Efecto dominó
¿Quién es el próximo? Esa es la pregunta que se repiten ansiosamente los autócratas de varias ex repúblicas soviéticas después del derrocamiento del gobierno de Kirguizistán por una revolución popular.
En los países vecinos del Asia Central, los políticos opositores sienten que es su turno para revivir el drama de 1989, cuando la democracia se extendió por Europa oriental a medida que el imperio soviético se resquebrajaba.
Kazajastán, una nación rica en petróleo donde las empresas petroleras occidentales han invertido miles de millones de dólares, es considerada por muchos como el próximo centro de un levantamiento popular.
Además de petróleo la región posee movimientos islámicos sospechosos de mantener vínculos con el terrorismo; un narcotráfico activo; bases militares de Estados Unidos y Rusia; una posición estratégica respecto a China y una falta total de garantías de que sus nuevos dirigentes sean más demócratas que los actuales. Rusia ha contemplado con ansiedad los levantamientos de su antiguo imperio, a medida que sus aliados Georgia, Ucrania y Kirguizistán han sido derrocados unos tras otros , constituyendo una amenaza estratégica a su papel como la potencia regional dominante.
El director de la filial moscovita de la Fundación Heritage, Yevgeny Volk, dijo que «a diferencia de los estados bálticos -que adoptaron rápidamente una economía de mercado, una sociedad democrática y el respeto a la ley- y en mucho menor medida a diferencia de Rusia, en el Cáucaso y el Asia central los dirigentes de la era comunista permanecieron en el gobierno, lo cual generó corrupción y autoritarismo… Pero ahora ha llegado el momento de las revoluciones''. (AP)
Comentarios