«Dolor por mi pueblo, Allen»

Vamos rumbo al centenario.

Casi derrotados, caminando despacio, queriendo renacer cada día, sin orgullo, con mentiras, con agravios.

Transitamos lugares conocidos que han quedado en el corazón, cosas de viejos vecinos que ya no están, pero su recuerdo vive. Me pregunto por qué este dolor por Allen.

Es que la sinrazón bulle por querer justificar el odio. Nos equivocamos. Pensando así a quién ayudamos. Todo estará peor mañana, la pobreza y el odio no son futuro. El fracaso gana, creemos, en ideas mal paridas. Crueles derechas. Izquierdas violentas. Políticos que sólo generan pobreza. Por culpa de ellos retrocedemos. Para ellos somos como un cigarrillo. Nos pueden prender o apagarnos enseguida, pero por lo general nos fuman hasta el final.

Por todas estas cosas Allen ha sufrido indiferencias, fracasos. Ver todo oscuro sin notar la luz que nos alumbra. Ver que la riqueza que le sacan al pueblo la llevan a otros lugares y los allenses, sin una sola protesta.

Allen conoció el dolor que más hiere cuando sus hijos le pagaron con ausencia, con olvido, pero los que queremos al pueblo de Allen no bajaremos los brazos. Todavía nos quedan monedas para comprar hermosos sueños. Allen es apretón de manos; el trabajo centenario de nuestros chacareros; el agua del canal llenándonos de vida; la empresa Ko-Ko haciendo caminos sin distancia; las manos de nuestras mujeres y hombres embalando peras y manzanas; las FM con su música llenándonos de alegría; los instrumentos de Falú y Jorge Zúñiga alegrando los barrios; la esperanza de los centros de jubilados; las poesías olvidadas de Libertad Avalis; la pasión futbolera por Unión y Alto Valle; los ciclistas pedaleando; Osés ganador eterno de la Vuelta al Valle; la voz de Piero recorriendo el mundo; la gloria de Pedro Prospitti en la selección del fútbol argentino; el rugir del Sierra del ruso Eidilstein; el manejo loco del Quesito Diez; el silencio nostalgioso del Mosconi; las copas vacías de bares que no están; la emoción de escuchar la guitarra de Raúl Vidal; la voz de Aldo Babaglio recitando: llegando al corazón; el viento por sus calles vagando eternamente; humo de ladrillos, polvo de yeso, perfume de peras y manzanas, nostalgia por el vino Millacó; la alegría de nuestros jóvenes en trasnochados boliches; las madres amamantando a sus hijos; el beso robado al amanecer; el rezongo de un curda que por no llorar silba un tango en el anochecer. Vos que sos joven o nuevo en Allen sacá un pasaje para el tren del destino, acompañá a tu pueblo en su centenario viaje.

Sólo necesitamos abrir los ojos y ver, abrir el corazón y dar, despertar Allen y crecer.

Gracias Allen por la madre que les diste a mis hijos. Gracias Allen por los hijos que me diste y me llenan de orgullo.

Eduardo Pérez

DNI 7.560.490

Allen


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