández, insisten en poner límites a las empresas más fuertes e incluso no les temblaría el pulso para quitar algunas licencias antes de fin de año.
La visita a EE.UU. es no oficial. Hablará ante más de un millar de personas convocadas por el Comité Judío, donde entre otros conceptos reiterará que los atentados contra la embajada de Israel en Buenos Aires y la AMIA, constituyen una «vergüenza».
No se organizó ningún encuentro con el presidente George Bush. Pero llevará una carpeta al Consejo de las Américas que integra Rockefeller, y allí dará cuenta de su gestión económica «en todo sentido previsible».
Polemizará con el economista Paul Kruggmann y tratará de conseguir inversiones tecnológicas, financieras y productivas. Eso, manteniéndose en su trece ante Anne Krueger, titular del FMI: la Argentina no destinará más del 3 por ciento de su superávit del PBI, al pago de los acreedores externos.
Arnaldo Paganetti
arnaldopaganetti@rionegro.com.ar
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