Duro cuestionamiento a la actuación policial
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González y el matrimonio Villar criticaron el desarrollo de la búsqueda de las chicas. «Había desagrado con la manera en que Seguel conducía la investigación».
CIPOLLETTI (AC)- «González, no la hagamos más difícil. Las chicas están muertas». Sin ninguna sutileza, el subcomisario Luis Seguel le comunicó a Ulises el triste destino de sus hijas. Fue el 11 de noviembre a la mañana, al pie de los olivillos.
Si en esa ocasión fue brutal, en otras el polémico policía se comportó cuanto menos sinuoso. Así quedó reflejado ayer en las declaraciones de Ulises González, Juan Villar y Ofelia Mosconi de Villar, quienes ampliaron sus críticas a todo el accionar de los uniformados.
«Había desagrado con la manera en que Seguel conducía la investigación», dijo Ulises, «porque no conducía a nada». Agregó que se negaba a buscar entre la calle San Luis y las vías porque «ya lo rastrillamos siete veces y no hay nada». En ese sector, sin embargo, un civil encontró los cadáveres.
Juan Villar fue más duro. «Con un solo llamado del juez Iribarren, Seguel recuperó su libertad, porque si empieza a hablar, destapa todas las ollas y no queda nadie», afirmó ayer. Y agregó: «Cuando veo un crimen no pienso en un asesino… pienso en un policía».
Seguel está acusado, en una de las causas conexas, de incumplimiento de los deberes de funcionario público. Es un delito excarcelable y si el ex policía pagara hoy una multa, el expediente se cerraría.
Los cuestionamientos de los padres de las víctimas fueron a toda la policía. Ulises recordó que cuando se presentó a denunciar la desaparición de sus hijas en la subcomisaría 69, lo atendió de mala gana el oficial Farías. «Me dí cuenta de que le daba poca importancia a lo mío, no estaba muy predispuesto». El policía le explicó que tenía dolor de muelas y eso le hacía desagradable estar de guardia.
El que se hizo cargo de la búsqueda fue Seguel. El subcomisario estaba empecinado con revisar chacras en el sector opuesto a las vías. Incluso en una se encontraron con el dueño, quien les dijo: «este es el lugar menos indicado porque tenemos alarmas y perros. Nadie pudo pasar por acá sin que nos enterásemos. Seguel, estás perdiendo el tiempo».
Sin embargo, el policía insistió. Y cuando Ulises le dijo que lo más adecuado era buscar entre la calle San Luis y las vías, le respondió: «eso ya lo rastrillamos siete veces y no hay nada».
El lunes a la tarde, el jefe de la 69 le aportó «una pista que creía muy buena: un policía había visto a las chicas bajar de un colectivo en Barda del Medio y subir a un camión rumbo a Catriel. Para él, se trataba de un caso de abandono de hogar. Si no hubiera sido trágico me habría parecido cómico».
Otro que cumplió un rol confuso fue el médico policial Claudio Schoua. «En pleno velorio me llevó aparte y me aconsejó: «no le tenés que dar bola a todo lo que están diciendo, solamente dale bola a Seguel». Me pareció desubicado porque para entonces yo no había escuchado nada».
Al rato apareció Seguel y le dijo que tenían dos detenidos (eran los marginales Sepúlveda y Huenchumir), quienes según el policía «estaban hasta el cogote», relató Ulises.
«Lamenté que no los hubieran matado. Los habría matado yo», admitió con pesar.
También recordó que a la semana de los crímenes fueron a la subcomisaría a reconocer las prendas de las chicas. «Estaban en bolsas de consorcio, sin cierre, y un policía las agarró con la mano, así nomás». Esas ropas fueron enviadas al FBI con la esperanza de que hubiera alguna huella digital de los asesinos. La Federal estadounidense no encontró nada.
Juan Villar, quien declaró después, fue más duro. Recordó que «tuve que insistirle a Seguel para que me tomara la denuncia penal, y al final lo hizo de mala gana».
Tras señalar que «en toda la búsqueda que hice no me crucé con ningún patrullero», protestó: «en ese momento decían que no tenían medios. Siempre les faltaba algo. Hoy movilizan a 60 policías para cuidarnos a nosotros».
Después habló de sus sospechas de encubrimiento. Señaló que «la Policía fue inoperante durante la búsqueda, y estos son los indicios que hay de encubrimiento. En ese momento no me daba cuenta de nada. Con tanto dolor, uno no podía ni pensar. Es muy doloroso que a uno le maten una hija sin saber quiénes ni por qué. Es terrible que el Gobierno proteja a los delincuentes».
El Tribunal le pidió a Ofelia precisiones sobre el encubrimiento
CIPOLLETTI (AC).- Ofelia Mosconi de Villar reiteró ayer en el debate su descreimiento contra la Policía. Pero cuando el presidente de la Cámara, César López Meyer, le pidió precisiones para poder investigar el encubrimiento policial del que hace tiempo viene haciendo mención, la madre de Verónica no pudo brindar datos puntuales.
Los camaristas hicieron notar a la mujer que se basaba en expresiones muy genéricas. Ofelia se refirió al papel de los policías que participaron de la investigación, especialmente los que fueron a detener a Hilario Sepúlveda y a Horacio Huenchumir, los dos primeros imputados en el triple crimen.
«¿Sí, pero qué precisiones puede aportar?», reiteró López Meyer. «Lo más relevante es el caso de Elosegui (ex jefe de la Policía rionegrina), quien dijo no escuchar cuando el subcomisario José Luis Torres aseguró que no habían podido matar a Sepúlveda», respondió Ofelia.
Además, recordó que Carlos Aravena -el testigo que presenció la golpiza y detención del marginal sospechado en las primeras horas de la investigación- apareció con su cuerpo mutilado. Este crimen nunca fue relacionado por la justicia con el triple crimen. Al menos así lo indicó el juez Rubén Norry, a cargo de esa investigación.
De todos modos, y antes de finalizar su testimonio, desde la Cámara se le indicó a la mujer que no se podía generalizar, ya que «debe haber policías corruptos y otros que serán buenos», dijo López Meyer.
Como sucede de hace meses, Mosconi de Villar también tuvo su párrafo para el poder político: criticó a Remo Costanzo y al gobernador Pablo Verani.
Con respecto al primero, lo acusó de «sobornarnos con la muerte de nuestras hijas», ya que aseguró que el senador les prometió «destapar todas las ollas» si renunciaban al voto castigo que había sido anunciado contra todos los partidos políticos.
A la hora de hacer mención a la reunión con Verani en la casa de los González, la mujer coincidió con lo que había dicho Ulises. «El gobernador nos trataba de convencer de que las comisiones policiales estaban trabajando bien y nosotras (por ella y Susana Guareschi) le pedíamos mayor agilidad».
«Luego de casi media hora de charla Verani entregó un croquis. «Tome González, si le sirve, es el plano que dibujó Kielmasz». Ulises lo tomó, lo dejó sobre una mesa ratona, y quedó a la vista de todos -de la reunión también participaron Fabio Rey y Roberto Rapazzo Cesio-. Ninguno puede decir que no lo vio, porque no había ningún objeto que lo tapara», aseguró.
Con respecto al tapicero José Pedro García, mencionó que «no puede ser que dé tantos datos de mi hija y no de las hermanas González. Desconfié desde el primer momento de él, aunque es por mi intuición de madre», manifestó.
Al relatar lo que había hecho su hija Verónica el domingo 9 de noviembre del «97, dijo que «se levantó cerca del mediodía. Paula la llamó por teléfono y al rato se fue. Cuando la volví a ver, estaba muerta», dijo sin perder las firmeza con que se manejó durante toda su declaración.
Su hija Laura, en tanto, dijo que el domingo que desapareció su hermana recorrió la calle San Luis sin notar movimientos sospechosos.
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