Repensar la idea del turista de enclave

Los indicadores de la segunda actividad económica de la provincia, el turismo, registran relatividades que, según se las lea, pueden llevar a conclusiones inexactas.

Según el último dato que publicó el Indec neuquino, la participación del turismo en el conjunto de la producción provincial fue del 2,1% a precios constantes con una suba del 10% en una década, del 2005 al 2015.

En el discurso de apertura de las sesiones ordinarias de la legislatura, el gobernador Omar Gutiérrez puntualizó en que el turismo ya orilla prácticamente el 10% del Producto Bruto Regional. La cantidad de hoteles y la utilización del aeropuerto creció más en comparación relativa con Buenos Aires, dijo, y sacó lustre a su gran proyecto de la ciudad turística en El Chocón.

El discurso oficial trasluce que la actividad mantiene un crecimiento y podría generar una sustentabilidad económica en comparación con la escala que propone la actividad hidrocarburífera. Ésta genera valor agregado y mano de obra en cantidad pero, como quedó demostrado ante el cambio de la política económica nacional en los 90, las consecuencias de la reducción son catastróficas a nivel social y financiero.

Amén de que se depende de decisiones que pasan muy lejos del escritorio ubicado bajo el reloj de la torre de Roca 350 de la ciudad de Neuquén, las inversiones hidrocarburíferas que más rinden son las del primer mundo que llegan aquí atraídas por la rentabilidad superior a la de países centrales.

El turismo queda como un sustrato, aún tiene variables que dependen de las concreciones institucionales provinciales pero también de quienes incipientemente comienzan a formar la burguesía hotelera neuquina.

Según los estudiosos de la Facultad de Turismo de la Universidad Nacional del Comahue, el universo de oferta todavía tiene una escala que abre la puerta a una planificación. Es que sobre un total de 23.349 plazas que están distribuidas en toda la provincia, 20.675 se encuentran en los 9 principales destinos turísticos.

Dicen que es una ventaja tener una variada oferta de destinos, aunque la economía de escala es la que mueve la aguja. Sólo en la ciudad de Bariloche hay 30.000 plazas disponibles. 10.000 más que toda la provincia de Neuquén.

El destino está en pañales, no tiene oferta hotelera de cinco estrellas ni sistemas con todo incluido que motorizan el turismo a nivel global.

La burguesía hotelera se mimetiza con la lupa con la que el gobierno mira con condescendencia determinadas situaciones o salta como leche hervida cuando tienen un problema que resulta insostenible.

Gutiérrez admitió como error que no se haya relicitado el puente de La Rinconada. Se trata de una vía de madera que ya cumplió cien años y es por el único lugar que los turistas pueden arribar, desde el norte y el oeste, hacia Junín y San Martín.

No se escuchó muy fuerte el reclamo del sector privado como sí se sintió cuando se pretendió tapar una protesta del personal de termas que vació las instalaciones de Copahue para el fin de semana de carnaval con mucha ocupación. En invierno hubo que repartir culpas sobre la ineficiencia del gobierno municipal de San Martín más preocupado por pagar sueldos que por disponer la atención turística. El privado reclamó pero a sabiendas que ese costo los incluía y son los primeros en anotarse en la lista de los reclamantes de beneficios impositivos. Se puede agregar la queja por la suba de tarifas de gas en la que la provincia se benefició por el aumento del precio en boca de pozo.

Tal vez sea una relación en pañales, igual debe crecer más sincera. Es la sinceridad que se requiere cuando no admiten una regulación de sus precios pero sí una regulación de sus costos.

Es como la economía de enclave a la que se busca esquilmar para maximizar sus beneficios en el menor tiempo posible, pero al revés con el turista de corto plazo.

El Estado provincial y el municipal se deben un pacto de buena convivencia con el sector hotelero privado que ya forma una burguesía neuquina.

El nacimiento de un esquema que sobreviva al petróleo es el norte y el turismo debe dejar de tratar al visitante como si fuera un enclave a punto de desaparecer.

Datos

El Estado provincial y el municipal se deben un pacto de buena convivencia con el sector hotelero privado que ya forma una burguesía neuquina.
El nacimiento de un esquema que sobreviva al petróleo es el norte y el turismo debe dejar de tratar al visitante como si fuera un enclave a punto de desaparecer.

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