El anuncio de un presidente agotado

Análisis

Eterno predicador de que su mandato vencía en diciembre del 2003, Eduardo Duhalde sorprendió ayer al país al anunciar el adelantamiento de los comicios. Su mensaje deja más claro el panorama para los candidatos ya en marcha, obliga a definirse a los más remisos y a motorizar alianzas. Decididamente echa a rodar una vertiginosa máquina electoral en plazos que de todos modos no son tan exiguos.

¿Es el anuncio el reconocimiento de un fracaso? Probablemente. Duhalde ha comprendido que no pudo sacar al país de su condición de desarraigado del mun-do. Su gestión y la de su ministro ante los organismos financieros internacionales por obtener un acuerdo que saque del infierno al país quedaron prácticamente agotadas. Se hizo cada vez más evidente a los centros de poder mundial la impotencia para elaborar un programa serio que revierta el caos.

Y si hoy el FMI da mensajes un poco más alentadores, hablando de negociaciones activas pero bajando expectativas sobre fechas, es porque sabe que la condena de la Argentina al «default» resultaría particularmente gravosa para países vecinos.

Este pequeño nuevo respiro que da el Fondo, más la certeza de que en estos días han sido dadas las condiciones legales para internas abiertas, campañas y financiamiento de partidos, le están diciendo a Duhalde que es el momento para descomprimir al país, dándole alguna expectativa que exceda la agonía de un presente y la carencia de metas.

La distensión era necesaria en horas sumamente convulsivas para Duhalde, que ve resurgir el lastre de la «maldita policía».

Seguramente este anuncio aplacará ansiedades: la de políticos, piqueteros y operadores económicos. En un país sin destino construye una perspectiva política cercana.

Pero no hay que dejar de mencionar que la crisis social va por un andarivel distinto al de los ritmos electorales y políticos del país, por lo que el adelantamiento de elecciones genera un escenario difícil de definir para el futuro de la Argentina.

Por su parte el FMI probablemente siga evitando negociar no ya con un mandatario sin sustento, sino yéndose de la gestión. En marzo del 2003 vendrá otro, legítimamente elegido, al que tal vez le será dado ayudar para evitar que nazca maniatado, siempre que advierta de éste convicciones en la orientación de los países más serios del mundo.


Eterno predicador de que su mandato vencía en diciembre del 2003, Eduardo Duhalde sorprendió ayer al país al anunciar el adelantamiento de los comicios. Su mensaje deja más claro el panorama para los candidatos ya en marcha, obliga a definirse a los más remisos y a motorizar alianzas. Decididamente echa a rodar una vertiginosa máquina electoral en plazos que de todos modos no son tan exiguos.

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