El Cuy: un pueblo dividido condiciona su futuro

Muchos vecinos piden que se vaya el comisionado.

por JORGE VERGARA

jvergara@rionegro.com.ar

Las cosas no están bien en El Cuy. Hay una sensación de impotencia instalada en una parte del pueblo que contrasta con otra que, con su silencio, parece estar conforme con el presente de la localidad. Todo esto constituye un escenario difícil de explicar, pero que denota una profunda división entre su gente. Aquí la política talla fuerte y no admite más que dos posturas: a favor o en contra de la «autoridad» como dice su gente.

Ver los rostros hace previsibles muchas respuestas. Unos hablan y cuentan, otros callan y bajan la cabeza, pero nadie defiende la gestión del comisionado Dalmasio Soteras.

El presente es cuanto menos confuso. Algunos de los que callan admiten que tienen temor a perder las bolsas de comida que llegan de vez en cuando. Del futuro nadie habla.

En este contexto abundan los cuestionamientos a Soteras, máxima autoridad del pueblo, quien sin embargo, atribuye todos los enojos a cuestiones políticas y a gente que ambiciona ocupar su cargo. Soteras asegura que su sueldo apenas alcanza los 670 pesos desde hace un par de meses, porque hasta hace poco cobraba 570 pesos por mes. «Imagine que no puedo dedicar todo el tiempo a la comuna por esa plata, porque también necesito vivir», explicó a modo de respuesta a quienes aseguran que «no está nunca en la oficina de la comuna».

Los vecinos, como Mirta Sosa sostienen que «Soteras atiende al que quiere, si sos radical seguro que sí, si sos peronista o de otro partido lo más probable es que no te reciba». El jefe comunal respondió que «los primeros en la fila cuando llegan las bolsas son los peronistas, lo mismo que en el comedor municipal, donde no se discrimina a nadie. Yo atiendo a todo el mundo».

En El Cuy no hay un dueño del pueblo, pero muchos vecinos sostienen que el actual comisionado, quien lleva diez años en el cargo, se parece bastante. Claro, en este ambiente hay cosas que sí son responsabilidad de Soteras y otras que son ajenas a él.

Aseguran en El Cuy que dependen de él hasta para cambiar de canal en el televisor, porque según el canal que se seleccione en la sede de la comuna, es lo que los vecinos ven en su casa.

Soteras explicó que en realidad están autorizados sólo a ver ATC, pero como hay señal de otros canales, a veces ponen partidos, novelas o carreras, según sea la demanda de los vecinos. «Pero no puedo estar yendo y viniendo de la comuna todo el tiempo para cambiar a cada rato de canal».

Lo correcto, a partir de la tecnología con que cuentan es que sólo se pueda ver ATC y en el mejor de los casos pagar el servicio de Direct TV.

Si se quiere, este es el ejemplo menos importante o el más colorido. Unos cincuenta pobladores, entre ellos Mirta Sosa, Pepe Purrayán, Alejandra Semaan, Aurelio Sánchez, Noelia José, entre otros, criticaron al comisionado porque «no nos deja festejar ni los cumpleaños, hasta para eso hay que pedirle permiso. Si no lo hacemos, corremos el riesgo de que nos pare la fiesta». Aseguran que para Navidad y Año Nuevo se dio esta situación en varios domicilios.

Soteras respondió que «cada uno festeja cuando quiere, lo que no vamos a permitir es que instalen cantinas en fiestas privadas y vendan bebidas, eso no está permitido y ahí sí impedimos que las fiestas se hagan, porque está de moda en El Cuy instalar cantinas para vender bebidas».

Enumerar las quejas es meterse de lleno en un mundo que parece irreal, porque nada de lo que ocurre debería suceder en un pueblo con reglas claras y donde su gente tenga un rol que vaya más allá de la obediencia.

Todas las decisiones en una persona

Hay una pregunta que mucha gente se hace en El Cuy: ¿quién fija las reglas?

Soteras explicó que la Dirección de Comisiones de Fomento es la que les fijas a todos los comisionados las pautas para administrar estas pequeñas comunas.

Muchas de las cosas que se resuelven en la localidad más se parecen a caprichos que a normas efectivamente establecidas. Desnuda esta situación que lo que impera desde hace años es una tremenda incomunicación. De un modo u otro, al no existir un concejo deliberante, todo pasa por las manos del comisionado.

El matadero del pueblo dejó de funcionar hace tiempo y muchos dicen desconocer las razones. Soteras asegura que no tiene personal y que no cumple con los requisitos exigidos, pero que están trabajando para resolver el tema.

Mientras tanto, en un pueblo con muchos pequeños crianceros, cada uno faena en su casa, incluido el comisionado, que tiene una carnicería.

Soteras calificó todas las acusaciones como «aberrantes mentiras».

Dijeron varios vecinos que nombró a su esposa en un cargo en el albergue del pueblo. «Mi esposa trabaja en el albergue, pero el trabajo se lo consiguió ella, tiene derecho a trabajar como todo el mundo, ahí no tuve ninguna intervención», respondió.

Según dicen, cuando el año pasado antes de las elecciones el gobernador Miguel Saiz estuvo en el pueblo, prometió alquilar un galpón para que los chicos de la escuela tuvieran un lugar cubierto para hacer gimnasia.

Al parecer, poco después se alquiló un galpón en el pueblo donde en la realidad funciona hoy una delegación de la Dirección de Comisiones de Fomento y donde se almacena todo lo que se reparte en la zona sur.

El titular de ese organismo provincial, Carlos González, aseguró que no se trata del mismo galpón y dijo desconocer la supuesta promesa de Saiz. «La escuela tendrá su espacio cubierto, eso se está construyendo, pero jamás se dijo que este galpón sería para los chicos. Aquí almacenamos lo que reciben todas las comisiones de fomento de esta parte de la provincia porque un depósito en Viedma nos queda muy lejos», explicó el funcionario.

González defendió la gestión de Soteras. «Es un trabajador, pero no podemos cambiar a un comisionado de fomento sólo porque a alguna gente no le caiga simpático».

Un sector de El Cuy pide que Soteras se vaya, pero el comisionado asegura que no va a renunciar. «Sólo el gobernador, el ministro Iván Lázzeri, o el presidente de la Dirección me pueden pedir que me vaya, el resto son todas cuestiones políticas».

Los vecinos suman incumplimientos y se preguntan qué pasó con la promesa de 10 viviendas para el pueblo, con la nueva red de agua potable, con el matadero y con la luz que está ausente en algunos sectores. Las respuestas suelen demorar en este pueblo, como el futuro, que aquí parece lejano.


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