El Estado como botín

El terremoto político que generó en esta semana la ola de detenciones de exfuncionarios y empresarios privados a raíz de la investigación de los “cuadernos de la corrupción” revela hasta qué punto es un fenómeno estructural en nuestro país, un mecanismo para financiar la actividad política y permitir a una reducida casta de privilegiados amasar fortunas e impresionantes cuotas de poder.

El diario “La Nación” reveló una trama conformada por exfuncionarios del gobierno kirchnerista y directivos de las principales compañías constructoras y energéticas del país, a quienes se les había concesionado obras públicas o servicios para recaudar dinero en forma ilegal. Más de 160 millones de dólares de coimas en efectivo fueron movilizados en autos que tenían como destinos principales el Ministerio de Planificación, la Quinta de Olivos, el domicilio particular del matrimonio Kirchner y las oficinas de la Jefatura de Gabinete.

Más allá de que aún hay varias dudas y puntos oscuros que deben dilucidarse en la Justicia, la revelación generó reacciones habituales a cada lado de la “grieta” ideológica de nuestro país. Desde el kirchnerismo calificaron de “montaje” la información, que buscaría desviar la atención del ajuste económico y las denuncias de aportantes falsos a la campaña de Cambiemos. Por su parte, el oficialismo pidió “llegar a fondo” con lo que consideró un caso testigo del robo de recursos públicos en la anterior gestión.

El caso es impactante porque incluye, al igual que los famosos videos de La Rosadita y los bolsos del Convento, una evidencia “palpable” de la circulación de dinero negro. Y ofrece aristas que lo hacen un hecho único y paradigmático.

• Por primera vez se aplica la figura del “arrepentido”, que premia la delación premiada de los acusados si apuntan “hacia arriba” de la red y aportan pruebas de los ilícitos. Esto ya habría facilitado la colaboración del chofer Oscar Centeno y uno de los empresarios detenidos.

• Nunca como en otras causas el movimiento de fondos apunta claramente hacia la máxima altura del poder: el exministro de Planificación y la expresidenta Cristina Fernández.

• Si bien en la corrupción pública siempre hay privados involucrados, están acusados conocidos ejecutivos de la UIA y la Cámara de la Construcción, con conexiones con el gobierno anterior pero también con el actual, demostrando la vigencia de una “patria contratista” que opera con independencia del gobierno de turno.

• La trama puede extenderse al interior, ya que hay obras y empresarios de todo el país involucrados, incluyendo en Río Negro.

• Implica a conocidos exmagistrados y “operadores” judiciales que han actuado tanto en el kirchnerismo como en el macrismo para manejar sorteos y causas y así congelar investigaciones.

• Se da en un contexto de investigaciones de corrupción en toda Sudamérica, donde el caso Odebrecht dejó acusados o encarcelados a expresidentes, ministros y empresarios en 12 países. El caso podría tendría conexiones con el de los “cuadernos”.

La dimensión estructural de la corrupción en el país requiere, para combatirla, el compromiso de todos los poderes del Estado.

Como nunca, la Justicia dispondría de pruebas y herramientas para avanzar a fondo, y demostrar que no es el ámbito donde mueren todas las investigaciones. Los incentivos para “arrepentirse” son escasos si los procesos duran 15 años, y menos del 2% llega a condena, como ocurre hoy.

El presidente y el Congreso debieran avanzar en una legislación eficaz que impida licuar responsabilidades, como ocurre el proyecto de extinción de dominio, que languidece en el Senado. Una nueva ley de Obra Pública, que reemplace la vigente desde 1947 y evite la actual discrecionalidad en las licitaciones y una Oficina Anticorrupción con verdadera independencia forman parte del menú a estudiar.

La clase política debe mostrar que no hay una protección corporativa a los implicados, al tiempo que deberían reformar el sistema de financiación de la política, que hoy convierte al Estado y sus recursos en un botín a capturar y a los ciudadanos en testigos de las disputas por recursos y poder.

Editorial


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