Ecos de una extraordinaria fiesta que continúa

El mega concierto de Raúl Di Blasio, el primero de su periplo organizado por el gobierno neuquino, dejó mucha tela para comentar. La concurrencia variopinta viraba desde antiguos funcionarios de primera línea del ala felipista a sobischistas de la primera hora, todos juntos y en el mismo espacio compartiendo el recital. «El gran desafío» y «Confianza»: para pensar.

NEUQUEN (AN).-Fue una fiesta gigantesca, cuidada, impecable, medida y ajustada hasta en sus ínfimos detalles. Fue una fiesta soñada, deseada por cualquier muchacho de barrio que quiere subirse a un escenario.

Raúl Di Blasio «el profeta en su tierra tocó en casa» como narraba una varonil voz en off, antes que el artista apareciera en el tablado, además de «profeta» pertenece a la angosta franja de los que nacieron con estrella.

Es un elegido de la fortuna porque si no, es difícil entender este extraordinario recibimiento entre todos los grandes y pequeños artistas que hayan actuado en tierra neuquina, con o sin democracia mediante.

El único: Di Blasio. Fue homenajeado y agasajado como ningún otro mortal de las artes.

Veintitrés años sin poder «tocar en casa» fue haciendo presión en la enorme vasija de barro mapuche, hasta que explotó como una granada madura. La gran fiesta, de observarla por las tonalidades predominantes, era significativamente blanca. Es blanco el bellísimo y brillante piano de tres cuartos de cola, un Yamaha Disclavier plata-tornasol, con el cual viaja el zapalino por el mundo. Blanco como los innumerables y lúdicos haces lumínicos que formaban catedrales en forma de triángulos y conos dándole a la escena un mágico ambiente mitad cuento de niño, mitad polvo de estrellas. O como el humo blanco azulino y la camisa con moñito blanco de Raúl Di Blasio.

La organización fue perfecta. A saber, la atosigante campaña anterior en la vía pública, negocios y medios, funcionó afiatadamente a un punto tal que más de una semana antes, las entradas gratuitas se agotaron. Miles de afiches sobrantes, permanecían enrollados en cajas debajo de la popular (entrada a la derecha).

Un detalle significativo, si se entregaron 2200 entradas ¿cómo se llenó a capacidad máxima? De todos modos, aquellos que quisieron ingresar sin tener su billete, cerca de un millar, por más que esperaron hasta pasadas las 23, no tuvieron suerte. La seguridad fue de primera, funcionó con un mecanismo de relojería y se dejó trabajar con tal libertad al periodismo que se pudo acceder hasta las propias narices del primer mandatario y su esposa, de los ministros, diputados y funcionarios de todo nivel que conformaron la comitiva del gobernador Jorge Sobisch o hicieron su entrada por la suya.

Una ausencia notable, fue la del presidente del banco de la provincia del Neuquén, Luis Manganaro. Bastante retrasada arribó su esposa y se dirigió a los primeros lugares. «Río Negro» preguntó por el funcionario y hubo dos versiones. La oficial: que se encuentra en Buenos Aires y la no confirmada: que viajó a Miami para asistir a un seminario dictado por el equipo de Bill Gates, rumor que sonó a «leyenda» como para agregarle una nota de color a la noche.

Fue impresionante, desde todo punto de vista el despliegue y la coordinación. Nadie quiso dar datos técnicos en medio de la maraña de cables y nervios, la noche del concierto. Se vieron: las mastodónticas consolas y equipamientos traídos especialmente de Buenos Aires, igual procedencia de los especialistas de primera línea contratados; los varios camarógrafos que realizaban tomas desde los lugares más increíbles (platea, popular, las manos del pianista, sus dedos rozando las teclas blancas y negras, la participación de la banda y coreutas), para ir proyectando por dos pantallas gigantescas a ambos costados del enorme escenario; las chicas acomodadoras que entregaban folletería, los cuidadores de autos entre los que se vieron a gente emepenista, servicio de ambulancias y policía.

La fiesta fue grandilocuente y la entrega de Raúl Di Blasio y su orquesta tan pródiga como lo había prometido o quizás más. Subió a las 22.05 del miércoles y no bajó hasta pasada la una de la madrugada siguiente, coronado por ovaciones y vítores sin fin.

Un disco de oro para Neuquén

NEUQUEN (AN).- «Bigotes» le dice o «mi querido amigo» o «el bigotudo», lo llamó varias veces durante el concierto, con especialísimo afecto Raúl Di Blasio al gobernador Jorge Sobich.

«Como homenaje y reconocimiento al pueblo de Neuquén», le obsequió un disco de oro, aunque tuvo un traspié. El escalón que lo acercaba al mandatario cedió y el pianista casi se cae, finalmente se abrazaron en el centro de la platea.

Asistencia variopinta: desde el ex felipista Alejandro Córdoba al lado de Oscar Cacho Gutiérrez sobichista de la primera hora: hoy operadores blancos; hasta secretarias privadas y asesores de todo nivel. Mucha clase media-a- alta.

El gobernador fue más que puntual, arribó a las 21.25 y esperó cuarenta minutos al zapalino. Mientras, el público se entretuvo con la tecnología que se trajo, puesta a favor de la propaganda oficial. Se usaron sellos con el escudo provincial: arriba la leyenda «El gran desafío» y abajo «Confianza». Fueron proyectados, primero en el telón de fondo, recorrieron la popular.

Alguien preguntó si «el gran desafío» sería «Sobich presidente» y si el logo es el mismo de la campaña emepenista, que se vio en la revista de abril «El movimiento es noticia»

¿Final?. Di Blasio interpretando a toda orquesta el himno de Neuquén, Luis Gingin -su camarada de antes- cantando Quimey Neuquén y un cierre a todo «Piano».

«No quiero que me arruinen la fiesta», dijo al llegar a Zapala

ZAPALA (AZ).-El artista zapalino Raúl Di Blasio, quien se presentará esta noche en el gimnasio del Tiro Federal, retornó ayer en la tarde a esta ciudad después de una larga ausencia y pidió que designen a una plaza con el nombre de su padre. Di Blasio recibió el cariño y el reconocimiento de la gente que, desde muy temprano, aguardó su llegada frente al municipio local.

«Regresar a mi ciudad después de tanto tiempo me produce una sensación muy especial» dijo Di Blasio apenas pisó nuevamente Zapala en diálogo con Carlos Ríos de FM Puquén.

Sin embargo la felicidad de estar nuevamente en casa contrastó con el evidente mal humor por el debate que se abrió aquí a raíz de la posible nominación de una plaza con el nombre de Hilario Di Blasio en homenaje al padre del músico.

El zapalino había anticipado que se hará cargo del mantenimiento del espacio verde, pero la iniciativa chocó con la resistencia del algunos sectores. «Espero que esta no sea la causa que arruine mi fiesta, pero yo vine aquí también con la intención de dejar algo para siempre con el recuerdo de alguien imborrable que es mi padre» sostuvo.

Recordó que «si yo heredé lo que heredé es porque tuve un padre que vino a Zapala a construir el futuro con sus propias manos». Con referencia a la polémica desatada en el Consejo Deliberante zapalino aseguró que «estoy muy preocupado e inquieto producto de la ansiedad que esta situación me provoca, porque no quiero arruinarle la fiesta a nadie, pero tampoco quiero que lo hagan conmigo, por lo cual entiendo que la plaza tiene que llevar el nombre de mi padre».

Al mismo tiempo mandó un mensaje para los ediles que se oponen a la propuesta: «Si el amor que le mando a mi pueblo desde cualquier punto del mundo cuando estoy de gira tiene valor, espero el mismo gesto». Destacó «el esfuerzo del gobierno de la provincia que nos permite llegar a muchas ciudades con nuestra música y experiencias».

Di Blasio, quien actuará esta noche desde las 21.30, tenía previsto un encuentro con jóvenes de las escuelas secundarias.


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