El cerco policial se usó como estacionamiento de privilegio

Cipolletti volvió a ser castigada con un triple crimen y algunos errores se cometieron casi de la misma manera que en 1997. En vano fueron las horas de debate en el juicio de Kielmasz-González Pino sobre cómo debía actuar la policía para resguardar el lugar del hecho, porque la película pareció rebobinarse. Los cipoleños volvieron a ver las mismas escenas sólo que filmadas en otro sitio y con otras víctimas.

Si algo se había cuestionado en profundidad en el caso de las hermanas González y Verónica Villar era el acotado cerco policial que se había hecho en el lugar donde aparecieron los cuerpos. El tema se llegó a evaluar hasta en una causa conexa, en una de las imputaciones que le hicieron al subcomisario Luis Seguel, quien finalmente fue absuelto.

En el triple crimen I, se criticó que el vallado era «chico» y que se había permitido el acceso a personas ajenas a la investigación. En el triple crimen II, todavía no se escuchan grandes cuestionamientos, pero pasó lo mismo.

La policía colocó una cinta roja y blanca para resguardar el lugar donde habían atacado a las cuatro mujeres y donde solamente quedaba uno de los cuerpos: el de la paciente Carbajales, que murió primero.

No estaban todos los cadáveres como en el caso de las estudiantes pero sí la posibilidad de hallar quizás algún elemento de prueba en las inmediaciones, sabiendo que el asesino había escapado en bicicleta.

Sin embargo, el cerco que se hizo sólo cubrió parte de la calle 25 de Mayo. La cinta llegó hasta la vereda de enfrente pero no más allá de donde se extendía la propiedad donde funcionaba el laboratorio. La gente se amontonó en la calle Roca y alcanzó a ver prácticamente sin dificultades el cuerpo tirado en el jardín.

El cerco era chico. A él ingresaban no sólo policías sino también vehículos. Era un ir y venir de patrulleros, autos de la brigada y vehículos de los bomberos voluntarios. Funcionaba casi como un estacionamiento de privilegio.

Y como en otros hechos -no sólo el triple crimen- vestir uniforme policial fue el pase libre para acceder al predio. Había gente por demás en ese sector. Y no faltaron los políticos que llegaron a traspasar el vallado como si los casos anteriores no hubieran enseñado nada.

«Han trabajado muy bien», dijo el jefe del gabinete científico de la policía Federal cuando se presentó a los pocos días en Cipolletti. ¿Qué vio?, se preguntaban quienes fueron testigos de la película de siempre.

Aseguran, al menos, que al interior del laboratorio sólo accedieron quienes debían. ¿Pero por qué no cuidaron las inmediaciones de la misma manera? Hasta el juez Torres tuvo oportunidad de ver cómo estaba el cerco y no hizo nada. Como tampoco lo hizo Iribarren en el triple crimen de 1997. (AC)


Cipolletti volvió a ser castigada con un triple crimen y algunos errores se cometieron casi de la misma manera que en 1997. En vano fueron las horas de debate en el juicio de Kielmasz-González Pino sobre cómo debía actuar la policía para resguardar el lugar del hecho, porque la película pareció rebobinarse. Los cipoleños volvieron a ver las mismas escenas sólo que filmadas en otro sitio y con otras víctimas.

Registrate gratis

Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento

Suscribite por $1500 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora
Certificado según norma CWA 17493
Journalism Trust Initiative
Nuestras directrices editoriales
<span>Certificado según norma CWA 17493 <br><strong>Journalism Trust Initiative</strong></span>

Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios