El consumo de drogas es cada vez mayor, también en Bariloche

La marihuana sigue siendo la más elegida.

SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- El consumo de drogas entre jóvenes creció de manera notable en esta ciudad. La marihuana es la más elegida pero también la cocaína y los psicotrópicos aparecen encabezando la lista.

Esta tendencia fue detectada por la delegación de Toxicomanía de la policía provincial en esta ciudad y desde allí adjudicaron el problema a la falta de controles de las autoridades sanitarias.

Reconocieron además que la escasa cantidad de droga que tienen en su poder los distribuidores hace que los confundan con simples consumidores.

Darío Buonaventura, titular de la delegación , confirma los datos sobre el consumo de estupefacientes (como cocaína y marihuana) y psicotrópicos (medicamentos de uso legal) a través de los operativos realizados.

«La evidencia de esa circunstancia (el aumento del consumo de drogas) demanda también mayor trabajo de prevención, y por eso de 8 procedimientos en 2002 pasamos a 37 en el 2003, y ya realizamos 16 en lo que va del 2004», explicó.

El jefe policial estima que el consumo de marihuana es el más común, pero apuntó que también había crecido el consumo de cocaína y psicotrópicos, en función del análisis de los secuestros efectuados.»Hay drogas lícitas, de consumo legal y para tratamiento de enfermedades, que se desvían hacia el vicio por medio de recetas falsas y se convierten en drogas de abuso, sobre todo mezcladas con el alcohol», señaló.

En los procedimientos realizados, la policía provincial secuestró 8,400 kilos de marihuana, y una cantidad no determinada de psicotrópicos y cocaína, además de varias plantas y plantines de cannabis que cultivaban en sus domicilios presuntos consumidores.

Por causas derivadas de los procedimientos que realizaron hay cuarenta personas imputadas por infracción a la ley 23.737, de estupefacientes, entre ellas 5 menores y seis mujeres.

El comandante principal Virgilio Gentile, jefe del Escuadrón 34 de Gendarmería, sostuvo que parte de los estupefacientes que pasan por la zona se comercializan en esta ciudad.

Gentile atribuyó el fenómeno a la gran cantidad de turistas que llegan cada año, y señaló dos modalidades: «la venta para el consumo local, realizada por residentes, y la que realizan personas de otras provincias -Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, etcétera-, que aprovechan las temporadas turísticas para la realización de sus negocios».

Destacó también las preferencias por la marihuana, cocaína y éxtasis, y subrayó la posibilidad de que los responsables de los contingentes estudiantiles que ingresan a la ciudad introduzcan drogas, no sólo para el consumo del grupo, sino para el mercado local.

«La situación no escapa a lo que ocurre en cualquier ciudad turística: algunos consumidores traen de más y se convierten en vendedores ocasionales para pagarse el viaje», agregó.

El jefe de la guarnición local recordó los 8 procedimientos realizados en lo que va del año, que posibilitaron la detención de 9 presuntos narcotraficantes, y el reciente secuestro de 140 kilos de marihuana en el Paso Cardenal Samoré, de su jurisdicción.

Estimó que la droga, acondicionada en el doble fondo de la caja de una pick up, provenía «de Paraguay, con escala en Buenos Aires y con intención de ser introducida en Chile».

La delegación local de la Policía Federal también realizó una importante cantidad de procedimientos en Bariloche y El Bolsón durante los últimos meses, y estiman que cerca de 50 personas resultaron detenidas durante 2003 como consecuencia de los operativos.

El jefe del organismo, comisario Osvaldo Vitiello, coincidió con las apreciaciones de sus colegas en cuanto al aumento del consumo, y explicó que sus hombres detienen a los consumidores que fuman marihuana en la vía pública, pero aclaró que siempre apuntan a los vendedores.

 

Cada cual cuida su «quintita»

La fácil adaptación de la marihuana o el cannabis sativa a los distintos suelos y climas no pasó desapercibida para algunos presuntos consumidores, que comenzaron a cultivar las plantas del estupefaciente en macetas y llamaron la atención de las autoridades al adquirir un tamaño relevante. Antes, apenas existían antecedentes sobre el cultivo casero de marihuana, porque la legislación es especialmente dura en ese aspecto, y prevé penas de 4 a 15 años de prisión e importante multa para quien «sin autorización o con destino ilegítimo siembre o cultive plantas o guarde semillas utilizables para producir estupefacientes».

Sin embargo, varios vecinos se animaron a cultivar plantas en sus domicilios, probablemente para consumo personal, y hoy están procesados y podrían recibir al menos una pena en suspenso y una medida curativa. Es conocido el caso de un anciano de 87 años, con domicilio en el paraje Las Golondrinas, cercano a El Bolsón, que fue condenado a un mes de prisión en suspenso por cultivar marihuana en una maceta, para hacer -según confesó- «un tecito digestivo».

El caso es anecdótico, pero no lo sería tanto el reciente secuestro de 32 plantas de marihuana y 98 semillas en el alejado paraje Pilquiniyeu del Limay, pese a que los propietarios de las parcelas aseguraron que se las daban de comer a las gallinas. Los gendarmes aseguran que al realizar una prueba práctica las aves de corral rechazaron las hojas de cannabis como alimento, y opinan que la causa puede involucrar a personas inocentes, y a otras que se servían de esa inocencia. (AB) 

 

Dejó de ser una manifestación de lujo

Uno de los temas dominantes de la «Cumbre» de Ministros de Defensa, realizada hace pocos años en esta ciudad, estuvo referida a la estrategia que deberían planificar las Fuerzas Armadas y de Seguridad frente al avance de las redes de narcotráfico en el Continente.

Y es que el fenómeno del tráfico de estupefacientes, logró penetrar las defensas del país más poderoso del mundo y ancló en sus clases bajas, ofreciendo una posibilidad de «progreso económico» a los marginados -fundamentalmente negros e hispanos.

Comenzó a manifestarse hace varios años con estrategias de marketing determinadas, para cada momento o circunstancia, y llegó a las villas miseria del conurbano bonaerense, y a los suburbios de Bariloche.

Las estrategias de los carteles del narcotráfico, orientadas a sostener una base amplia, sustentada en millones de consumidores y decenas de miles de pequeños traficantes, consisten en auscultar la oferta y la demanda, los riesgos y la promoción de nuevos adictos.

Algo parecido ocurre en Argentina, a partir de que el consumo se estabilizó y los riesgos penales y de contagios mortales propiciaran campañas de concientización con inicio en la familia. Pero el marketing, que es acción, también es reacción frente a las circunstancias adversas que frena las posibilidades del negocio, y esa reacción se manifestó llevando los precios de las drogas muy por debajo de su media histórica, sumando adictos y traficantes, a la vez que aumentan los riesgos para los que están más expuestos a la actividad preventora.

En un tiempo, la droga era una manifestación de lujo, poder y contracultura, para los pocos que podían acceder a ellas.

Pero hoy los jóvenes que habitan los suburbios bonaerenses consiguen marihuana o cocaína por poco más de lo que cuesta un paquete de cigarrillos, y se está repitiendo el fenómeno que se desarrolló en la década pasada en los Estados Unidos.

Pero la elite que consume drogas no puede exponerse en las villas ni en lugares de «mala muerte» para conseguir estupefacientes, y es aquí donde surgen los intermediaros: personas que tienen acceso a uno y otro segmento de la sociedad, porque surgieron del más bajo y ahora se relacionan con figuras encumbradas.

La «buena gente», a juicio de los expertos, sólo consume «de la buena», y llega a justificar que la droga sin cortes es realmente buena, y que no son adictos, sino que pueden darse esos gustos por haber alcanzado una posición económica envidiable. (AB) 

¿Cuánto cuesta?

El vino y otras bebidas alcohólicas en general siguen siendo los más baratos, pero los psicotrópicos y la marihuana también están al alcance de muchos bolsillos, y por eso su consumo se popularizó entre los más jóvenes.

Algunos sostienen que la veda alcohólica que se implantó en esta ciudad entre las 23 y las 8 del día siguiente empuja a los jóvenes al consumo de drogas, porque existe una variedad de precios que se acomoda a las posibilidades del mercado.

De acuerdo con la experiencia de los expertos consultados, la «aguja», que es un cigarrillo armado con poca cantidad de marihuana, se vende a 1,50 o a 2 pesos, y el «porro», con dos gramos o más de picadura, puede costar entre 2 y 5 pesos.

Una «bolita» o un «raviol» de cocaína se comercializa a precios que van de los 10 a los 40 pesos, y se entregan en papel celofán o metálico, «porque en contacto con el aire la sustancia se degrada y pierde la efectividad», ilustró un jefe policial.

Las etiquetas de ácido lisérgico y los comprimidos de éxtasis se venden a 40 o 50 pesos, y en el caso de los psicotrópicos, que se venden con receta archivada, pueden costar entre 1 y 2 pesos cada comprimido. (AB)


SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- El consumo de drogas entre jóvenes creció de manera notable en esta ciudad. La marihuana es la más elegida pero también la cocaína y los psicotrópicos aparecen encabezando la lista.

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