Dos patronales, un renunciamiento y la idea de libertad y tolerancia en Educación

Soy mayor de edad y estoy casada. Vivo en El Bolsón. Soy hija de Genoveva y de Atila, profesora en Letras recibida en 1984, natural de la Capital Federal y habitante de la provincia desde ese año, según obra en el documento nacional de identidad.

Hoy -lunes 25 de febrero de 2008-, con las fuerzas de que dispongo atentamente expongo:

Ejerzo la docencia en esta localidad desde 1986. Por circunstancias laborales he transitado una reforma, un ajuste, un intento de transformación, desde la simple existencia de profesora suplente, interina y luego titular, en ejercicio de cargos directivos y, por último, del cargo de supervisora suplente. He decidido bajarme del barco; perdón, más bien, volver a la condición de simple marinero del barco en este año. Tal vez termine haciendo lo de Segundo Sombra y me vaya callada, como quien se desangra. Pero por el momento siento la íntima necesidad de comunicar los motivos de mi decisión. No pretendo alzar debates ni buscar adhesiones o repudios, ni que me soben la espalda. En este mundo complejo y en esta provincia con dos patronales he optado por volver a la masa mayormente silenciosa, pero no sin antes elevar mi voz.

Primero explicaré que, como profesora de la escuela pública, mi primera patronal es el gobierno, que desde 1987 se ha dedicado a mostrarme sucesivamente que la ley es para algunos. La otra patronal es el sindicato, que sucesivamente me ha demostrado que no intente defender los aspectos pedagógicos y éticos de mi profesión y que la ley es para algunos, los mismos que protege el gobierno. En suma, yo, que mansamente he optado por acatar la ley, soy una especie en extinción y una reverenda ignorante, bruta, bestia, autoritaria, dominada, etcétera. Reconozco mi absoluta e infantil creencia en la ley, en la democracia real y en los intereses de la mayoría. Voto, pago mis impuestos y participo en los espacios que se me dan y me interesan, pero sólo veo el imperio de (usando la letra del tango) «el que no llora no mama».

Mi introducción, un poco larga, es una manera de explicar mi indignación, arrebato, protesta no violenta (sustantivo que quieran usar) ante la nueva decisión… perdón, vuelvo a equivocarme, no decisión del ministerio de que las instituciones adhieran voluntariamente a la transformación educativa. Las explicaciones son muchas desde las dos patronales; entiendo que siempre son difíciles los cambios y que ambas patronales piensen en los alumnos. Yo he decidido pensar en mí y en si quiero seguir así, por eso vuelvo a la cancha (para seguir usando metáforas cotidianas) como aguatero, es decir, como simple profesora de Lengua y Literatura con el concepto de que la única manera de proteger la educación es enseñando lo que sé. Para ello hago mío un concepto de Kant: «Para fundar la posibilidad del hombre, es necesario cierto grado de coacción previo; para alcanzar la autonomía, se hace necesaria la heteronomía».

Para terminar, sólo quiero recuperar una frase de Cruz M. (1999), citada por José García Molina en su libro «Dar (la) palabra. Deseo, don y ética en educación social»: «La tolerancia ilimitada, acogiéndose a una idea igualmente irrestricta de libertad, también termina favoreciendo a los fuertes en detrimento de los débiles».

 

Genoveva Julia Csik

DNI 14.086.276

El Bolsón


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