El bajón del tiempo libre

En el verano, este problema que con el ritmo de aceleración que se lleva normalmente a lo largo del año pasa como «responsabilidad», se termina poniendo en evidencia.

Sin embargo, en esas «microvacaciones» cotidianas que son las horas de descanso de todos los días se puede identificar también el efecto de la adicción al trabajo. Un signo es acostarse y ponerse a pensar en los problemas que hay que resolver en el trabajo el día siguiente. O despertarse por las noches preocupado por una cuestión atinente al trabajo. Los trastornos de sueño son uno de los síntomas más frecuentes.

Aunque los síntomas -entre ellos, olvidarse de todo lo demás- puedan sonar parecidos a los de la pasión, resulta evidente que la adicción impide a la persona disfrutar de nada de lo que hace, dentro del trabajo o fuera de él, y que toda dimensión de juego que el trabajo pueda tener se ha perdido para él, que deberá ver cómo escapa del yugo de su tripallium.


En el verano, este problema que con el ritmo de aceleración que se lleva normalmente a lo largo del año pasa como "responsabilidad", se termina poniendo en evidencia.

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