El componente más dinámico de las exportaciones

Entre 2002 y 2011 las ventas se expandieron un 280% pero se mantiene el déficit comercial, principalmente con China y Brasil. Autos y camiones explican el 35% del total exportado.

manufacturas industriales

Fernando Galassi

fgalassi@rionegro.com.ar

Luego de tres años de recesión económica, los hechos ocurridos en diciembre del 2001 desencadenaron una serie de profundos cambios en el contexto macroeconómico e institucional del país, dando inicio a una etapa de consolidación de una de las rachas de crecimiento sostenido más importantes de la historia argentina. Todos los componentes de la estructura económica fueron afectados, entre ellos el sector externo. Dadas la incidencia que tiene sobre el entramado productivo y social de un país y la importancia como usina generadora de divisas, resulta relevante revisar al menos brevemente cuáles son algunas de las diferencias más significativas respecto de la década de los 90.

En particular, desde el 2002 nuestro país ha vivido una situación un tanto atípica en la que han coexistido un superávit externo y un crecimiento a “tasas chinas”. Sin embargo, todavía hay cuestiones que deberían ser corregidas en pos de garantizar mayores niveles de competitividad que aseguren un desarrollo del sector exportador lo más independientemente posible de la evolución de los precios.

Cambio de signo

Sin duda, una de las modificaciones más notorias y clave ha sido el paso de una situación deficitaria a otra superavitaria del saldo comercial de Bienes y Servicios, tanto en valores absolutos como en términos del producto bruto interno (PBI). Mientras que el último déficit se registró en 1999 (2.200 millones de dólares), este año el país completará un período de once años consecutivos con un saldo de la balanza comercial positivo superior a los 10.000 millones de dólares. En los primeros ocho meses del año llegó a 10.031 millones de dólares. Cabe recordar que el saldo para todo el año pasado había sido de 10.014 millones. Si la tendencia continúa en el cuarto trimestre, cabría esperar que se verificara la proyección de 12.200 millones supuesta en el presupuesto nacional 2013.

En el período comprendido entre 1992 y el 2001, el déficit acumulado superó los 15.000 millones de dólares, en tanto que en los siguientes diez años se alcanzó un superávit de 131.000 millones. Por otra parte, el promedio anual de las exportaciones durante el primer período considerado fue de 21.500 millones de dólares, frente a 51.000 millones entre el 2002 y el 2011.

El peso en la economía

Cuando se consideran los datos en términos de producto bruto interno (PBI) se mantiene la diferencia. En el 2004 y el 2005 el saldo de la balanza comercial representaba el 8 y el 6,4% del PBI respectivamente. En cambio, en 1995 y 1996, los dos únicos años que no registraron déficit, el saldo comercial representó el 0,33 y el 0,02% del PBI respectivamente.

El salto de las exportaciones, que en nueve años se multiplicaron por 3,3 medidas en dólares, fue un factor determinante en el crecimiento de la economía, al menos en los primeros años. Las ventas al mundo pasaron de explicar el 8% del producto en la década del 90 al 21% en los últimos diez años. En el caso de las importaciones, éstas llegaron a representar el 17,5% de la producción en el 2008, cuando en el mejor año del período de la convertibilidad habían alcanzado el 10,5% (1998).

En el 2011 el ratio saldo comercial/PBI alcanzó un nuevo mínimo al ubicarse en el 2,19%. La menor cantidad de excedentes comerciales obedece, en parte, al fuerte aumento de la absorción interna y a la apreciación del tipo de cambio real, tanto bilateral como en términos multilaterales, el cual ha favorecido un incremento del PBI en dólares y un mayor poder de compra de los asalariados medido en precios internacionales.

Rol clave

Una mejora en la balanza externa resulta vital como soporte real de la generación de divisas, que entre otras cosas le permite al país hacer frente a sus obligaciones financieras e impedir que el Banco Central pierda más reservas.

El saldo comercial positivo posibilita el financiamiento del crecimiento de la economía sin necesidad de recurrir a al ingreso de capitales, ya sea en forma de inversión extranjera directa o de endeudamiento. Ésta es una de las principales diferencias con la parte final del siglo XX y una de las condiciones que permitieron escapar de la restricción externa al crecimiento económico.

Revertir el déficit

Con todo lo dicho, uno de los aspectos que el modelo aún no ha podido modificar en el perfil comercial del país es la elevada concentración de las manufacturas industriales en el total de las importaciones. El incremento de las mismas se debió a mayores volúmenes importados, en línea con una recomposición de capital por parte de las empresas y acompañando la fase expansiva del ciclo económico durante las posconvertibilidad. Muchos de éstos son bienes intermedios utilizados en el proceso de producción que permitieron una mejora en la eficiencia de las compañías locales.

Del otro lado del mostrador, las manufacturas de origen industrial (MOI) también ganaron importancia relativa y se constituyeron en el rubro que más aportó al crecimiento de las exportaciones. Entre el 2003 y el 2011 se expandieron en un 260%, aportando algo más de 20.000 millones de dólares. Este comportamiento respondió más a un aumento en las cantidades que a un efecto precios.

A pesar de esta dinámica, todavía no se evidencia un cambio en el patrón de especialización de las ventas externas, las cuales siguen siendo dominadas por productos primarios y manufacturas de origen agropecuario (MOA). De hecho, las ventas de MOI – excluyendo piedras y metales preciosos– dan cuenta solamente del 31% del total exportado el año pasado, el mismo nivel que en el 2001 (ver infografía en la página 3). En cambio, las MOA han incrementado su participación en seis puntos porcentuales. Los productos primarios también han mostrado un comportamiento positivo, a diferencia del rubro Combustibles, cuya participación que disminuyó en el total exportado en nueve puntos porcentuales entre el 2006 y el 2011.

Por último hay que aclarar que el déficit de MOI se genera en su mayor parte con China y Brasil. Mientras que prácticamente no se exporta nada por este concepto a Asia, con Brasil se mantiene un fluido comercio intraindustrial.

Argentina conectada

Otro de los cambios respecto de la década pasada es un aumento de la participación del intercambio comercial en el nivel de actividad. Como se mencionó al comienzo de la nota, luego del abandono de la convertibilidad la relación entre el sector externo y el PBI presentó un quiebre estructural. El coeficiente de apertura comercial, la suma del total de las importaciones más las exportaciones como porcentaje del PBI, pasó del 19% en 1998 a más del 36% en el 2011. La inserción internacional de una economía les ofrece a las firmas locales posibilidades de ampliar su mercado y sus niveles de venta (con el consecuente efecto sobre la producción y el empleo), incorporar tecnologías y know-how desarrollados en el exterior, etcétera. Pero también implica una mayor competencia de productos extranjeros.

Después de Moreno

Este año las exportaciones arrancaron con fuerza y luego perdieron impulso, acusando el impacto de las medidas originadas en la Secretaría de Comercio Interior. Mientras que en los primeros tres meses crecieron, a partir de abril empezaron a caer y en los primeros ocho meses del año las ventas terminaron en terreno negativo, retrocediendo un 1,4% frente al mismo lapso del 2011 aunque un 24% por encima de los registros del 2010.

Del lado de las importaciones las últimas cifras de agosto confirmaron la tendencia negativa iniciada con la implementación de las restricciones comerciales. La mayor caída correspondió al rubro Bienes de Capital, que hasta agosto inclusive sumó adquisiciones por 7.396 millones de dólares, un 18,3% menos que en igual lapso del 2011 (ver infografía). Si se tiene en cuenta que los precios experimentaron una suba, entonces la retracción de los volúmenes es aún mayor.

Si bien es cierto que el comercio mundial ha decrecido, claramente las caídas en el intercambio del país están explicadas también por otros factores vinculados con decisiones de política y situaciones coyunturales: por un lado, la adopción de una política comercial “heterodoxa” que tiene en su menú medidas como las licencias no automáticas, las declaraciones juradas anticipadas de importación y los cambios en los tiempos para liquidaciones de divisas por exportación, entre otras, y por otro, una serie de circunstancias que están afectando fundamentalmente las ventas externas: sequía, estancamiento de la economía brasileña y respuestas a las restricciones implementadas por la Argentina. Esto último afectó significativamente a las economías regionales, para las cuales el mercado de Brasil constituye uno de los principales destinos. Por último, no puede dejar de mencionarse el déficit energético estructural que amenaza el desempeño de la industria nacional. Este deterioro es un elemento que genera tensiones permanentes en el saldo comercial y que impacta negativamente sobre otros sectores industriales. De ahí la importancia de alcanzar un balance energético equilibrado.

Como se puede ver, en poco tiempo el contexto que atraviesa el comercio internacional argentino se ha modificado de manera sustancial. De cara al futuro, cabría esperar que las autoridades nacionales impulsaran una integración al mundo sobre la base de exportaciones con mayor valor agregado (innovación), generado a partir de mejoras en la productividad que se traduzcan luego en niveles más elevados de competitividad. En este sentido, es prioritario que el gobierno reconozca que hay insumos importados que no pueden sustituirse en el corto plazo.


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