El abandono se adueña de una escuela de J. J. Gómez
El establecimiento, número 66, tiene serias falencias edilicias. En casi todas las paredes hay grietas y los techos se llueven.
ROCA (AR).- El panorama desolador de la fachada, con la pintura de las paredes descascarada y la vereda prácticamente inexistente, operan a modo de triste preámbulo del estado general en que se encuentra el establecimiento. Y es que los famosos arreglos que impulsó el Ministerio de Educación en febrero parecen no haber llegado nunca a la Escuela 66 de J. J. Gómez, ni este año ni en los anteriores.
Mampostería que se cae, pisos llenos de cráteres, armarios vetustos donde no se puede guardar nada, aulas que se llueven y persianas que no se abren, son eslabones de una cadena interminable de falencias que sufren los alumnos y docentes de una escuela.
«A principios de este año vino gente, enviada por el Consejo, a limpiar los calefactores, pero después de eso no los volvimos a ver, en la escuela no se hizo ningún otro arreglo», comentó la directora del establecimiento, Adriana Etcheverry. «Cursamos un montón de notas al CPE para que atendiera nuestras necesidades, pero nunca nos contestaron», agregó la vicedirectora, Teresa Páez.
La escuela se encuentra en pésimo estado y los padres, cansados de ver las condiciones en que sus hijos tienen clases, decidieron tomar cartas en el asunto. Ayer se reunieron para confeccionar una carta para el ministro de Educación, César Barbeito, con varias fotos que muestran las condiciones generales del establecimiento.
La lista de carencias y fallas en el edificio es decididamente extensa. Casi todas las paredes de las aulas, por ejemplo, tienen rajaduras y manchas de humedad.
Los caños de gas están colocados por fuera, a la altura de los bancos que usan los chicos y los pizarrones son tan viejos y presentan tantas grietas, que escribir sobre ellos es una tarea dificultosa. Ello no sería nada si los docentes tuvieran tizas para escribir. Es común que la escuela se quede sin este elemento y los educadores tengan que recurrir a sus propios bolsillos para adquirirlo.
Muchas de las puertas no se cierran porque no tienen cerradura, y ni siquiera intentan ponérselas porque la madera está podrida y se desarman al mínimo intento de manipulación.
El estado del patio es un caso aparte. No posee techo y los alumnos, cada vez que llueve, no tienen dónde jugar.
La tapa de las cloacas está improvisada con un pedazo de hierro y la cerradura del portón fue burlada varias veces por ladrones. De hecho, es común ver jóvenes del mismo barrio que se meten a la escuela para utilizar el patio como «cancha». «Esto es un peligro para los chicos porque entra cualquiera. Vivimos con el miedo de que le ocurra algo a algún alumno cuando viene a los baños, que están en el exterior del edificio», comentó Etcheverry.
La biblioteca, un lugar que se supone central en una escuela, mide 3 metros por 1 y medio y tiene los estantes vencidos.
Los alumnos, prácticamente, ya no tienen espacio para guardar mapas y libros.
Estas son algunas, no todas, de las falencias en el establecimiento que hicieron que los padres escribieran una carta al ministro César Barbeito exigiéndole que se ocupe de la situación de la escuela. Por lo demás, no se descarta que definan algún otro tipo de medida para hacer oir su reclamo.
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