Desaliento a la innovación

Entre las nuevas medidas definidas por el gobierno para intentar estabilizar la economía y cumplir con las metas fiscales y económicas acordadas con el FMI figura el establecimiento de nuevos derechos de exportación (retenciones), fijados en $ 4 por dólar para la producción primaria y $ 3 al resto, generó fuerte preocupación en los sectores de software y tecnología, en especial Invap, que teme que se esté desalentando el desarrollo de uno de los sectores más dinámicos e innovadores de nuestra economía.

Las retenciones no son técnicamente un impuesto, sino un mecanismo de administración del comercio exterior que permite establecer tipos de cambio diferenciales para aquellos sectores que reciben pagos en divisas por sus ventas al exterior. Esto supone que el sector exportador recibe beneficios extraordinarios luego de una gran devaluación y el Estado actuaría aquí para “equilibrar” las trasferencias de ingresos entre los sectores beneficiados y perjudicados por la medida.

Se supone que es un mecanismo transitorio y así ha sido presentado por el gobierno, pero en nuestro país ha funcionado de modo inverso: como una medida para que el Estado obtenga recursos fiscales extras en tiempos de crisis y suavizar las variaciones de precios de los bienes exportables, debido a la depreciación de la moneda. Y su aplicación se extiende indefinidamente.

La decisión oficial de incluir a todos los bienes y servicios que se exportan desconcertó y puso en alerta a la industria del software y la tecnología, ya que contradice una política llevada adelante gobiernos de distinto signo, incluyendo el de Cambiemos, que buscan estimular a un sector líder en Latinoamérica que realiza exportaciones con alto valor agregado y genera empleos de calidad y elevados ingresos.

La Cámara de la Industria Argentina del Software estima que las exportaciones podrían disminuir hasta un 45% y las expectativas de creación de empleo bajar hasta un 36%. Muchos empresarios del sector cuestionaron que la decisión podría violar la ley del 2011 que garantiza estabilidad fiscal hasta fin del 2019 y establece un régimen de promoción que los exime de varios impuestos, como forma de estimular el desarrollo del sector. Nuestra región no es ajena a este desarrollo tecnológico. El centro Pyme Adeneu registró 83 empresas de este tipo en Neuquén y elevó a 133 el total al contar las no registradas, que emplearías a unas 800 personas en forma directa o relacionada. La mayoría son Pymes y se caracterizan por tener empleos registrados y de nivel salarial superior al promedio, por la alta capacitación requerida.

La medida del gobierno podría ser incluso contraproducente, ya que, al contrario del agro, son empresas que podrían deslocalizar fácilmente sus operaciones a Uruguay o Chile.

Otro sector afectado es el tecnológico, cuyo exponente más importante en la región es Invap, la firma rionegrina que produce y vende bienes y servicios de ingeniería satelital, nuclear y otros sectores a diversos países. Como señaló este diario, Invap cerró este año contratos por 585 millones de dólares con Brasil, Bolivia y Holanda y debería pagar unos 520 millones de pesos por las nuevas retenciones. A Invap le sucede algo parecido que a las firmas de software: si bien se beneficiará con el alza del dólar, tiene alta dependencia de insumos importados y la inflación afecta sus ingresos por el alto componente de mano de obra en sus productos. El gobierno rionegrino realizará esta semana una gestión para intentar eximir del pago a la firma rionegrina, y a la vez lograr una rebaja en las retenciones que pagará la fruticultura, también intensiva en mano de obra y en crisis estructural hace años.

Más allá del debate sobre las retenciones, no se puede gravar al conocimiento como un commoditie. El gobierno debiera revisar una medida cuyo impacto fiscal será muy relativo y podría desalentar fuertemente el desarrollo de los pocos sectores dinámicos, intensivos en mano de obra calificada y generadores de valor agregado por el fuerte componente de investigación y desarrollo que tiene nuestra economía nacional y regional.

Editorial