Desempleo en alza

La semana que pasó llevó algo de tranquilidad al equipo económico, ya que pareciera haberse frenado la espiral alcista del dólar. Sin embargo, emergió un problema estructural que podría agravarse en los próximos meses: una elevada suba del desempleo.

Según difundió el Indec, la falta de trabajo afecta a un 9,6% de la población en todo el país, al tiempo que también creció la subocupación (11,2%), con lo cual más del 20% de la población económicamente activa enfrenta algún problema de empleo. La distribución geográfica es desigual: mientras en Neuquén la tasa (4,2%) fue de las más bajas del país junto a la de Capital Federal, en el conurbano bonaerense la cifra trepó al 12%, al igual que en algunas provincias del norte.

Una de las particularidades del segundo trimestre fue que el desempleo aumentó al mismo tiempo que se registró una expansión de los puestos de trabajo (se crearon casi 400.000 puestos, por encima del crecimiento de la población). Las razones, según los expertos, fueron dos: en primer lugar, subió la tasa de actividad, es decir la gente que busca trabajo (pasó del 45,4% al 46,4%) debido a que la inflación hizo que los sueldos familiares “no alcancen” y nuevas personas (sobre todo mujeres) se pusieran a buscar trabajo. Al mismo tiempo, los puestos creados fueron insuficientes para esta mayor demanda y la mayoría fue en negro y cuentapropismo, en una precarización del mercado laboral. Para los expertos, este trimestre sería el último con noticias algo positivas, por lo que los próximos meses serán peores, con caídas de actividad económica que agravarán la situación.

Ante el duro panorama social que se viene, no resulta claro cuál será la respuesta del gobierno, abocado en estas semanas a “apagar el incendio” generado por la suba del dólar. La apuesta oficial pasa por ampliar el acuerdo con el FMI, que le permitiría estabilizar el frente cambiario y financiero, y esperar que la reducción del déficit fiscal producto del ajuste del gasto, una baja de las tasas de interés, una moderación de la inflación y una mejora en las exportaciones debido a la mejora del tipo de cambio y una buena cosecha mejoren el panorama económico.

Sin embargo, varios expertos ya han señalado que las proyecciones del gobierno sólo se cumplirían si en el 2019 se recupera el crecimiento y baja la inflación, algo que no está garantizado. Como señaló la firma Ecolatina, “las políticas fiscal y monetaria serán contractivas, nuestro principal socio comercial (Brasil) no logra estabilizarse y las turbulencias financieras arrecian”, por lo que apostar todo a una cosecha agrícola récord el año que viene no pareciera ser la mejor estrategia. Al gobierno de Macri, que pidió al asumir que su gestión sea evaluada por “la creación de empleos de calidad” y una baja en la pobreza, le sigue faltando una estrategia de crecimiento, que en el contexto actual es un tema no sólo económico sino también político. Como demuestra el debate del Presupuesto, el oficialismo necesita ampliar su base de consenso para lograr las metas económicas y enfrentar la dramática baja del poder adquisitivo que están sufriendo asalariados, jubilados y desempleados.

Al mismo tiempo, como se ha demostrado en los últimos 20 años, aun si se recupera la economía esto no bastará para mejorar los problemas endémicos del mercado laboral argentino, que padece de baja productividad y elevadas tasas de informalidad que demandan reformas estructurales.

Un ordenamiento fiscal que corrija las duplicaciones y despilfarros en la compleja burocracia estatal y el enmarañado sistema de subsidios, una revisión de las imposiciones sobre los salarios que castigan a las pymes y salarios más bajos, simplificar normas laborales que generan alta litigiosidad y desalientan contrataciones y una reforma del sistema educativo que mejore la inserción laboral son todos proyectos que requieren amplitud de miras y acuerdos políticos, que no se perfilan en el horizonte inmediato pero sería imprescindible alcanzar, por el bien del país.

Editorial