Imaginación para evitar una crisis

El día que el gobierno consiguió controlar la corrida cambiaria, hace algo más de dos semanas, el presidente atribuyó a un exceso de ambición y optimismo personal la falta de cumplimiento de los objetivos que había trazado su programa económico. Ese día Mauricio Macri se despidió públicamente de las metas de inflación y el gradualismo. En el mismo acto, el presidente notoriamente elevó el objetivo de su política fiscal –un reclamo temprano de la ortodoxia económica– y llamó a un acuerdo entre todos los sectores para cumplirla. Cambió la prioridad, pero el presidente no abandonó aquellos excesos de los que renegaba.

Algo parecido ocurrió esta semana. El jueves, en una ronda por distintos medios, el jefe de gabinete Marcos Peña ratificó el proyecto de reelección del presidente y aseguró que Macri se va a imponer en las elecciones del año próximo. Esto último sugirió el mismo presidente en una rueda de prensa en Salta. Acababa de vetar la ley que frenaba el aumento de las tarifas sancionada en la madrugada con el voto de la oposición peronista. Lejos de considerar el costo político de esta decisión, el veto persuadió al presidente y a todo el gobierno de que habían dado una señal de reafirmación de autoridad y de autoconfianza.

La actividad política requiere de una alta cuota de convicción personal. Lejos de esto, las últimas decisiones del presidente no pueden esconder que el gobierno comunicó en las últimas semanas urgencia y desconcierto.

Se enfocó en bajar la inflación mientras volvía a aplicar una fuerte suba de las tarifas y anclaba el precio del dólar. La crisis cambiaria lo llevó a un vuelco en el discurso sobre la marcha de la economía que terminó en un sorprendente pedido de asistencia al FMI y en el abandono definitivo de las metas de inflación. Macri dejó incluso en manos en el organismo –así lo dijo- la decisión sobre cuáles serán las nuevas metas del déficit fiscal. Más cerca todavía, elaboró una propuesta de baja de impuestos en los servicios en aparente acuerdo con un grupo de gobernadores. Nunca mostró verdadera vocación de negociarlo. Propuso una concertación con los sectores dialoguistas de la oposición, pero intentó dividir el bloque del PJ en el Senado y los acusó de dejarse arrastrar de las narices por Cristina Kirchner. Sus referentes en el Congreso se enteraron en plena tarea de que el presidente había vuelto a la estrategia de confrontación con la expresidenta.

“La intransigencia de ellos y un proyecto demasiado duro que vino de Diputados impidió un acuerdo. Los tipos que nos miran de afuera dicen que éste es un país imposible. La representación política argentina no puede acordar un aumento gradual de tarifas que sea posible pagar…”, se escuchó en el despacho de un senador peronista tras el veto. Resulta difícil creer que este fracaso pueda ser un buen antecedente para un acuerdo amplio sobre cómo sacar a la economía argentina del perpetuo estancamiento. Pero parece el destino inevitable de un gobierno en minoría que sólo tiene para ofrecer ajuste.

Después del veto, el presidente inició un viaje al norte para reunirse con los gobernadores de Salta, Catamarca, Tucumán y Santiago del Estero para interiorizarlos sobre las negociaciones con el Fondo y el programa fiscal del gobierno. Se prevén otros viajes a las provincias, incluidas las del sur. El proceso sin embargo no se acelerará en el Congreso hasta después del Mundial.

Entretanto se conocerá el acuerdo con el Fondo y empezarán a impactar en la economía real los efectos del ajuste y la devaluación. En el cierre de la Marcha Federal, las dos CTA llamaron a un paro general para el viernes y la CGT evalúa una medida de fuerza antes del cambio de conducción, en agosto. El martes una decena de senadores del PJ encabezados por Miguel Pichetto visitarán al triunvirato cegetista en la sede de Azopardo.

La lucha temprana por el poder a la que asistimos esta semana no anticipa ganadores. Hará falta imaginación para rescatar a la Argentina del umbral de una crisis.

El jueves, en una ronda por distintos medios, el jefe de Gabinete ratificó el plan de reelección del presidente y aseguró que se va a imponer en las elecciones del año próximo.

La lucha temprana por el poder a la que asistimos esta semana no anticipa ganadores. Hará falta imaginación para rescatar a la Argentina del umbral de una crisis.

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El jueves, en una ronda por distintos medios, el jefe de Gabinete ratificó el plan de reelección del presidente y aseguró que se va a imponer en las elecciones del año próximo.
La lucha temprana por el poder a la que asistimos esta semana no anticipa ganadores. Hará falta imaginación para rescatar a la Argentina del umbral de una crisis.

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