Chile: dura derrota del oficialismo y partidos tradicionales y avance de independientes

La segunda jornada transcurrió sin incidentes, pero con menor concurrencia a las urnas. Habrían votado para elegir constituyentes unos 6 millones, menos del 50% del padrón, en un país con voto voluntario. Los primeros resultados no marcan tendencia.

Los candidatos a convencionales constituyentes por la oficialista Vamos por Chile alcanzaban esta noche 21,79% de los votos frente a 33,04% de la oposición y 45% de los independientes, de acuerdo con el 60% del escrutinio oficial, informó el Servicio Electoral (Servel).

De confirmarse la tendencia, el resultado configuraría una dura derrota para los candidatos identificados con el gobierno de Sebastián Piñera. De hecho, el presidente estaba anoche en La Moneda, adonde arribó cerca de las 18, para encabezar una serie de reuniones con sus ministros para analizar el recuento, en medio de un mutismo general que pasadas las 23 no se había roto.

De acuerdo al reporte del Servel, Vamos por Chile (derecha, partidos que apoyan a Piñera) alcanzaba apenas un 21,62% (muy lejos del 30% que esperaba Piñera), la Lista del Apruebo (centroizquierda, exConcertación) un 15,10%, Apruebo Dignidad (izquierda: Frente Amplio, Partido Comunista) 18,04%, mientras la suma de las 83 listas de independientes llegaba al 45%.

Chile concluyó esta noche una inédita elección de dos días para elegir a los 155 ciudadanos que redactarán una nueva Constitución y enterrar así la heredada de la dictadura de Augusto Pinochet, con la expectativa de crear nuevas reglas que permitan mayor equidad social. Los recintos electorales empezaron a cerrar a las seis de la tarde (5 de Argentina) tras dos jornadas electorales en la que no se registraron incidentes.

La mayor incógnita mientras comenzaba el conteo era la participación electoral. El sábado acudieron a las urnas más de tres millones de electores (20,44%) de un total de 14,9 millones. Según cifras preliminares, fue más baja afluencia a los locales de votación durante esta jornada dominical, lo que daría una cifra apenas superior al 40% de los votantes, en un comicio donde el voto es voluntario. De confirmarse, daría un escenario de poco más de 6 millones de votantes a mitad de camino de una elección municipal y una presidencial y bastante menos que los 7,1 millones y el 50,6% que sufragaron en el plebiscito para aprobar la constituyente el año pasado. Eso pondría algunas dudas sobre la expectativa que se tenía de una Constitución con una legitimidad poderosa.

Los chilenos tuvieron que elegir entre 1.373 candidatos para integrar la Convención Constitucional, entre ellos actores, escritores, profesores, activistas sociales, abogados y también políticos tradicionales.

La anterior Carta Magna, redactada durante la dictadura de Pinochet (1973-1990), se considera como el origen de las desigualdades sociales en Chile.

La elección se celebró en dos días por la pandemia, luego de ser aplazada cinco semanas, desde el 11 abril, ante una nueva ola de covid-19.

«Esta es la elección más importante que hemos tenido los chilenos, esto marcará el futuro de las generaciones más jóvenes», explicó a la AFP Felipe Gutiérrez, ingeniero de 32 años a la salida de un centro electoral en Santiago. 

Los datos de participación por regiones y comunas señalan una importante diferencia en la afluencia de votantes en los sectores más acomodados y más conservadores, marcadamente mayor que en zonas más pobres.

De la calle a las urnas

La reforma constitucional fue la forma que el sistema político chileno encontró para apaciguar las masivas manifestaciones que estallaron el 18 de octubre de 2019, dejando una treintena de muertos y daños millonarios en el comercio y el mobiliario público.

Casi un mes después del comienzo de esas protestas, cuando varios edificios ardían en Santiago, las fuerzas políticas anunciaron un acuerdo para llamar a un plebiscito para decidir sobre el cambio de la Constitución, que finalmente se celebró el 25 de octubre de 2020.

Un abrumador 80% apoyó la opción «Apruebo» al cambio constitucional en un día que culminó con masivas manifestaciones. El 20% que se decantó por el «Rechazo» se concentró en las tres comunas más ricas de Chile.

«Vengo (a votar) con la expectativa de que podamos lograr un cambio para el país, que podamos construir una Constitución nueva muy distante de aquella Constitución que nos dejó la dictadura», dijo Guillermo Guzmán, un arquitecto de 57 años, a la AFP.

Además de los constituyentes, los chilenos votan en la ocasión por alcaldes, concejales y, por primera vez, gobernadores regionales, en otro paso hacia una sociedad más participativa.

El proceso constitucional marca, además, la primera vez en el mundo que una Constitución se escribirá por personas elegidas de forma paritaria. También hará historia al reservar 17 lugares en la convención para los 10 pueblos originarios.

«Yo te puedo confesar que voté solo por mujeres, no le di mi voto a ningún hombre porque creo que también es parte del cambio, que las mujeres podamos tomar puestos de poder y que nos escuchen», manifestó, Fabiola Melo, piscóloga educacional de 35 años.

Una Constitución que una

La esperanza del mundo político es que el proceso constituyente -que tendrá una duración de nueve meses, prorrogable por una única vez por tres meses- logre pasar la página a la larga transición política que se abrió una vez que Chile recuperó la democracia en 1990.

Nunca antes los chilenos habían tenido la oportunidad de participar en la redacción y votar por una nueva Constitución, la que, según diversos sondeos, esperan que les garantice varios derechos sociales, como el acceso a la salud, la vivienda o la educación.

«Aquí se juega buena parte del futuro de nuestro país para escribir una Constitución que nos una, no una que nos separe, como la actual», dijo el precandidato presidencial progresista Heraldo Muñoz, tras emitir su voto el sábado.

Una encuesta de la empresa Criteria, difundida por el diario La Tercera, mostró el sábado que un 63% de los chilenos confían en que el resultado de la nueva Constitución tenga «consecuencias positivas para el país».

Una minoría siente temor, sin embargo, de que pueda derivar en una Constitución muy izquierdista, que cambie radicalmente el modelo económico ultraliberal y político de Chile.


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