Doblemente víctimas

«Abandono material y moral y adicción a las drogas» eran sólo algunas de las problemáticas que acarreaban las nenas de entre 8 y 15 años que desde el 2002 frecuentaban la casa de Alberto Fasanella y, en menos casos, la residencia de Fernando Andrés Reguera.

Por «pequeñas sumas de dinero, droga, alojamiento transitorio o comida» las menores de edad no medían el costo que pagaban: su integridad sexual, su desarrollo personal, su salud, su futuro.

«Ha quedado acreditada la autoría culpable de ambos imputados; se ha demostrado que han sido corruptores de niñas para satisfacción de sus propios deseos a través de actos corruptores seriales, persistentes», sostuvo en su alegato la Asesora de Menores Mónica Belenguer, quien representó a las víctimas en el proceso. Sus palabras se transcribieron en la sentencia, en la que no se omitió una fuerte crítica a los programas estatales de contención para familias y menores en situación de riesgo.

«Han estado bajo la órbita de Promoción Familiar desde muy temprana edad (…) Las chicas estuvieron internadas desde su más temprana infancia en el Hogar Gabriela Mistral (…) y no hubo actividad útil por parte de los organismos estatales», afirma.


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