Ruta 22: ahora, el dólar

La corrida cambiaria que sufrió esta semana el país podría terminar afectando las obras de ampliación de la Ruta 22, ya demoradas por una fatal combinación de mala planificación, exceso de burocracia, medidas judiciales e intereses políticos mezquinos.

El anuncio del gobierno que recortará unos 30.000 millones de pesos del gasto en infraestructura como forma de acelerar la reducción del déficit fiscal y dar una señal a los mercados, que hicieron subir el dólar hasta el nivel de los 23 pesos, podría afectar el financiamiento de las obras que restan en la anhelada concreción de la ruta ampliada entre Chichinales y Senillosa.

Este diario viene denunciando la exasperante lentitud de las obras, en especial en uno de los tamos más transitados, el corredor entre Cervantes y Cipolletti.

La escasa presencia de obreros y de actividad en los obradores son evidentes desde enero. En ese momento, las contratistas adujeron retrasos en los pagos, indefiniciones de Vialidad Nacional en obras claves y hasta el calor como factores de la demora en los trabajos.

Desde Nación se esgrimieron problemas administrativos que demoraban hasta cinco meses los pagos de certificados a las empresas y se prometió acelerar el proceso en febrero. A esto se sumó el conflicto que mantiene el organismo nacional con el Municipio de Roca por las características del proyecto, que derivaron en presentaciones judiciales que todavía no tienen definición.

Pese a las promesas, el paso de las semanas no trajo mejoras sustanciales. Mientras el tramo entre Godoy y Cervantes muestra progresos evidentes, con tramos concluidos y acuerdos sobre los derivadores con los municipios que destrabaron las obras, el sector más transitado de la ruta sigue siendo un calvario para quienes deben viajar a diario hacia o desde el Alto Valle, en especial cuando se realiza el transporte de fruta con destino de exportación hacia los puertos, agregando un problema más a la maltrecha fruticultura regional y aumentando los factores de riesgo para el tránsito. Más de 80 choques y vuelcos, la mitad de los cuales implicó la pérdida de vidas humanas en el 2017, se mantienen como una constante en la principal vía de comunicación de la zona.

La parsimonia de los trabajos ha sido tal que incluso generó una oportunidad para chacareros y emprendedores de la zona, que aprovecharon para ubicarse en puntos estratégicos de los sectores en ampliación para vender frutas, verduras y productos artesanales. Más allá de la anécdota, revela hasta qué punto se ha naturalizado la presencia de tambores y desvíos que complican el tránsito.

La polémica se ha extendido a Neuquén, donde también aumentan las quejas de diputados y funcionarios del Ejecutivo provincial por las tareas pendientes desde hace meses en la 22 en los 35 kilómetros del tramo Plottier-Arroyito, otro sector de intenso tránsito entre Neuquén y la comarca petrolera o la zona andina. Alertaron por los serios riesgos que implican la falta de terminación de rotondas y “rulos” derivadores y en sectores donde aún no se habilitó la doble vía. La promesa es terminar las tareas pendientes en septiembre, pero con la incertidumbre actual el plazo podría extenderse.

Es preocupante la posibilidad de que los recortes presupuestarios previstos afecten a una obra tan vital para la seguridad vial y el desarrollo económico de Río Negro y Neuquén. Sería necesario que funcionarios de Nación aclararan cuanto antes el punto. El inicio de la temporada invernal ya de por sí afectará el ritmo de los trabajos, debido a las bajas temperaturas y la posibilidad de lluvias. Y se suma el conflicto político y judicial con Roca, que mantiene en la indefinición el tramo de poco más de dos kilómetros que atraviesan la zona urbana de la ciudad. Terminar con las mezquindades políticas de todos los sectores, asegurar los circuitos de pago y definir las obras pendientes se hace necesario para terminar una obra clave para salvar vidas e integrar la región.