El affaire Monterrey y sus implicancias

La EIA equivocó sus estimaciones sobre la formación de Ee. UU. el caso no es trasladable a vaca Muerta

Los pronósticos errados y el real potencial shale

VLADIMIR CARES LEIVA*

La ansiedad, recordemos, es una respuesta emocional que se caracteriza, entre otras cosas, por realizarse desde aspectos subjetivos o cognitivos de naturaleza enfadosa, desabrida. Ansiosos, ávidos de malas noticias, se los ve a muchos partidarios del ambientalismo extremo cuando evocan el nombre de Vaca Muerta. Están al acecho, buscando nerviosamente la aparición de contaminaciones a gran escala o de animales sucumbiendo por la ingesta de sustancias nocivas, o esperando encontrar entre los grises y sombras del extractivismo a hombres y mujeres padeciendo enfermedades crónicas o, a veces, en gestos de inventiva y lucidez, imaginando actuales o futuros terremotos devastadores. La última escena protagonizada por estos personajes dramáticos es la referencia compulsiva al error de cálculo cometido por la Administración de Información de la Energía de los Estados Unidos (EIA), con respecto al alcance de los recursos de la formación Monterrey Shale, California. Como esta misma agencia federal en el 2011 y 2013 cuantificó los recursos de Vaca Muerta se espera, merced a un simple esquema inductivo, que el error también se replique en la formación estrella de la Cuenca Neuquina. Así, en un artículo del abogado y economista Félix Herrero, aparecido en el matutino “Clarín” el pasado 3 de junio, y con el sutil título de “Que el sueño de Vaca Muerta no se convierta en pesadilla”, se indica que “la formación de esquisto de Monterrey tiene en realidad sólo un 4% del petróleo de las estimaciones realizadas en el 2011 por la consultora privada Intek. En resumen, del total de los recursos calculados hace apenas cuatro años se ‘esfuma’ un 96% que queda en los sueños”. Más adelante, Herrera concluye que “así California de nuevo se llenó de sueños dorados que ya los tuvo con la fiebre del oro de 1848”, no sin antes explicitar su deseo de que esta sobrevaluación de reservas no ocurra en Vaca Muerta. Versiones Lo primero que llama la atención es que indistintamente se use el nombre de Formación Monterrey o Monterrey Shale, dando por descontado que se trata sólo de yacimientos de roca generadora, principalmente lutitas. Sin embargo, la Formación Monterrey es una extensa estructura geológica de rocas sedimentarias del Mioceno, con alto contenido en sílice, ubicada en el Estado de California y que abarca un área de 5.000 km² aproximadamente. En el 2011 la consultora Intek, a pedido de la EIA, presentó un informe en el que sostenía que la Formación Monterrey contenía 15.400 millones de barriles de tight-oil técnicamente recuperables, un 64% de los recursos calculados de tight-oil en todo Estados Unidos (exceptuando a Alaska y Hawai). Este reporte sirvió de base para que la Universidad of Southern California en el 2013 evaluara económicamente la explotación del petróleo en términos altamente favorables. Las promisorias cifras respecto de la factibilidad técnica de la explotación de Monterrey estaban basadas en ciertas analogías con los desarrollos exitosos en otras formaciones norteamericanas, en donde ya se producía tight-oil (Bakken y Eagle Ford, especialmente). No obstante, las diferencias geológicas entre estas últimas formaciones y Monterrey son notorias. Por ejemplo, Eagle Ford proviene del Cretácico, conformada en ambientes tectónicamente moderados, lo que resulta en la presencia de horizontes productivos en forma de capas, de regular espesor (80-100 metros), ubicadas a profundidades que varían entre los 3.000 a 3.500 metros. Monterrey, por su parte, es relativamente joven (del Mioceno, unos 6-16 millones de años), fue evolucionando en ambientes más agresivos, con capas de gran espesor y en profundidades importantes (de hasta 5.500 metros). La conjunción de estos datos abría la posibilidad de que la explotación sistemática de la Formación Monterrey fuera mucho más difícil y compleja técnicamente que la desarrollada en otras regiones de Estados Unidos. Sin embargo, las estimaciones de Intek, asumidas como propias por la EIA, fueron muy optimistas, demasiado generosas, considerando el estado del arte de la tecnología petrolera hoy existente. Además, muchos de los pozos puestos en producción provenían de áreas en las que el petróleo obtenido surgía de rocas reservorio tradicionales, es decir de yacimientos convencionales, pero cuyos valores fueron asignados como si proviniesen de no convencionales. Esto, obviamente, disparó hacia arriba todas las estimaciones. Por lo tanto, era esperable que se ajustaran los números de manera significativa. De hecho, en diciembre del 2013 el reporte “Drilling California. A Reality Check on the Monterrey Shale” de J. David Hughes ya alertaba acerca de la inconsistencia de los datos de Intek, cuestión que se hizo de alcance masivo luego de la difusión de la nueva evaluación de la EIA por parte del diario “Los Angeles Times”, el pasado 20 de mayo. De lo anteriormente reseñado concluimos que poco o nada de lo sucedido con el affaire Monterrey es trasladable a la Cuenca Neuquina. No hay conexiones históricas, geológicas o técnicas entre Monterrey y Vaca Muerta que avalen un derrotero similar para esta última. La formación neuquina tiene un potencial enorme por delante. El estudio sistemático de las variables en juego (geológicas, técnicas, sociales, económicas o ambientales) permitirá profundizar el conocimiento necesario para el éxito del desarrollo productivo. También permitirá conocer los riesgos, evaluarlos, gestionarlos o evitarlos en el marco de regulaciones que protejan la salud y el bienestar de la población. Un mayor conocimiento también proveerá los antídotos adecuados que ayuden a bajar los niveles de ansiedad que se respiran a menudo en el ambiente. *Ingeniero en Petróleo, UNC

El shale en estados unidos creció de forma exponencial de la mano de nuevas tecnologías. la formación neuquina tiene un gran potencial.


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