¿Doble comando?

Redacción

Por Redacción

Por más que hable a partir del resentimiento y en nombre de peronistas que le tienen tirria a los Kirchner, mucho de lo que ha dicho (Eduardo) Duhalde no está lejos de la realidad. Pero como lo hace a partir de la pérdida del poder y del ninguneo al que lo somete el matrimonio presidencial, sus palabras parecen caer en un saco roto y no detienen el empuje de la presidenta Cristina Fernández, quien acaba de ratificar la alianza estratégica con su par Lula, del Brasil.

Aunque parezca paradójico, la reflexión es de autoría de un fiel seguidor de Néstor Kirchner. Si bien asiente disciplinado este peculiar dirigente del riñón K ante el castigo que el patagónico mandó propinarle a su antecesor (Duhalde no fue invitado a la comida de agasajo a Lula en la Cancillería, a la que sí asistió el ex mandatario Raúl Alfonsín), atempera la situación señalando que la ofensiva radial de quien fue «piloto de tormenta», tras la fuga de Fernando de la Rúa, «no es tan grave».

«Sí, es muy grave», retrucó otro kirchnerista del conurbano bonaerense. «Falta gestión. Como están las cosas -expuso con dramatismo- no se puede seguir… volcamos en un año…»

«Duhalde -contestó el primero- simplemente advirtió de la existencia de un 'doble comando', de la alteración más que evidente de los números de la inflación y de la inconveniencia de acumular millonarias reservas frente a jubilados pobres. No se atrevió a denunciar, como hace (Elisa) Carrió, un gobierno fantoche o un fraude gigantesco al electorado, porque quiso ser equilibrado y no estar dispuesto al suicidio», describió este hombre alineado con el pingüino y que no oculta su entusiasmo por la reorganización inédita en la que está embarcado el Partido Justicialista.

El mismo portavoz, verticalista como todo peronista, puso de relieve para enfriar los ánimos beligerantes, que Duhalde aseguró que no apostaba al fracaso del actual proyecto económico, pues él lo puso en marcha y un traspié significaría una derrota histórica.

El «peligro» de una «conducción bicéfala» había sido hecho notar, además, por Alfonsín a «Río Negro» durante la pasada campaña electoral y no le valió una tarjeta roja de los K. Y eso que el radical había prohijado públicamente con lo que queda de la estructura oficial de la UCR, la candidatura de Roberto Lavagna, a quien hoy se le permitió el ingreso al PJ redivivo, con sus disidencias y en minoría.

«Alfonsín, a pesar de ser un opositor, siempre nos trató con respeto. Duhalde, nos tiró palazos a diestra y siniestra y nos quiso meter una cuña con (Daniel) Scioli», confesó un funcionario, encargado de organizar el protocolo para homenajear a Lula del que, como se apuntó, fue cuidadosamente excluido Duhalde por haber tenido la osadía de propalar a los cuatro vientos que Cristina «no está preparada para gobernar».

Cristina y Néstor son pareja desde hace 34 años. Sentimental y políticamente se reparten las tareas. Hay una división del trabajo, no tan precisa para los de afuera. Un colaborador estrecho de los dos explicó que en esta etapa «ella tiene el mando, aunque siempre consulta a Néstor, como sucedía antes a la inversa». El desafío es que lo entiendan los demás.

La experiencia tiene sus bemoles, porqué él sigue dando órdenes desde el «café literario» instalado en Puerto Madero, con la anuencia aparente de la titular temporaria de la sede del Ejecutivo. «Río Negro» pudo determinar que Kirchner llama casi todos los días al secretario de Hacienda, Juan Carlos Pezoa, para que le informe cómo está la recaudación. Lo mismo que hacía cuando era presidente. También se comunica con otros ministros. Al de Interior, Florencio Randazzo, le recriminó el trato que se les dio a las organizaciones de derechos humanos de Mendoza, que pidieron hacer echar al viceministro de Seguridad, el comisario Carlos Rico Tejeiro, un ex comando entrenado por el coronel Mohamed Alí Seineldín. Aníbal Fernández, de Justicia, fue llamado al orden por la represión a los empleados despedidos del Casino flotante.

El jefe de Gabinete, Alberto Fernández, es abrumado por Kirchner. Hubo jornadas en las que tuvo que atenderlo unas veinte veces. En una ocasión, protestó el casi seguro futuro presidente del PJ por el trato generoso que se le da en la Rosada a la gobernadora arista de Tierra del Fuego, Fabiana Ríos. «Siempre nos atacó y ahora cuando pide plata se la recibe al toque», recitó Kirchner, quien parece no darse cuenta de que su hiperactividad e influencia intacta conspiran contra la pretensión de proteger la investidura de su esposa.

Puertas adentro, Alberto Fernández está tratando de corregir estos efectos negativos, a pesar de la influencia que mantiene su adversario, el ministro de Planificación Julio De Vido, quien atiende a intendentes y gobernadores que reclaman por obras públicas… mandados por Kirchner.

Los empresarios también prefieren dialogar con Néstor. A la hora de cortar el bacalao, dirigentes como Jorge Brito y Enrique Eskenazi se comportan como machistas.

Un intendente del Gran Buenos Aires, en riguroso «off», y haciéndose portavoz de otros jefes comunales, transmitió nostalgia a dos meses y medio del enroque. Lamenta la falta de iniciativa de la dama. «Extrañamos la acción del Rey», confesó.

Otros intendentes justicialistas ponen el dedo en la llaga de la inseguridad. El gobernador Daniel Scioli (quien habría sido «apercibido» por reunirse en secreto con Duhalde), observa que el oficialismo nacional no lo quiere dejar moverse con independencia.

Carlos Stornelli habría intentado presentar su dimisión en tres ocasiones en los últimos 45 días, pero el ex campeón de motonáutica lo consideró inconveniente. Hay quienes no le ven mucho futuro al ex fiscal. Se señala su impericia en un tema complejo. Y se añade que la policía bonaerense no le responde: sabe que es bombardeado desde Nación. Hay antecedentes contundentes: durante la gestión de Felipe Solá, el kirchnerismo colocó a León Arslanian como pivote de un área en extremo sensible. Y en este caso, como en otros, Scioli prefirió moverse con autonomía.

ARNALDO PAGANETTI

arnaldopaganetti@rionegro.com.ar


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