El comienzo de los diarios, su obra absoluta

“Nos vamos pasado mañana. Decidí no despedirme de nadie. Despedirse de la gente me parece ridículo. Se saluda al que llega, al que uno encuentra, no al que se deja de ver (…). Todo lo que hago me parece que lo hago por última vez”. Es esta la primera entrada del diario que Ricardo Piglia comenzó a escribir a los 16 años y no abandonó nunca. Más de 50 años después, Piglia decidió editarlos y publicarlos bajo el título “Los diarios de Emilio Renzi”. Allí está todo: su vida, sus ideas literarias. Todo. Es su obra absoluta.

Pero, ¿dónde se van pasado mañana los Piglia? Se van a Mar del Plata. El adolescente Ricardo deja su Adrogué natal para mudarse a La Feliz (¿lo era entonces?). Su padre, el doctor Piglia, peronista, era perseguido por los antiperonistas cuando la Revolución Libertadora daba sus primeros pasos. Esa mudanza empujó al joven Piglia a comenzar un diario que será mucho más que eso y que todos conoceríamos medio siglo después como los “Diarios de Emilio Renzi”.

¿Y por qué Emilio Renzi? Es su alter ego. Lo era ya desde mucho antes. Es su detective. Pero es también su abuelo. Piglia, el escritor, se llamaba Ricardo Emilio Piglia Renzi y Emilio Renzi era su abuelo materno. En él antes que en su propio padre confió.

En el documental “327 cuadernos”, dirigido por el argentino Andrés Di Tella, Piglia expresaba su deseo de publicar sus diarios firmados por Emilio Renzi. Allí también decía que no sabía si tendría el coraje. Hoy lo sabemos, lo tuvo.


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