«El Bolsón Jazz Festival»: simplemente brillante
Fue un gran espectáculo de gran calidad al aire libre
La última jornada de «El Bolsón Jazz Festival 2002» mostró lo mejor del jazz tradicional y tuvo un cierre callejero a lo grande: con la mayoría de los músicos sonando juntos en una «jam session» para el recuerdo.
«Costó pero salió bien», fue el comentario de uno de los organizadores mientras se permitía disfrutar del buen jazz del grupo barilochense que abrió el espectáculo.
Alrededor del escenario se desperdigaron familias enteras, mamás con sus chiquitos y jóvenes que tomaban sol como si fuera una playa.
Al calor del mediodía bolsonés la banda «Dr. Jekill and Mr. Jazz» demostró que el jazz tradicional, ése que por momentos suena a «dixieland», es un influjo poderoso para fanáticos y neófitos.
También los fenomenales «Bariloche Original Jazz Band» demostraron que el jazz clásico está muy vivo y suena de maravillas.
Los «Dr. Jekill» presentaron una formación atípica pero poderosa con cuatro saxos, batería y teclados en la que los «caños» manejaban las armonías y se transformaban en las estrellas absolutas del concierto dominguero.
«Es standard jazz, con mucha influencia de Benny Goodman», señaló un conocedor que no se separó del escenario durante toda la actuación.
El grupo está integrado por Darío Antonio, Miguel Nitzche, Gabriel Costa, Alejandro Kolton, Raúl Carrasco, Diego Beveraggi y Moira Nitzche.
Luego llegó el turno de Luis Cide. El guitarrista roquense es un viejo conocido del público bolsonés, donde siempre es recibido como un músico local.
Con un curioso gorrito encasquetado («hace mucho calor» dijo, justificando el atuendo), arrancó a su guitarra sonidos desgarradores de una belleza impresionante.
Acompañado por Alfonso Alcoleas en bajo, Jesús Fernández en piano y Juan Merlo en batería, Cide presentó un repertorio propio que inició con el tema «Auroras», en el que el piano marcó un interesante contrapunto con la digitación del roquense.
Luego se sucedieron «Canción Solemne» (dedicado a la Argentina) y «Encuentro en enero», entre otros temas.
La mayoría de los músicos que llegaron al festival, participaron a media tarde, en pleno centro de El Bolsón, de una zapada descomunal despidiéndose de las presentaciones callejeras.
En el boulevard de Avenida San Martín, cada uno se lució en sus solos y todos en conjunto.
Entre el público se vieron algunas caras famosas. El especialista de jazz Nano Herrera, quien llegó desde Buenos Aires para disfrutar del festival, se mezcló entre el público para escuchar a cada grupo.
Por allí también andaba, con muchas ganas de despuntar el vicio, el querido Carlos «Chingolo» Casalla.
A sala cerrada, con la noche ya avanzada, la fiesta prometía un final increíble.
Al cierre de nuestra edición tocaba en La Bandurria el peruano Claudio Arbañil, luego se presentaba Juanjo Miraglia Cuarteto y por último un entrecruce entre todos los músicos presentes.
Era un verdadero «final a toda orquesta».
El que se merecía este festival que se realizó a pulmón pero demostró que calidad también puede alojarse entre cerros y montañas.
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