El adiós a un revolucionario del fútbol

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Primero como jugador y después como entrenador, pero siempre buscando la excelencia bajo una premisa clara: la pelota al servicio del espectáculo. Johan Cruyff fue un revolucionario del fútbol. Quien fuera considerado uno de los mejores jugadores de la historia, murió ayer en Barcelona a los 68 años víctima de un cáncer de pulmón. Leyenda de Ajax de Amsterdam, del Barcelona y de la selección holandesa, Cruyff tenía dos vicios. La pelota, que lo convirtió en mito, y el tabaco, que acabó con su vida. Ganador de tres ediciones del Balón de Oro, Cruyff obtuvo sus principales éxitos como futbolista en las filas del Ajax y del Barcelona. Con el conjunto holandés ganó tres Copas de Europa de forma consecutiva en la década de 1970 antes de fichar para el gigante español, donde se convirtió en un referente Se lo considera el padre del fútbol de toque que el equipo azulgrana ha convertido en marca de la casa. Además, guió desde el banquillo al Barcelona a su primera Liga de Campeones en 1992. Con la selección de Holanda, Cruyff lideró a la llamada “Naranja Mecánica” que deslumbró en el Mundial de 1974 en Alemania, donde sin embargo cayó en la final ante el anfitrión por 2-1. El juego que practicó aquella selección fue bautizado como “fútbol total” y se considera el primer equipo del juego moderno. Cruyff era el líder de una generación dorada de futbolistas holandeses “Si nosotros tenemos la pelota, ellos no pueden marcar”, era uno de sus razonamientos. “El fútbol es espectáculo; si no, no es fútbol”, reza otra de sus frases más recordadas. Esa filosofía fue llevada al extremo una década después por Josep Guardiola, su alumno aventajado. La cultura del toque aún sigue siendo hoy el leitmotiv del Barcelona. Anotó 392 tantos en 520 partidos durante 19 años. Pero su legado va mucho más allá que los goles. Cruyff fue alguien que hizo más por embellecer el fútbol que cualquier otro en la historia.

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