Donde la educación convive con la violencia

En la zona sudoeste de Cutral Co están las tres ramas de la enseñanza.

CUTRAL CO (ACC).- El hecho desencadenado en el CPEM Nº 20 cuando un adolescente de 14 años gatilló en tres oportunidades a dos alumnas mientras estaban en clase, dejó al desnudo el agudo nivel de violencia en el que deben convivir los establecimientos educativos situados en esta franja de la ciudad. En un escaso radio de trescientos metros, hay un jardín de infantes, una escuela primaria y otra secundaria, que con distintos matices, deben afrontar a diario episodios de esta naturaleza.

Las tres ramas de la enseñanza están presentes en el sector sudoeste de la ciudad. Un par de cuadras de distancia nuclean a un jardín de infantes, una escuela primaria y otra secundaria.

La comunidad educativa del CPEM Nº 20 soportó la semana que pasó una situación que adquirió trascendencia por lo que pudo haber sucedido y por fortuna no ocurrió. La amenaza con un arma semiautomática contra dos alumnas de 1º año por parte de un menor de 14 años, en el medio de la clase de Inglés, puso a la comunidad en alerta.

Aunque nunca llegaron a este extremo, los episodios de violencia son moneda corriente en este sector de la ciudad. Esta escuela media, ubicada en 22 de Octubre y Sarmiento, linda con el jardín de Infantes Nº 5. Un edificio impecable que alberga a 275 pequeños de 3, 4 y 5 años en los dos turnos. Los patios son vecinos y en consecuencia los episodios de violencia, en más de una oportunidad, se compartieron.

Esto es las balaceras a plena luz del día, las corridas de los delincuentes por el medio del establecimiento en rápida huida de la policía y las docentes que, atónitas se encuentran con semejante escena pero que deben actuar en concordancia. Y entonces, apelan a su máxima capacidad de encontrar calma y proteger a los niños, entrándolos a las salitas sin generar más pánico.

Otra caso es la escuela primaria Nº 63 que está en el «corazón del problema» como lo definió su directora Mirta Vázquez porque, justamente, se levanta en el barrio Belgrano -ex 450 Viviendas- uno de los sectores donde la delincuencia golpea con más fuerza.

La pregunta tanto a Teresita Nieto de Riveros, directora del jardín Nº 5 y a su colega de la Nº 63 fue cómo actuar ante situaciones como las descriptas. Entonces, a su criterio se debe responder «con lo que podamos hacer en ese momento». Por esa razón insistió en que es imperioso tener una capacitación que les permita a los docentes contar con las herramientas que les indiquen cuál es el modo correcto de no correr peligro, no agravar más la situación y que nadie resulte lastimado.

«Pedimos en diciembre del «99 un cerco perimetral, no un paredón gigante, pero sí algo que nos proteja de las balaceras porque son de todos los días. Los chicos juegan en el patio y nos pasó que en tres oportunidades debimos entrar con los niños agachados, por miedo a un balazo», explicó.

Aunque los tres establecimientos tienen el punto en común que es convivir donde se registra el mayor nivel de delincuencia de la ciudad, las realidades dentro de cada institución son distintas.

Para el caso del jardín Nº 5, los papás de los pequeños responden de manera inmediata ante cada solicitud de ayuda que se les hace. Según los datos, un 80 por ciento, son desocupados y hay mayoría de mamás jefas de familia con más de dos hijos que cobran un subsidio. «No son papás que nos puedan ayudar económicamente pero pueden -y de hecho lo hacen- aportar la mano de obra», subrayó.

Aunque muchos vecinos se vieron sorprendidos por la escalada de violencia, las directoras sostienen que es un tema que desde hace algunos años ya advirtieron y por esa razón es que solicitan ayuda de todos los estamentos gubernamentales.

El Jardín tiene servicio de vigilancia

El apoyo de la familia que recibe el Jardín Nº 5 les ayuda a los docentes a sortear otros inconvenientes que atraviesan en la diaria tarea. Los papás colaboran con arreglos en el edificio pero también en actividades compartidas con sus hijos.

Teresa de Riveros, la directora, destacó el respaldo de los padres. «Tenemos unas mamás fabulosas, trabajan para el Jardín, limpian el arenero, pintan los juegos. Acá la familia responde», dijo. Participan además en otras actividades como los talleres de lectura placentera, títeres o expresión corporal.

Este Jardín cuenta desde hace un mes con un servicio de vigilancia por 8 horas gestionado junto a la supervisora del nivel, Susana Martínez, porque los robos ocurrían cada tres días. Desde que se restituyó la seguridad, los hechos cesaron.

Pero Riveros considera que además de estas respuestas directas deben instrumentarse otras propuestas que permitan paliar la situación desde diversos ejes. En este sentido, destacó que la institución presentó un proyecto «innovador» que apuntaba al trabajo en conjunto con la Unidad de detención 21.

«Muchos de los papás de los nenes que asisten acá son los que están en esa unidad. Nos parece importante trabajar en dos ejes: por un lado la prevención acá con el nene y la familia y por el otro la rehabilitación con el papá o pariente que está dentro de la cárcel», subrayó.

La directora gestionó además y fue otorgado por el CPE, un refuerzo de refrigerio porque los chicos «vienen con hambre» y entonces se les brinda carne, huevos, manteca y fruta, además del tradicional refrigerio.

Por iniciativa propia del jardín, se consiguieron los cepillos de dientes para todos los alumnos de 3, 4 y 5 años y que una vez al mes, un odontólogo los revise. Pero «ya nos avisó que recortaron el presupuesto y que sólo vendrá cada tres meses». También se logró que una casa de Neuquén les done vestimenta porque no cuentan con la ropa ni el calzado adecuado, en especial para soportar el crudo invierno.

«Necesitamos una capacitación que se nos brinde a quienes trabajamos en esta zonas de riesgo en cuanto a violencia como para adquirir metodologías que nos permitan, de alguna manera poder trabajar, porque la violencia es concreta. Hoy tenés la balacera, mañana la mamá golpeada, el chico abusado o golpeado y es una problemática grave», concluyó. (ACC)

La escuela primaria está en el corazón del barrio más conflictivo

La escuela primaria Nº 63, enclavada en el barrio Belgrano afronta una de las realidades más crudas en cuanto a la inseguridad y que no es de ahora. Aquí concurren 350 niños de los cuales, 130 asisten al comedor escolar.

Los docentes también se encargan de tramitar turnos para el médico o asistirlos con ropa y calzado que no tienen.

Mirta Vázquez, directora del establecimiento desgranó una larga lista de dificultades que como docentes deben sortear a diario para luego sí dedicarse a la enseñanza propiamente dicha.

«Nos vemos desprotegidos de todo, de la institución familia, de asistencia social, de todo. La escuela está para brindar todo tipo de servicios desde llevar el chico a la posta porque viene enfermo, hasta conseguirle las zapatillas. Todo», graficó.

Más adelante, la docente sostuvo que «pedimos a gritos desde las jornadas institucionales un gabinete psicopedagógico porque hace siete años que se ve esta situación» pero que hasta el momento no hubo respuestas.

Otra demanda es la posibilidad de la visita odontológica, proyecto que sí es viable -según explicó Vázquez- en las escuelas del centro, pero tampoco tiene eco.

A diferencia de lo que ocurre con el jardín Nº 5, aquí los papás no se acercan a la escuela.

Ahora determinaron convocar a las reuniones de padres desde la dirección y entonces tuvieron mayor concurrencia.

Niños golpeados

Las visitas al juzgado se convierten también en actividades de rutina, porque deben solicitar ayuda por los casos que detectan de niños golpeados o con problemas psicológicos.

A pesar de los esfuerzos que a principio de año realizan porque «queremos salir a flote y presentar otra propuesta de trabajo» la realidad les devuelve otra cara.

«No podemos tener una planta permanente de docentes titulares porque se van a otras escuelas y es entendible, porque toda persona buscará un lugar tranquilo para trabajar», comentó.

La directora agregó que se ven «desbordados por los problemas».

De igual manera, entre todo el personal que suma 35, no se dan por vencido e intentan modificar el panorama que les toca.

El año pasado, por ejemplo, trabajaron junto al artista plástico local Miguel Bonetto que les permitió a los alumnos realizar dibujos y exponerlos en la Casa de la Cultura, una actividad inédita para ellos.Como este, estudian otros proyectos. (ACC)


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