El corpiño mostró sus tragedias
Fernando Peña presenta en la región su obra "La burlona tragedia del corpiño", trabajo donde se separa del género del unipersonal. Cinco mujeres con sus historias y sus tragedias se retratan en la pieza que esta noche y mañana, a las 22, se pondrá en escena en Casa de la Cultura de Roca.
NEUQUEN (AN).- Personajes que viven anclados en la mentira social aceptada, que a diario improvisan su rumbo, convirtiéndose en lo que nunca fueron para sobrevivir, y detrás de eso, las puertas que no se ven. Cinco personajes, cinco mujeres inconformes con su pasado y sin capacidad de superarlo, fueron recreados por Fernando Peña en «La burlona tragedia del corpiño».
Una anciana descendiente de una familia nazi que ya no soporta la carga de su apellido, una cocinera de la burguesía llena de resentimiento, una viuda rica e inútil, un travesti batallando con su álter ego y una mujer sumergida en un conflicto interno inmanejable, se subieron a los escenarios de la región, encarnadas en la piel del controvertido Fernando Peña.
La ironía característica, el discurso directo y sin concesiones, la bofetada sin previo aviso, la mala palabra donde no cabe otro adjetivo más explicativo estuvieron presentes en la obra, ganadora del premio Estrella de Mar 2004 al mejor drama.
Hubo también un despliegue escenográfico del mejor nivel, una mezcla de teatro y video muy bien lograda y recursos cómicos originales. Fragmentos de cinco historias interesantes y el mensaje de una vida que merece ser vivida a pesar de todo, se robaron los aplausos de la platea patagónica.
Sin embargo, el Peña de obras anteriores, ese hombre duro, cuestionador nato y frontal, con una particular visión de la vida, que no cree ni descree de nadie, salvo de sí mismo estuvo semioculto.
Luego de dos horas de transitar por las tragedias de las cinco mujeres y degustado los mensajes clave, quedó la sensación de que algo fal
taba, como si el encargado de mostrar de la manera más cruda el lado más oscuro y mediocre de las cosas y los hombres, se hubiera tomado un descanso. Peña apeló a un discurso un poco más liviano, más sutil, sin abundar en el sarcasmo y la burla.
Pero el público avaló su recreo y se dejó cautivar por esa historia que derrumba un viejo mito, el de creer que se tiene el control de la propia vida, verdad que obliga a improvisar sobre la marcha cada paso, cargando en las espaldas el peso de la incapacidad de asumir el riesgo de vivir y la tragedia del cambio.
Peña, que se convirtió en los últimos años en el máximo referente del unipersonal argentino, se atrevió esta vez a cambiar la estructura del género. Comparte el escenario con un cartero, personaje que le entrega a cada historia de vida, un regalo que devela la mentira asumida y redefine su final.
El corpiño de Peña que reprime acciones y sentimientos, oculta verdades, protege del ataque exterior, disfraza esencias que se pretenden olvidar, no es propiedad exclusiva de las mujeres. «Ellas tienen el corpiño, ustedes el calzoncillo», le dice el actor a los hombres en su discurso de cierre, cuando asume el rol de Fernando escritor.
Sebastián Busader
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