El básquet de duelo: murió «Pajarito» Gómez

Durante varios años fue una garantía y verdadero showman en el arbitraje. Falleció por un problema de corazón. Tenía 56 años.

HIA BLANCA (Télam).- Los restos de Rodolfo Américo Gómez, ex árbitro internacional de básquet que por una década paseó por distintas partes del mundo su calidad y particular manera de dirigir, fueron inhumados ayer en un cementerio privado de esta ciudad.

Víctima de una insuficiencia respiratoria y cardíaca, «Pajarito» Gómez falleció el viernes por la tarde y en la jornada de ayer iba a celebrar su cumpleaños 57.

Iniciado como basquetbolista en el club Pacífico, donde llegó a jugar hasta la categoría cadetes, Gómez desde pequeño dirigía a la vez divisiones menores y lo hacía con tanta eficiencia que sólo una barrera, la de ser menor de edad, le imposibilitaba en la década del «60 dirigir en primera división local, aunque con una argucia lo hicieron debutar en el juego Velocidad-Napostá.

Su particular estilo de dirigir acompañando con gestos, veloces corridas y saltos cada jugada y la singular manera de utilizar sonoros y distintos silbatos llevaron a una consideración tal a Gómez que fue el primer árbitro argentino al que se le concedió la licencia y escudo de la FIBA.

Fue el único argentino que intervino en los Juegos Olímpicos de Moscú dirigiendo la final femenina entre Unión Soviética-Bulgaria y en masculino dirigió Estados Unidos-Yugoslavia en el mundial de Puerto Rico «74 y la final del mundo de clubes entre Ignis Varese y Sirio.

Su jerarquía se paseó por gran parte del mundo, tanto en Sudamérica como Europa y fue durante cinco años el juez principal de la entonces afamada liga de Puerto Rico, además de hacerlo en torneos Preolímpicos y Premundiales.

En Bahía Blanca su condición prácticamente conocida en el ambiente de ser simpatizante de Olimpo le impidió dirigir el clásico frente a Estudiantes y esa barrera se alzó en sólo cinco oportunidades.

«Tuve una gran satisfacción en mi vida que fue la amistad con los jugadores, los reunía antes de empezar cualquier partido y les aclaraba como eran los tantos, por eso no tenía enemigos en ese campo», solía decir Gómez.

Se mantuvo durante diez años dirigiendo a nivel internacional hasta que un día se cansó y expresó: que «no dirijo más, estoy cansado de luchar contra demasiadas cosas acá en Bahía y en Capital Federal. Mi principal enemigo ha sido la envidia».

Su renuncia estuvo «guardada» dos años en la Confederación Argentina de Básquetbol pues el entonces interventor, el coronel Campodónico, se negaba a aceptarla, hecho que ocurrió en 1982.

Otros diez años pasaron hasta que Gómez volviera a dirigir localmente y lo hizo «ad honorem» hasta ponerse en forma física, pero se le cortó el tendón de Aquiles y allí optó por el retiro definitivo.

Gómez había compartido su tarea arbitral con la de empleado administrativo, bancario y propietario en sociedad de un café donde se reunía el mundillo basquetbolístico local y era frecuente en los cotejos de la incipiente Liga Nacional que jueces de distintos puntos del país fueran a visitarlo.

Sus restos recibieron sepultura en el cementerio Parque de Paz.


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