Distracción

Héctor Mauriño

Ocupado en un sueño tan elevado como la candidatura presidencial, el gobierno anda un tanto lento de reflejos para administrar su propio pago. Al menos en dos oportunidades en el último mes y medio tuvo que enfrentar conflictos que nacieron de la nada y crecieron vertiginosamente hasta poner en riesgo la propia gobernabilidad. Primero fue el grave problema del agua en Cutral Co y Plaza Huincul, que puso en vilo a la población recordada por haber alumbrado dos puebladas y de milagro no se llevó puesto a algún funcionario provincial.

En esa ocasión la pachorrienta administración del EPAS se dejó estar, hasta que el gabinete en pleno tuvo que ir a poner la cara para calmar los ánimos. El caso les costó al gobernador y a los ministros algunos desaires e insultos por parte de los ofuscados vecinos, pero finalmente el fuego pudo ser apagado con un océano de agua mineral.

Esta semana le tocó el turno al impuestazo. El tema comenzó un par de semanas atrás en Villa La Angostura cuando los vecinos se anoticiaron de que sus inmuebles habían sido revaluados en un 4.000%, desencadenando alzas del Impuesto Inmobiliario de entre 300 y 400%. El tema motivó un reclamo destemplado de las fuerzas vivas que amenazó con arruinarle a Sobisch su costoso encuentro de «políticas locales», donde el candidato presidencial neuquino buscaba florearse con importantes invitados.

Ese fue sólo el aperitivo. La semana que culmina arrancó con los vecinos de San Martín de los Andes organizándose para resistir el revalúo «confiscatorio» del gobierno. El punto culminante de tensión se produjo durante una asamblea realizada en la sede municipal el jueves por la noche, encabezada por el intendente justicialista Jorge Carro, un hombre que para más datos está lejos de ser amigo de Sobisch porque hace muy poco dejó su lugar en el gobierno de Kirchner para hacerse cargo de la intendencia.

A esa altura de la imperdonable distracción oficial ya había tomado cuerpo una verdadera rebelión fiscal. Los vecinos se declararon en asamblea permanente, decidieron no pagar un centavo hasta que no se volviera atrás con la medida y el propio intendente se comprometió a canalizar un amparo colectivo y hasta una acción de inconstitucionalidad. Se oyó hablar allí, en fin, de protestas tan temidas por los gobernantes como los «cacerolazos y apagones». Una tímida suspensión de la medida, decretada sobre la hora por Sobisch para tratar de impedir que todo se saliera de madre, se reveló tardía e insuficiente. De manera que ayer tuvo que «bajar» el propio gobernador y prometer que eliminaría el revalúo para que las aguas comenzaran a aquietarse.

Si cualquiera podría preguntarse cómo el gobierno se dejó estar tanto tiempo sin percibir que se estaba activando un volcán. La respuesta bien podría encontrarse en la meneada proyección nacional del gobernador. Desde el comienzo del mandato, hace tan sólo cuatro meses, es ostensible que éste privilegia su candidatura presidencial. Esa labor para la que sin embargo ningún neuquino lo ha elegido.

Dicho en otros términos, cuando sus colaboradores le presentaron el dichoso «revalúo fiscal», Sobisch puede haber estado tan concentrado pensando en sus encuentros con el comisario Patti y el inefable Herminio Iglesias que no atinó a prever que desencadenaría un terremoto.

La segunda reflexión que animan estos hechos no parece menos inquietante que la primera: ¿tan poco convencido está el gobierno de sus planes, que a la más mínima insinuación de conflicto da marcha atrás?

Esto último no es novedoso en el comportamiento político de Sobisch. Ha ocurrido en incontables oportunidades desde su primera gestión en 1992. El horario desdoblado, el primer conflicto docente, la ley de arraigo, la ley Federal de Educación… son algunos de los muchos casos en los que el gobernador ha girado en redondo con tal de no pagar los mentados costos políticos. Todo a despecho de que su propósito fuera o no valioso para los intereses de la provincia.

En el caso de el Impuesto Inmobiliario, lo que parece haber ocurrido es que las propiedades se cuentan entre los bienes que más rápidamente han recuperado sus valores en dólares desde que se produjo la devaluación. Desde luego no ha ocurrido lo mismo con los salarios, que en términos generales se han mantenido en niveles similares a los de la convertibilidad.

Esto parece ser más ostensible en localidades turísticas como La Angostura y San Martín, donde casas y terrenos alcanzan hoy precios muy altos en relación con otros puntos de la provincia y el país. Allí, junto a pobladores que viven en propiedades cuyo precio se ha multiplicado pero que siguen dependiendo de un salario o de una jubilación, conviven inversiones inmobiliarias de gran magnitud concretadas por sectores con altísimo poder adquisitivo.

Dicho en otros términos, el revalúo del gobierno no parece ser en definitiva ni tan bueno ni tan malo. Su validez dependería en todo caso de la situación particular de una amplia gama de contribuyentes. Porque así como para buena parte de ellos resultaría abusivo, para otros se revela absolutamente necesario. Justamente esto es lo que el gobierno no parece haber contemplado previamente.

 

Héctor Mauriño

vasco@rionegro.com.ar


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