Dolor en el sepelio de los dos hermanitos
Juan Pablo y Macarena, asesinados por su padre. Pesar en Río Colorado por la tragedia.
RÍO COLORADO (ARC).- Ayer fue un día de duelo para esta localidad. La cruel muerte de los pequeños Juan Pablo (8) y Macarena (6) caló hondo en el corazón de los riocoloradenses. El trágico hecho dejó como saldo dos familias destrozadas y a una comunidad en la que sólo se habló del tema durante toda la jornada, incluso en algunos casos con opiniones encontradas.
Los cuerpos de los infortunados chicos fueron sepultados a las 17, con el acompañamiento de una multitud de vecinos en el último adiós. Una hora más tarde se inhumaron los restos de Juan Alarcón.
Tras la autopsia realizada en Roca los cuerpos fueron regresados a la localidad cerca de las 5 de ayer, aunque recién fueron entregados a sus familiares después del mediodía. Personal de Criminalística continuó trabajando durante la mayor parte de la jornada para concluir las tareas que quedaron pendientes.
Intentando reconstruir las últimas horas de la tragedia, «Río Negro» pudo conversar con José Alarcón, hermano del autor de la masacre. En medio de una extrema tristeza y consternación, amablemente relató el último diálogo telefónico que mantuvo con Juan en plena crisis.
En el contacto, Juan le dijo que había encontrado a su esposa con otro hombre en su casa y resaltó el hecho de que él no podía entrar en su propia casa (fue excluido del hogar por la Justicia) mientras que otra persona lo hacía.
Muy afectado por lo sucedido, José indicó que había llegado ese mismo sábado del campo y que, al tomar conocimiento de lo que estaba pasando, se comunicó a su celular. «Le pedí que me dijera dónde estaba, que íbamos a charlar. Pero no me quiso decir dónde estaba, es más, me dijo que también tenía una bala para mí. Que yo era además de hermano mayor como un padre, que era lo que más quería, pero que también tenía una bala para mí».
José insistió en continuar la charla por los chicos «pero me contestó 'Ya es tarde, está todo terminado'».
Por otra parte pudo saberse que tanto Juan Alarcón como su esposa estaban siendo tratados psicológicamente por el área Salud Mental del hospital local.
El secretario de Seguridad y Justicia de la provincia, Marcial Peralta, se hizo presente ayer en la localidad y expresó «en estas circunstancias uno viene a tratar de acompañar un proceso y a una comunidad que se siente dolida y sufre un impacto altísimo. Desgraciadamente en el año nos han tocado muy cerca dos hechos muy delicados: el de Chimpay y el de Río Colorado. Por ello he venido a presentarme y transmitir el acompañamiento del ministro de Gobierno y del gobernador a la familia afectada y a la familia del policía herido».
Agregó «estos hechos tienen que ver con un proceso de degradación social y cultural que debe atacarse desde todos los frentes, evidentemente son indicativos de que hay un quiebre en la relación familiar cuando los hombres usan a sus hijos como un botín y como elemento de venganza».
Ante cuestionamientos a la actuación de los organismos que trataban a esta familia, Peralta señaló «cada uno de nosotros tomemos seriamente la responsabilidad de ver que estos detonantes existen en la sociedad y aparecen de vez en cuando. Todos tenemos que trabajar, las instituciones intermedias, los consejos locales, salud pública, la policía y aportar en mitigar esto».
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