El Congreso decide si acepta la renuncia de Mesa
Actualizado a las 20:44
LA PAZ (dpa) – Un clima de incertidumbre se vivía ayer en Bolivia, donde el presidente Carlos Mesa formalizó su renuncia ante el Congreso, en medio de expresiones de apoyo popular y sin que cesaran las protestas que lo obligaron a plantear su alejamiento del cargo.
El presidente del Congreso de Bolivia, Hormando Vaca Díez, convocó para mañana a una sesión legislativa en la que ese poder definirá si acepta o rechaza la renuncia presentada por el mandatario, Carlos Mesa. La instalación del debate se ha previsto para las 16:00 horas (20:00 GMT), indicó Vaca Díez, al advertir que el reglamento prevé que las sesiones deben convocarse con 48 horas de antelación. «Dada la situación planteada en el país, se ha decidido dar por válida la instalación el día de mañana a las 16 horas», explicó.
Vaca Díez anticipó que durante el debate se dará la lectura a la carta remitida por Mesa justificando su renuncia, que se pondrá a consideración de los parlamentarios. Invitó, igualmente, a los legisladores que se encuentran fuera de La Paz a trasladarse a la sede de gobierno, y pidió a los manifestantes en la vecina ciudad de El Alto que «permitan y garanticen la presencia de los parlamentarios en la sesion».
Anoche, Mesa anunció sorpresivamente su decisión de dejar en manos del Parlamento su puesto, después de una semana de bloqueos y de un clima de ingobernabilidad que amenaza con profundizarse después de que el líder Evo Morales y el dirigente de la ciudad de El Alto Abel Mamami llamaran a redoblar las protestas. «He decidido presentar al país, presentar a la consideración del país, a la consideración de ustedes ciudadanas y ciudadanos de Bolivia, como me manda la Constitución, mediante el Congreso Nacional, mi renuncia al cargo de presidente constitucional de Bolivia», declaró Mesa en un mensaje radiotelevisado.
Hoy, en la misiva que puso a consideración de Legislativo, ratificó sus argumentos: «No puedo seguir gobernando asediado por un bloqueo nacional que estrangule al país, o ante ultimátum, huelgas, amenaza y acciones de hecho que no hacen otra cosa que destruir nuestro aparato productivo, nuestra confianza y nuestro futuro». Con esta decisión, Mesa prácticamente pone fin al mandato que inició el 17 de octubre de 2003, después de la renuncia del entonces jefe de Estado, Gonzalo Sánchez de Lozada, quien abandonó el país forzado por una revuelta popular.
Al dar a conocer las razones que lo impulsaron a su eventual salida del poder, el mandatario realizó un cruda exposición de la situación del país, agobiado por las distintas manifestaciones y por las exigencias en torno a la Ley de Hidrocarburos y a la expulsión de una empresa de agua que surte de agua potable a El Alto y La Paz. «No puedo en conciencia avalar propuestas legislativas que inviabilicen nuestra sociedad y la hagan interdicta ante la comunidad internacional, o acciones cuya irresponsabilidad cargue sobre las espaldas de esta sociedad nuevas obligaciones millonarias que simplemente desfondarán nuestro tesoro nacional», sentenció.
«El país requiere con urgencia construir una alianza que le permita avanzar sin la espada de Damocles de la presión, los bloqueos y las demandas irracionales que se han multiplicado como fuegos en todo el territorio nacional y amenazan con incendiarlo todo», añadió. En su discurso del domingo, Mesa increpó a Morales, al señalar que como jefe de la oposición «ya no puede admitirse el lujo de salir a las calles como un dirigente sindical que cómodamente se sienta en su silla y dice: a bloquear, vamos todos a bloquear». Evo, como se le conoce en Bolivia, exige un 50 por ciento de regalías para las petroleras, y llamó a manifestaciones para presionar su aprobación en la nueva Ley de Hidrocraburos.
«Las comunidades van saliendo a tomar caminos, no porque quiera Evo Morales ni el MAS (Movimiento al Socialismo), sino ya es un sentimiento nacional, un interés nacional, un pensamiento del pueblo», había anticipado el diputado horas antes. Sin embargo, el gobernante insistió en su compromiso de mantener el diálogo y se negó a enviar a tropas para levantar los bloqueos.
«No estoy dispuesto a matar y le debo decir algo bien clarito: No voy a poner a las Fuerzas Armadas, ni a la Policía a desbloquear. Tenga tranquilidad porque aquí no van a haber muertos bolivianos ni en mi espalda, porque yo soy un hombre de palabra, porque tengo principios éticos y principios morales y cuando uno empeña su palabra tiene que cumplirla (…) siéntase cómodo y bloquee», apuntó. Al reaccionar a las amenazas de Mamani, a quien tildó de «paladín de la independencia y la soberanía», el presidente dijo que no le va a «pegar una patada en el trasero a Aguas del Illimani».
«Yo no estoy dispuesto, créame, don Abel Mamani, no estoy dispuesto a hacerle a usted el juego de la irresponsabilidad, no estoy dispuesto a seguir en esta comedia vergonzosa», enfatizó. La determinación de Mesa dio un giro de timón a la situación de su gobierno, que parecía sumido en una crisis forzada por las exigencias de distintos sectores, pero que de un momento a otro se vio fortalecido por un inesperado respaldo popular. «Mesa no se va», gritaban cientos de personas que se congregaron en la céntrica Plaza Murillo, ubicada frente al palacio presidencial y a escasos metros del Legislativo, mientras en distintas zonas del país se conocía de movilizaciones para respaldar al jefe de Estado.
Empero, algunos dirigentes políticos criticaron esa renuncia, en tanto que analistas hablaban de una «jugada política» e incluso se =aventuraban a anticipar la «sepultura de Evo». «No hay una renuncia. En el fondo, es una actitud chantajista contra el pueblo. Si él tuviera pantalones, hubiera presentado una renuncia irrevocable», afirmó Evo. Mirtha Quevedo, del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), de Sánchez de Lozada, calificó de «irresponsable» esta determinación.
«El problema es la falta de gobierno, la falta de un presidente (…) no es posible gobernar de esa manera», añadió. La otra cara de la moneda la significó Roberto de la Cruz, actual concejal de El Alto y líder de las manifestaciones que desalojaron a Sánchez de Lozada, quien consideró que Mesa «es un mal necesario». Queda en manos del Legislativo, que convocó para este martes a una sesión especial, la decisión de aceptar esta dimisión -que llevaría a la investidura del presidente del Congreso, Hormando Vaca Díez- o rechazarla, permitiendo la continuidad de Mesa.
Nota asociada: Kirchner le dio su apoyo a Mesa
Nota asociada: Kirchner le dio su apoyo a Mesa
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