El ALCA se mira en el espejo del Tratado de Libre Comercio

P ara bien o para mal, el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), proyectada para el año 2005, se mira en el espejo del Tratado de Libre Comercio (TLC) de América del Norte, el matrimonio que contrajeron hace siete años Estados Unidos, México y Canadá.

El principal antecedente del ALCA, cuya creación será materia de negociaciones este fin de semana en la Cumbre de las Américas de Quebec, entró en vigor el 1 de enero de 1994. Desde entonces, el comercio trilateral creció un 128 por ciento, para situarse en 659.000 millones de dólares.

México se transformó en la principal potencia exportadora de América Latina y desplazó a Japón del lugar de segundo mayor socio comercial de Estados Unidos, después de Canadá. A Estados Unidos se le abrieron las puertas al tentador mercado mexicano de casi 100 millones de consumidores.

En la frontera norte mexicana proliferaron los polos industriales y las fábricas ensambladoras (maquiladoras), que emplean mano de obra mucho más barata que en Estados Unidos y dirigen sus productos principalmente hacia ese país.

Sin embargo, el buen balance que hacen del acuerdo todos los gobiernos de México desde que Carlos Salinas de Gortari (1988-94) estampó su firma en el convenio es puesto en duda por las organizaciones sociales.

«A siete años de que entró en vigor el TLC, el balance es completamente negativo, sobre todo en la esfera social», dijo a la Agencia Alemana de Prensa (DPA) Héctor de la Cueva, miembro de la Red Mexicana de Acción frente al Libre Comercio y secretario ejecutivo de la Alianza Social Continental.

El TLC o NAFTA, según sus siglas en inglés, impulsó el desarrollo del norte de México, pero acentuó las diferencias con el sur, si bien el gobierno señala que no sólo la franja fronteriza, sino casi todas las regiones del país, participan ya en la actividad exportadora.

El actual canciller mexicano, Jorge Castañeda, un intelectual surgido de la izquierda que ahora apoya los planes del presidente Vicente Fox de profundizar el TLC, fue en su momento uno de los críticos más virulentos del acuerdo.

«El TLC es la pieza maestra de esta abdicación a la que nos sometieron nuestras elites políticas, las cuales aceptaron esta injerencia de Estados Unidos», sostuvo en 1996. «Los que nos opusimos al TLC dimos la batalla aquí y allá, pero perdimos. El TLC no debimos haberlo negociado ni firmado».

Hoy, México, décimo exportador en el mundo, aspira a ampliar ese acuerdo para convertirlo, a largo plazo, en una zona de libre tránsito de personas, lo cual es visto con poco entusiasmo por sus socios, que temen una invasión de mexicanos pobres en busca de mejores horizontes.

De la Cueva, que viajó a Quebec para participar en un encuentro social paralelo llamado la Cumbre de los Pueblos, señaló que las promesas de desarrollo hechas por los negociadores del TLC quedaron en la nada.

«México no sólo no se ha acercado al Primer Mundo, sino que se ha mantenido en el tercero y en algunas regio-nes hasta en el cuarto», sostuvo. «El TLC hace de México un país maquilador y sólo ha ayudado a profundizar las desigualdades entre las tres economías».

En su opinión, la «vía exportadora» con el 95 por ciento de insumos importados ha desmantelado la industria nacional, el campo sufre la «competencia desleal» ante los subsidios de los países del norte, hay precariedad en el empleo y una mayor dependencia económica.

«El ALCA no es otra cosa que una extensión del TLC a escala continental. No deseamos para el resto de los países un TLC», resumió.

Desde el gobierno se ha saludado la creación del área de comercio continental, pero algunos expertos opinan que México ha mantenido un bajo perfil en las negociaciones, porque teme perder su situación de privilegio ante Estados Unidos.

En un análisis del Centro de Estudios Estratégicos Internacionales (CSIS), el economista Sidney Weintraub señaló a México y Brasil como los países más reticentes al ALCA. «Funcionarios mexicanos no hacen públicas estas dudas, porque hacerlo alejaría a México de otros países latinoamericanos», sostuvo.

México reconoce que su prioridad es ampliar el acuerdo comercial de Norteamérica. «Más que ideas nuevas para proponer en Quebec (…) lo que pensamos hacer es seguir con nuestros vecinos y socios en el NAFTA», dijo claramente en marzo el canciller mexicano, cuando fue interrogado sobre las propuestas de México para la cumbre.

De hecho, en Quebec, el presidente de Estados Unidos, George Bush, el mexicano Vicente Fox y el primer ministro canadiense, Jean Chrétien, realizarán un encuentro paralelo para discutir sus propios asuntos.


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